Alex Alicus Albarad era un nombre bastante pomposo para un huérfano, pero a él no le importaba en lo más mínimo.
El joven tenía apenas dieciocho años de edad y era bastante conocido en el vecindario. Usualmente, dormía en el parque en una pequeña casita que había construido por su cuenta a lo largo de los años con la ayuda de varios miembros de la comunidad que le habían cogido cariño. De hecho, había muy pocos que no le tenían cierta estima, porque Alex se caracterizaba por hacer todo tipo de trabajos y era voluntarioso hasta la médula.
Tenía un cuerpo delgado y ágil, un cabello negro corto y despeinado, una mirada vivaz, una nariz afilada y pequeña, y una eterna sonrisa que buscaba acercar a las personas.
Algunos le llamaban cariñosamente "Alegrex", porque se la vivía de buen humor y pocas personas lo habían visto triste en alguna ocasión. Sin embargo, este era un apodo bastante engañoso, porque, si bien Alex trataba de ser optimista y bonachón la mayoría del tiempo, lo cierto es que en sus momentos solitarios su mente se mostraba anhelante y triste, añorando algo que le faltaba sin identificar muy bien qué era.
Cada vez que llegaba a su pequeña casita al terminar el día, lamentaba su soledad y una parte de él quería huir de la rutina. Todas las noches, se acostaba en su maltratado colchón, observaba por una ranura en el techo las distantes estrellas y se preguntaba si algún día sería algo más de lo que era.
A veces, estos pensamientos se volvían más lúgubres, y Alex tenía que esforzarse para mantenerse contento y optimista al día siguiente.
Así vivía su vida, y probablemente lo hubiera hecho por mucho tiempo más si no fuera porque algo extraño empezó a suceder cuando cerraba los ojos después de pasarse horas contemplando el firmamento.
Un extraño sueño, confuso pero vívido a la vez, lo perseguía constantemente. En él, una hermosa mujer, con cabellos dorados y cubiertos de flores, ojos violetas que centelleaban como una hoguera y un vestido que parecía hecho de espuma de mar, llamaba su nombre y lo invitaba a la aventura.
—Lo que es igual es desigual, el cazador se queda sin dientes y el fanático no posee ideas, sino que las ideas lo poseen a él. ¡Si tienes la respuesta ven a mí y libérame!
Pasó varios meses con el sueño, hasta que una mañana un sentido de urgencia lo poseyó, y no tuvo más remedio que dejarse guiar por lo que su voluntad inconsciente le exigía.
Sus pies lo apartaron cada vez más del parque y lo llevaron a una zona muy pobre de la ciudad, donde los edificios amenazaban con caerse y las calles estaban tan maltratadas que los caballos y los autos las ignoraban por igual.
Alex se hizo paso entre la muchedumbre, dejándose guiar completamente por lo que su corazón le pedía; y sus pies lo llevaron a un lugar al que jamás hubiera llegado por voluntad propia: la casa abandonada y casi destruida del fallecido señor Hyde.
Pero no era el aspecto destartalado lo que alejaba a Alex de ese lugar, sino las historias extrañas que se contaban sobre la naturaleza de su antiguo dueño. Algunos aseguraban que fue un brujo poderoso cuando estuvo vivo, y que hacía rituales extraños en el sótano de su casa.
La llamada que sentía Alex en su pecho era fuerte y clara, pero, en cuanto se topó con la casa del señor Hyde, el miedo lo invadió y estuvo a punto de salir corriendo, pero un rápido brillo verde que venía de la casa hizo que su curiosidad se disparara al máximo.
Rodeó la casa y se metió por el patio trasero. La puerta estaba rota, por lo que no le costó meterse en la corroída edificación e inspeccionar el lugar.
Cada centímetro de la casa estaba cubierto de polvo y tanto las esquinas como los viejos muebles estaban llenos de telarañas.
Alex exploró la casa y no encontró nada particularmente interesante hasta que reparó en la puerta que parecía llevar al sótano. Al contrario del resto de la casa, estaba hecha de metal y su marco contenía extraños signos que no parecían tener ningún sentido.
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Relatos de una mente extraña
De TodoRelatos cortos para aquellos con poco tiempo y ganas de leer algo entretenido. ¡Espero que les gusten! 😊