56-FINAL

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Todos mis músculos comenzaban a entumecerse, haciendo que mi lágrimas caigan, silenciosas. Mi boca temblaba como una hoja pero no emitía sonido alguno. Era como si de repente todo mi cuerpo se hubiera desconectado de mí

—Lisboa por favor responde!!

sonó una voz que no logré reconocer, pero yo hice caso omiso. Las lágrimas mojaban ahora parte de mi cuello y mis puños y mandíbula se apretaban con fuerza

—Raquel!!!—La voz, ahora inconfundible, me sacó de mi trance. Era la única voz femenina que podría llamarme por mi nombre real, puesto que en el banco todos me llamaban Lisboa.

Alicia Sierra corrio hasta mí

—Alicia...—articulé, aún más aturdida—¿qué haces aquí todavía?

—¿Cómo está el profesor?—mi vista volvió hacia él y fue entonces cuando mi cuerpo reaccionó. Gateé arrastrándome hasta su cuerpo recostado en el suelo. Estaba conciente, tenía los labios entreabiertos y sus pupilas se movían frenéticamente

—Sergio!!—tomé su cara entre mis manos. Nairobi se engargaba de revisar la herida. Lo miré, buscando esas pupilas freneticas que ahora parecían posarse sobre las mías para dejar de correr. Miré su herida, ni siquiera sabía si estaba desangrándose.—Nairobi, ¿cómo está?

—Esta bien. Fue superficial. Ahora hay que parar la hemorragia y desinfectar la herida. Toma, sostén esto—ella puso mi mano sobre una venda que cubría la herida aún palpitante. Sostuve con fuerza, mientras le repetía al hombre de mi vida que todo estaría bien. Alicia se acercó, cautelosa. El cuerpo del profesor se tensó. Quiso hablar pero yo me adelanté

—¿Por qué sigues aquí, Alicia?—interrogué

—vengo a buscarlos

—¿qué? ¿por qué? ¿a quienes?

Miré a Sergio que seguía recostado en el suelo, él estaba igual de asombrado que yo

—Estoy de su lado. Soy de los vuestros

Volví a mirar a Alicia

—¿qué? ¿pero cómo? ¿...de los vuestros?

—Mira, ambas sabemos que el sistema es una mierda. Son más ladrones ellos que vosotros. Y la verdad es que ya estoy harta de ser una hija de puta con la persona equivocada.—ella cerró los ojos, tomándose unos segundos antes de seguir. Pareciera que le estaba costando mucho decirme todo esto—Raquel, en todo este tiempo desde que tú y yo nos dejamos de llevar, Prieto, Tamaño y todos han estado usándome como una puta marioneta. Logrando que haga todo lo que ellos querían. Me convencieron de que vosotros erais unos hijos de puta, nos han enseñado todo en concepto de buenos y malos pero... algo me dice que aquí los únicos malos son ellos

—Alicia no... no puedes unirte a la banda. Te matarán. Eres una amenaza para ellos—dije mientras miraba para todos lados. Nadie además de El Profesor nos estaba oyendo

—Lo sé. Pero ahora mismo me necesitan. Soy la única que conoce el plan de la policia, la única aquí dentro que sabe por donde van a entrar, cuándo y con qué lo van a hacer.
Además, estás embarazada, ¿verdad?. Déjame ayudarte. Te lo debo. Se lo que es cargar con un embarazo sin un padre y lo que menos quiero es que a ti te suceda lo mismo. Debemos protegernos, de mujer a mujer.—me regaló una pequeña media sonrisa y acarició su barriga

—¿por qué haces todo esto?

—Porque yo más que nadie se lo que es estar en una movida así de gorda mientras cargas con un embarazo... mira, mi vientre está que explota. Entiendo por lo que están pasando y quiero ayudar. Tómenlo como parte de mi agradecimiento por abrirme los ojos y hacerme dar cuenta de lo jodido que es trabajar en ese antro asqueroso de carpa. Denme una oportunidad y luego si quieren me mandan a la mierda, vale??—una parte de mí sabía que debía confiar en ella pero la otra no terminaba de confiar en su amabilidad repentina

La casa de papel 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora