xv. CAPÍTULO SEIS, PARTE DOS. (1/6)

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CHAMELEON.
Capítulo seis, parte dos.

Capítulo seis, parte dos

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Antes de todo.

—Pásatelo súper bien en la cita —le dije, para que cambiara el tema de conversación—. Estoy segura de que Cayetana es un buen partido. Mucho mejor partido que tu novia actual.

Él rió.

—Nadie en la vida va a ser mejor partido que tú —me dio un beso en la frente y sujetó mis manos—. Te quiero.

—Te quiero —le repetí.

Se montó en su coche y lo vi irse, para, acto seguido, marcharme yo también corriendo a casa de Rebeka. Corrí durante diez minutos seguidos hasta llegar a la gran mansión Nunier. Paré frente a la puerta para tomar aire y llamé al timbre.

No tenía ni idea de lo que estaba pasando, pero estaba más que acojonada. Rebe abrió al poco tiempo y me dio un abrazo.

No entendía nada.

—¿Pero qué...?

—No está confirmado, ¿vale? Diga lo que diga Samuel, no está confirmado —se separó de mí y apretó los labios—. Pasa.

La casa estaba muchísimo más vacía que el día de Halloween. Casi parecía... una casa.

De no ser por el trágico pasado que tenía, claro estaba.

Bajamos al sótano, y allí estaba Samuel, con un portátil entre las piernas y una cara de seriedad que me metió incluso más miedo en el cuerpo.

Rebe tomó asiento a su lado derecho y yo me senté a su izquierda, sin decir palabra.

—Espero que sea importante —susurré, y Samu no me respondió, sino que me enseñó dos fotos.

En la primera, se enfocaba a Marina, la actualmente fallecida Marina. No había visto ninguna foto suya. Era realmente guapa. Su cabello fogoso y rizado era hermoso, al igual que el vestido que llevaba. La foto fue tomada en la fiesta de fin de curso, como decían las pancartas que había detrás de ella. Entonces, mi vista acabó en Polo.

—¿Lo has visto? —me preguntó Samuel. Asentí—. Ahora fíjate en esta.

Cambió de foto. Esta mostraba a una pareja sonriente, y por detrás, nuevamente, Polo, caminando.

Fruncí el ceño.

—No lo pillo.

—Mira la camisa de Polo, Em —dijo ahora Rebeka, más que seria, con un tono de preocupación en su voz.

Samuel volvió a tantear entre las dos fotos, y me fijé en lo que ella dijo.

No era la misma.

—¿Pero qué...?

—Exacto —añadió Samuel—. ¿Por qué iba a tener que cambiarse de camisa en medio de una fiesta?

Se me heló la sangre y comencé a temblar.

𝐂𝐇𝐀𝐌𝐄𝐋𝐄𝐎𝐍 | ÉLITEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora