Carmella y Scott no tardaron más de dos semanas en llegar a un trato justo y firmar los papeles del divorcio de forma pacífica y tranquila. La italiana parecía muy segura de lo que venía a continuación para ella. Lo habían hablado, y Carmella explicó que no pensaba quedarse con la casa, sinó que se buscaría una nueva y también comenzaría a trabajar. Scott, por su parte, se sintió tan solo y vacío al volver a su casa, que no supo realmente si había algún futuro en su vida, o al menos uno que implicara felicidad para el pelinegro. Decidió hundir sus penas en alcohol a altas horas de la madrugada, y olvidar sus males en el trabajo. Parecía un milagro que, de pronto, llegara pronto a todas las reuniones, preparase todos los juicios, ganase las denuncias... Scott se estaba centrando en solo dos cosas para mantener su vida a flote: el alcohol y el trabajo. Y de momento, le estaba funcionando. Claro que una persona tan inestable como él en aquellos momentos no aguantaría mucho sin un ataque de ansiedad o de nuevo a punto de tirarse por un puente. Y tal vez esa vez no estaba Mike para salvarlo.
Porque Mike le salvó.
La cuestión era que Scott no era feliz, y una parte de él se repetía que se lo merecía, que sus malas decisiones a lo largo de su vida lo habían llevado a aquello. Y las palabras de Mike acerca de no volver a acercarse a él se repetían en su cabeza. Había hecho tanto daño al rubio que ya no era capaz de pensar una forma de arreglar aquello. Es decir, Michael había pasado por mucha mierda en su vida. La narcolepsia, su familia, su trabajo... Él no decidió vender su cuerpo porque quería desafiar a su padre, Mike hacía aquello porque necesitaba el dinero. Lo necesitaba de verdad. Y todo lo que descubrieron en su último viaje juntos... Aún recordaba lo roto que estaba el rubio cuando, en la granja de la familia de Carmella, Mike se echó a llorar en su hombro. La forma en que buscó refugio en Scott en esos instantes, nunca nadie había hecho aquello con él. Y Mike confió en él, lloro con él. Porque no tuvo vergüenza de mostrar sus sentimientos. Claro que no. En resumen, Mike siempre fue una persona fuerte, optimista a pesar de todo. Pero también era sensible, y llegaba un punto en el que las cosas, por muy fuerte que fueras, no se podían soportar. Scott era una de las razones por las que Mike se rompió, y no se iba a permitir a sí mismo volver a hacer algo así. No cuando sentía lo que sentía por el rubio. Porque claro, durante la tercera semana desde que Mike se fue abruptamente de su casa, Scott llegó a la conclusión de que estaba enamorado del rubio. Irónicamente se daba cuenta justo cuando Mike no quería volver a saber nada de él. Porque Scott estaba enamorado de Mike, lo estuvo desde un principio, en algún punto de aquellos tres años y medio que pasaron juntos en las calles de Portland, Scott se enamoró de aquel rubio optimista y callado que se "dormía" de pronto en las situaciones más inadecuadas. Y joder, ojalá hubiera sabido antes que aquello era normal, que estaba bien enamorarse de un chico, que no tenían que pagarle para amar. Mike le dijo aquello en su "gran viaje". Y ojalá Scott hubiera visto las cosas tan claras entonces, si tan solo lo hubiera entendido...
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Aquellas tres semanas, Mike las pasó más o menos como antes de que Scott le recogiera del puente, solo que más hecho mierda, y con ropa nueva. La verdad era que aquellos días junto a Scott habían sido como un oasis en el desierto, pero claro. Mike olvidaba que Scott tenía una vida. Estaba casado. Tenía trabajo. No le gustaban los hombres. No le gustaba Mike. Le había estado cuidado por compasión, tal vez por los viejos tiempos, no tenía ni idea. Solo quería alejarse de aquellos recuerdos y ser feliz de nuevo. Pero lo que Mike estaba intentando aceptar, era que, sin esos recuerdos no era feliz. Porque formaban parte de él, de su persona, de su historia, y tenía que aceptarlos y aprender a vivir con ellos. Era tan difícil. Era demasiado complicado para él aceptar que se había terminado, que la etapa de su vida que constiuyó su relación con Scott, aquellos años que lo consideró su mejor amigo y aquel último que lo detestó por mentirle y jugar con sus sentimientos. Pero al mismo tiempo era demasiado difícil detestar a Scott, porque aunque le había hecho mucho daño, demostró todo su arrepentimiento en solo una semana, y Mike notó que algo había cambiado. El único problema era que Scott y él pertenecían ahora a mundos demasiado distintos. Demasiado diferentes, y Mike sentía que jamás podría encajar en el mundo del pelinegro. Era como si un abismo los separara, demasiado amplio y profundo como para arriesgarse a saltarlo. Y sin embargo, los días que estuvo con el pelinegro, una parte de él sintió que ese abismo se volvía más pequeño. Muy poco a poco, pero la cercanía entre ellos empezaba a hacerse notable. Y cuando pensó que se podían alcanzar aunque fuera con la punta de los dedos, Mike volvió a alejarse de golpe, porque Carmella estaba allí y él no entraba en loa ecuación. Tenía demasiado miedo de volver a ser desplazado de golpe, como sucedió hace demasiado para él. Y una parte de él, tenía demasiadas ganas de perdonarlo y olvidar todo aquello, pedirle que volvieran a ser los mejores amigos, no le importaba que a Scott no le gustaran los hombres, o que no le quisiera como nada más, eso ya no importaba. No cuando estaba con él. Pero no sabía si podría soportar volver a ser abandonado, o perderlo.
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I won't miss him.
Teen FictionScott al fin ha conseguido dejar atrás su vida llena de excesos. Pero hay algo que le falta. Se siente vacío. Su matrimonio ya no funciona como esperaba, y empieza a entrar en una profunda depresión de la que no puede salir. Cuando siente que la vid...