La casa de papel 4

57-EPÍLOGO

Narra Sergio

Luego de estas pequeñas vacaciones y de mi propuesta de casamiento, volvimos a Palawan, donde nos esperaban Marivi y Paula con dos sonrisas enormes y un cartel lleno de dibujos que decía "felicidades mamá y papá". Nos hubiera gustado darles la noticia personalmente antes que se enteren por televisión, pero las cosas se dieron de esta manera, y ellas, al igual que el mundo entero, habían seguido el atraco minuto a minuto y por supuesto habían escuchado mi último pedido de paz en la terraza donde di la noticia. En fin, recuerdo cómo lloramos y nos abrazamos como familia ante ese reencuentro y ante la noticia de la llegada de un nuevo integrante a la familia.

Narra Raquel

Luego de reencontrarnos con mi madre y mi hija, tuvimos una cena hermosa de bienvenida. Estar en nuestro hogar, todos juntos, en familia cenando, me trajo una paz absoluta que abordó todo mi cuerpo. Luego de cenar, Sergio y yo fuimos a nuestra habitación.

Cerré la puerta tras de mí y respiré hondo

—Al fin solos

—Al fin solos—Repitió Sergio al tiempo que se acercaba hasta mí y me acorralaba con sus brazos, uno a cada lado de la puerta, mirandome con ansias como un animal salvaje

—No sabes las ganas que tengo de hacer el amor contigo—tomé sus biceps y alcé una ceja—pero según tú no puedes seguirme el ritmo—di un par de palmadas en sus hombros, zafándome de su agarre

—¿cuando he dicho eso?—caminó detrás mio y me abrazó por la cintura

—En la motorhome dijiste que con todo esto de mis hormonas revolucionadas de embarazada te ibas a quedar seco—rió fuertemente y me contagió

—Jamás podría cansarme de tí, mi amor—Tomó mi cintura y giró mi cuerpo, enfrentando nuestras miradas. Suspiré al tenerlo tan cerca

—No me toques tanto si no quieres que acabe cachonda y cabreada. Si no quieres acostarte conmigo porque no me puedes seguir el ritmo, entonces deja de tocarme—Rió todavía más alto y luego enterró su cara en mi cuello

—¿Y qué pasa si sigo tocándote?—su voz erizó mi piel. Cerré los ojos

—Acabaremos follando. Ya lo sabes—le susurré al oído

—No encuentro un mejor plan

Se abalanzó sobre mí y tomó mis labios entre los suyos, uniendo nuestras bocas con fuerza. Nuestras lenguas se encontraron al instante, deseosas. Caímos en la cama y nos deshicimos de nuestras prendas con lentitud, saboreando el momento. Mirándonos a los ojos. Hicimos el amor. Realmente lo hicimos. Fue uno de los polvos más dulces y románticos que tuvimos. Nos dijimos cuánto nos amábamos sin hablar, con nuestros cuerpos entrelazados y jadeantes.

A la mañana siguiente desperté desnuda y sola. Me puse una camiseta larga que usaba de pijama, dispuesta a salir de la habitación cuando Sergio apareció por la puerta con una enorme bandeja llena de galletas, mermelada, tostadas, jugo de naranja y dos tazas con

—Te hice un colacao, como te gusta—sacó las palabras de mi boca

—Madre mía, cariño. Que rico!!—Me senté en la cama y comencé a comer. Todo iba bien hasta que el olor al jugo de naranja me dió unas arcadas tremendas

—¿Que ocurre?¿Estás bien?

—Si, solo que...Joder debo ir al baño—Corri hasta el pequeño cuarto dentro de la habitación y me recogí el cabello. Respiré hondo con ambos brazos apoyados sobre el lavamanos. Sergio apareció masajeando mi espalda

—Leí que el té de manzanilla es bueno para las nauseas. En seguida te traigo uno

—No, mi amor. Esta bien. Fue solo un momento