Cap.2

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-¿Y bien, qué quieres hacer ahora?

Las palabras de Mike flotaron en el aire como pequeñas burbujas, Scott aún absorto, primero por la sorpresa de que el rubio hubiera accedido a quedarse, y segundo porque nunca se acostumbraría a la voz de Michael. A pesar de ser masculina, grave, también era muy suave, hablaba con un hilo de voz, siempre de una forma que era un poco difícil escucharlo, aunque estuviera diciendo las peores palabrotas, su voz siempre era así. Delicada. Las miradas de ambos chocaron y se quedaron fijas, estáticas. 

Los ojos aguamarina del rubio mostraban una mezcla de sentimientos contenidos, pero sobretodo cansancio. Mucho cansancio. Michael no dijo en ningún momento lo que verdaderamente había hecho Scott. Había incumplido una promesa. La de sacarlos a él y a sus amigos de las calles, la de arreglar sus vidas con el dinero que iba a heredar de su padre. Mike no dijo en ningún momento que Scott había arruinado la vida de todos los que en algún momento fueron sus amigos. No le echó en cara haberse quedado todo ese dinero. Le echó en cara no ir al funeral de Bob, le echó en cara haberlo abandonado. Mike era una persona sensible, siempre lo había sido. Y sin embargo, era tan fuerte.

-Vamos al centro comercial. Voy a comprarte ropa. -Dijo Scott mientras se levantaba. Mike había dejado la sopa a medias y no parecía dispuesto a comer más, cosa que preocupó al pelinegro. El rubio clavó sus ojos en los de Scott.

-¿Qué dices? ¿Por qué iba a dejar que me comprases ropa? -Murmuró incrédulo. Scott alzó una ceja. "Porque te debo muchísimo más de lo que quiero admitir." Eso fue lo que pensó Scott, pero no lo verbalizó, porque algo en él le decía que Mike no quería ni pensarlo.

-Mike, llevas la misma chaqueta con la que fuimos a Roma*. Por favor, por favor, Michael. -La mención de Roma le causó una mueca muy sutil al rubio que le rompió el corazón a Scott. Era un completo imbécil.

-Esa chaqueta me encanta, Scott. Déjame en paz. -Dijo apretando suavemente los puños, pero Scott no quiso rendirse.

-Te vas a poner enfermo si llevas siempre la misma ropa. -Ya lo estaba, de hecho, pero Mike no parecía muy enterado de tal cosa. Se pasó las manos por su pelo rubio, ahora limpio y resplandeciente. Scott dudaba haber visto el pelo de Mike tan perfecto nunca.

-Está bien. -Murmuró con una mano ocultando un poco su boca, y Scott supo que lo hacía muy a regañadientes. También sabía que su relación con el rubio había cambiado completamente. Desde aquella vez que acamparon juntos y le confesó tantas cosas*, mientras Scott solo dijo gilipolleces. Desde la última vez que rieron juntos y los ojos de Mike brillaron. Había pasado demasiado. Parecía una eternidad. Mike, físicamente hablando, casi parecía el mismo, menos por pequeños detalles. Incluso podría decir que su forma física era algo mejor, aunque su palidez y sus ojeras demostraran que aún no estaba bien. Que no estaba bien.

Pero había algo más. Una nueva barrera entre ellos, y esta vez no se trataba de la que había creado el propio Scott años atrás por culpa de su egoísmo y vanidad. Era una que había creado Mike para no volver a salir herido. Scott había perdido a la persona más importante de su vida y se estaba dando cuenta cuando ya era tarde. La frustración se entremezcló con la compasión y la tristeza que le causaba ver aquella nueva versión de Michael. Sabía que Michael solo había aceptado porque era una persona sumamente pacifica, pero si no llegaba a serlo ya le habría gritado y lanzado un par de cosas. 

Aquellos últimos meses todo el mundo tenía razones para hacer eso. Recordó a Carmella con una pequeña mueca, su mujer, la mujer italiana que recogió de una granja y de la que creyó enamorarse. Fue un idiota, ¿Por qué era tan idiota? Creyó que tenía el mundo en sus manos, creyó que lo poseería siempre, y todo a su alrededor empezaba a desmoronarse. Ahora del antiguo Scott solo quedaban vestigios, pero lo prefería así. Había hecho daño a demasiada gente, y sus terribles decisiones aún tenían consecuencias.

I won't miss him.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora