La viuda negra (Romanogers) - ENDGAME ALTERNATIVO

XX: Borrachera

POV Natasha

Dos botellas de Ron, una de Whisky y dos de Tequila decoraban el suelo de la cocina.

Se escuchaban risas ahogadas y palabras luchando por salir roncamente de la boca del matrimonio Barton.

- Natasha, te he echado mucho de menos.- murmuró Clint apoyando su cabeza en mi hombro con los ojos llorosos.

Lo dejé sentado en el sofá junto a Laura, que ya cabeceaba con sueño.

Steve acababa de guardar las botellas que quedaban la alacena.

Ambos nos quedamos mirando al matrimonio. Inconscientemente, se habían acurrucado en el pequeño sofá; como si su cuerpo fuera atraído por el del otro.

- ¿Crees que deberíamos llevarlos a su habitación?- me preguntó Steve.

- Mejor, así los niños no los despertaran por la mañana.

Él subió a Clint mientras yo llevé a Laura. Cuando la dejé sobre su cama sus ojos se abrieron sorprendidos.

- ¡Nat!,¿estás viva?- habló con la mirada perdida.- Espera a que se lo diga a Clint... le hará tan feliz...-susurró mientras volvía a cerrar los ojos.

Cuando levanté la mirada, los azules de Steve estaban clavados en mí.

- Tal vez nosotros también deberíamos pensar en ir a dormir.- susurré mientras cerraba con cuidado la puerta del dormitorio del feliz matrimonio.

Decidimos recoger todo lo que habíamos ensuciado con aquella pequeña fiesta antes de irnos a dormir para después dirigirnos cada uno a su habitación despidiéndonos con un casto buenas noches.

A pesar de haber bebido tanto o más que Laura y Clint, el suero en nuestros organismos había eliminado el alcohol consumido en poco más de quince minutos, así que muy animados no es que estuviéramos.

Desde que ví como Steve cuidaba del más pequeño de los Barton, no había parado de pensar en la posibilidad de cómo sería formar una familia con él.

A pesar de no habérselo confesado aún; tenía claro que lo amaba.

Me dí cuenta después de la Guerra Civil. Al principio pensaba que solo se trataba de una fuerte atracción física, pero nadie nunca me había hecho sentir como él. Ni Bruce. Ni Clint. Ni James.

A partir de ese momento supe que podría seguirlo hasta los confines del universo si hacía falta. Pero nunca parecía un buen momento para hacérselo saber.

Después de dar vueltas y más vueltas en la cama, decidí bajar a por un vaso de agua y ver si Clint aún guardaba esas pastillas que te hacían dormir.

La madera vieja de las escaleras crujió bajo mis pies descalzos.

Cuando llegué a la cocina sentí la brisa acariciar mi pelo y un extraño olor. Pude ver como la puerta de la entrada estaba abierta y la corpulenta silueta del Capitán América de pie en el porche.

- ¿Todavía fumas?

Fumar era un mal hábito que había cogido mientras era fugitivo. Le ayudaba a evadirse y a calmar sus nervios.

- No podía dormir y necesitaba despejarme un poco.

Disfrutando del tranquilo ruido de los grillos y la hierba contra la suave brisa de primavera, ninguno de los dos dijo nada más.

No fue hasta que vi al Sol asomarse por una lejana colina que me di cuenta de que ese era el momento que estaba esperando. El momento perfecto.

- Steve...

- ¿Mhmn?

Sus azules estaban manchados por los reflejos anaranjados de la incipiente aparición del Sol y me miraban expectantes.

- Yo... - miré la hierba con mi cuerpo apoyado a la barandilla del porche. Por primera vez en mi vida no tenía ni idea de cómo expresar mis pensamientos.

Lo que una vez había sido una ordenada y racional ente ahora era una maraña de sentimientos e ideas.

Mis mejillas ardían, mis ojos evitaban los de Steve y mi corazón martilleaba contra mis costillas.

Nunca me había sentido tan nerviosa. Ni siquiera durante mi primera misión para la KGB.

Ya no había marcha atrás. Su mirada seguía expectante sobre mí. Así que hice lo primero que se me pasó por la cabeza: junté sus labios contra los míos en un beso pueril digno de una adolescente inexperta.

Y no fue hasta que sus manos agarraron mis mejillas y sus labios juguetearon con los míos que mi corazón volvió a latir.

Entonces me di cuenta de lo borracha que estaba. Me había emborrachado del adictivo sabor de los labios de Steve Rogers y nunca quería dejar de estarlo.

Llego un día tarde :( sorry. Pero estoy trabajando en una nueva historia que creo que os gustará un montón y no puedo esperar a que esté lista para compartirla con todxs vosotrxs :))))) 

- A