Cap.6

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-¿¡Qué hace aquí este!? -La voz de Carmella fue la primera en romper el silencio. La italiana había descubierto parte (solo parte, por suerte) del pasado de Scott, y sumándole eso a la experiencia que se llevó de él en Italia, la confianza de la joven hacia el rubio era, más bien, inexistente. Pero  Mike no le dio tiempo a Scott a responder.

Por la mente del rubio habían pasado todos aquellos recuerdos que no quería ni pensar en rememorar. Cuando Scott le dijo que se estaba enamorando. De una chica con la que llevaba "hablando" (porque ni siquiera hablaban el mismo idioma) dos días. Y se fue. Sin él.

Mike caminó rápidamente a la salida.

-Tranquila, ya me iba. -Gruñó. Carmella se apartó de un gesto, Mike pasó limpiamente fuera del apartamento, y en cuestión de pocos minutos, Scott lo estaba perdiendo todo de nuevo. Porque Mike era su todo. Carmella miró a su alrededor, confundida. Scott ya no era absolutamente nadie para ella, pero verlo juntarse con el tipo de gente como Michael era absolutamente dañino para su reputación, al menos mientras estuvieran casados. La italiana miró a Mikey marcharse y después clavó sus ojos oscuros en Scott.

-Cazzo, esto es lo que haces mientras no estoy, ¿No? Contratar prostitutos para que todos los vecinos sepan que eres un maldito... -Scott no quiso escuchar  la palabra que vendría, porque ya se imaginaba lo que diría, ¿No? Que era un maricón de mierda.- ... Un maldito marido infiel. 

Scott se sintió como si le hubiera tirado un jarro de agua fría. Helada. Ella tenía razón. Era egísta, muy egoísta, y cobarde, y un mal marido. Muy mal marido. Había llevado a aquella chica a los Estados Unidos sin apenas conocerla, y en cuestión de días, el uno se cansó de la otra, y viceversa. Le dijo todo tipo de cosas bonitas para camelarla en cuestión de días, y ahora Carmella era infeliz. Muy infeliz. Lo podía decir por su mirada cansada, sus grandes ojos tristes y llenos de decepción.

-Carmella, Mikey es mi mejor amigo, él...

-¡Me dijiste que ya no te juntabas con esa gente! ¡Dijiste que solo querías seguir el negocio de tu padre, ser mejor persona! ¡¡Todos nuestros amigos saben cómo eras antes!! ¿¡Sabes lo que dirán cuando vean a ese chico salir de nuestro edificio!?

Scott se sintió herido. Mike era igual de válido o incluso más que todos los amigos de su padre (o ahora, suyos).

-¿A quién le importan esos "amigos"? -Murmuró entonces Scott, enfadado. La italiana le miró con sorpresa.- Hasta que tú no supiste inglés de verdad te llamaban "la italianita", ¿No te das cuenta del tipo de personas que son?

-¡Son personas decentes con un trabajo decente! No como ese... -Carmella solo pudo buscar palabras entre murmullos, herida. 

-Tú no sabes nada de Michael, no te atrevas a juzgar su puta situación, Carmella. Y tú misma eras granjera cuando vivías en italia, ¿Qué te hace pensar que si no fueras mi mujer esa gente te habría respetado?

-¡Ni siendo tu mujer me respetaron, sabiendo el tipo de persona que eres! -Scott lo entendía, había sido y seguía siendo una mierda de persona, pero estaba intentando cambiar, joder.

-Carmella, por favor, entiende que no vale la pena intentarlo siquiera. ¿Qué coño importa lo que piensen?

La italiana lo miró con la boca abierta por la sorpresa. Scott nunca había argumentado aquello. Ambos eran demasiado jóvenes, y se casaron sin apenas conocerse, buscando ambos un hueco en la sociedad, pero por razones diferentes. Carmellla se fue con Scott en busca de algo más allá de la vida en la granja en la que vivía (ella alguna vez creyó de verdad en el sueño americano) y Scott se casó por miedo a lo que estaba sucediendo en él. Porque, por mucho que dijera que sí, Scott no siempre se acostaba con chicos por dinero. Y el hecho de que le hubiera dicho a Mikey lo contrario le retorcía las tripas. Era un mentiroso de primera.

I won't miss him.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora