53-EMBARAZADA

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Narra Raquel

Estaba en medio de otra discusión con Sergio. Él insistía en que yo debía irme sola del banco, mientras que yo solo quería tomarlo de la mano y llevarlo conmigo. Me debatía entre las ganas de contarle que estaba esperando un bebé o callarme y evitar a toda costa que él me apartase de su lado y del atraco.

Al final, no pude más y le solté que estaba embarazada. En un grito desesperado para que él venga en el helicóptero conmigo.

Sergio simplemente se quedó duro. Me miró y pronunció un -qué- mientras abría la boca, acompañando a su expresión de incredulidad y asombro. Yo sonreí, enamorada de ese gesto tan poco estructurado y controlado del profesor

—Que estoy embarazada, mi amor—repetí, mientras sacaba el pequeño palito con dos rallas rosas. Por un instante tuve miedo de su reacción. De que reaccionara como lo hizo Alberto cuando le conté que esperaba a Paula. Pero Sergio tomó el test de mis manos y soltó una risa enorme que iluminó todo mi ser, borrando con ella cualquier duda que pudo haberse cruzado por mi cabeza. Río sonoramente, dio un par de palmadas arrítmicas, me abrazó levantándome del suelo y dio vueltas sobre sí mismo, haciéndome girar. Yo no pude evitar que su risa me contagiara. Haciendo que mi estómago se llenara de un amor tan incontenible como inesperado. Estábamos riendo los dos, abstraídos de todo lo demás. Solo éramos él, yo, y la noticia más hermosa que podíamos pedir

Cuando Sergio por fin me soltó, después de decirle que me estaba mareando más de la cuenta entre tantas vueltas en el aire, vi que sus ojos brillaban de un amor inmenso. Sus lágrimas de alegría desbordaban, las mías también. No dejábamos de mirarnos, embellezados, con dos sonrisas enormes. Acaricié su barba tiernamente y no pude imaginar reacción más perfecta que la que estaba teniendo ante esta noticia

—De verdad estás embarazada??—preguntó, con el mismo entusiasmo que el de un niño cuando le dicen que lo llevarán a Disneylandia. Me miraba de arriba a abajo, alternandose entre el test de embarazo y mi cuerpo, asombrado, incrédulo

—Pues al parecer si—reí, haciendo que él también lo hiciera. Acto seguido me tomó de las mejillas y empezó a llenar mi cara de besos, haciéndome reír otra vez. Luego bajó, arrodillándose haciendo que yo mire para todos lados, cuidando de que no viniera nadie. Su gesto me tomó por sorpresa y hasta me sonrojó. Parecía meramente sexual—levántate!! esto parece cualquier cosa. Alguien podría vernos. Estas loco??!—mi risa le quitaba toda seriedad a mi pedido

—Shhh...—besó mi vientre, haciendo que me estremezca. Pensé que no podía pedir vivir un momento más feliz

—Te amo

—Te amo, Raquel—se paró y tomando mi mentón me besó—seremos padres!!!—susurró cómplice. Ambos reímos nuevamente, mientras las lágrimas seguían cayendo

—Seremos padres, cariño—repetí, abrazándolo con fuerza. De pronto todo el miedo del atraco y el embarazo había desaparecido. Allí, en sus brazos, encontraba mi calma y refugio. No había hombre que me hiciera sentir tan protegida como Sergio

Narra Sergio

Nunca se me ocurrió siquiera pensar en formar una familia. Jamás. Ni en mis mejores y más descabellados sueños. Yo solo soñaba con robar, asaltar la fábrica de moneda y timbre para así honrar a mi padre.

Nunca conocí a mi madre, y lo poco que pude compartir con aquel hombre que me crió fue el deseo de asaltar algún lugar a lo grande, como en las historias que solía contarme. La paternidad tradicional era un ente desconocido para mi. Mi padre nunca me habia llevado al parque, o a tomar un helado, o enseñado a pescar... Fui un niño enfermo, y él y su paternidad, se vieron afectados por mi condición.

De pronto una catarata de emociones me inundó. -seremos padres, cariño- La voz de Raquel resonaba en mi cabeza haciendo eco. Padres...Padre. Seré padre, tendré un hijo a quien cuidar... eso si que no estaba en mis planes.

Volví a mirar a esa mujer de cabello rubio oscuro un poco alborotado y vi en sus ojos el mismo brillo que imaginé que tendrían los mios. Toqué su mejilla y ella hizo lo mismo conmigo, en espejo. Ambos nos miramos con dos sonrisas enormes que mezclaban sus comisuras con las lagrimas que corrían por nuestros rostros. La besé (o me besó, no lo sé) y juntos nos unimos en un abrazo como nunca nos habríamos dado.

Sin duda estábamos en una burbuja, disfrutando del momento. Sin siquiera pensar en todo lo que pasaba fuera.

Luego de unos minutos me solté del abrazo y dije

—Esto cambia todo. No te dejaré. Lo más seguro es que te vayas en helicóptero pero si conseguimos hablar con Alicia podremos irnos juntos y solo así me aseguraré de que estes a salvo.

—Ya sabes que no me iré sin ti. Mucho menos ahora, mi amor—contestó tierna y a su vez firme, mientras acariciaba mi cuello con sus uñas

—y qué haremos??

—Quedarnos. Ganar tiempo. Luchar juntos

—No... luchar no. No puedo dejar que corra sangre. Necesito que estes en un lugar seguro. Necesito que me prometas que vas a estar bien

Sabía que le estaba pidiendo algo que iba en contra de sus sentimientos, ni siquiera podía mirarla

Ella negó con la cabeza, tomándome de la nuca para que baje la cabeza y la mire

—Sergio... el único lugar en el que estaré bien es a tu lado. Incluso si eso significa que me lie a tiros con todo el cuerpo policial. No me iré

La abracé, cediendo a sus palabras decididas. En el fondo, yo tampoco quería que nos separemos. Mucho menos ahora que seremos padres

Lloramos, abrazados, juntos. Muertos de miedo con que ese sea uno de los últimos abrazos que nos diéramos en vida.

Con un giro asi en nuestras vidas, ahora más que nunca teníamos una razón como para salir corriendo de esta ratonera y volar hasta un lugar seguro donde formar nuestra familia

—Te prometo que no nos liaremos a tiros con nadie. Nadie lo hará. Será una jugada limpia. Pensaremos en algo—mis palabras sonaron calmadas, decididas y firmes. Dignas del profesor

—Lo sé. Mira... se me ha ocurrido una idea para lograr escapar sin tener que usar las armas. Pero para ello primero necesitamos ganarle la partida a Alicia. Ponerla contra las cuerdas, más de lo que ya está. Y que no tenga otro remedio que entrar al banco. Es arriesgado, pero es un buen plan

—y qué vamos a hacer??—pregunté intrigado

—Tengo contactos. Conozco a alguien que podrá ayudarnos




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Capitulo dedicado a mi gente de España 🇪🇸 Os quiero💜

La casa de papel 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora