𝐂𝐇𝐀𝐌𝐄𝐋𝐄𝐎𝐍 | donde emilia ayuda a samuel a averiguar quién es el verdadero asesino de marina gracias a sus dotes de camuflaje.
[ÉLITE x OC] [SEGUNDA Y TERCERA TEMPORADA]
[contiene lenguaje subido de tono, escenas explícitas tanto de sexo com...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Polo cogió su bañador y me miró de reojo, con una amplia sonrisa en la cara.
—Espero que no haya cámaras —le dije—. Porque entonces la hemos cagado.
—No hay cámaras, boba, seguro que ese tío las ha quitado todas para poder pajearse tranquilo —bromeó.
Se acercó a mí y yo sonreí.
—Te echaba de menos —murmuró, mirando mis labios—. No sabes cuánto te he echado de menos, Emilia Molineros.
Suspiré profundamente y decidimos volver a clase, donde le dimos los flotadores al profesor, que nos pidió los flotadores y nos mandó a volver a realizar los dos pasos de mierda frente a los demás. Cayetana, Samuel y Guzmán se mantuvieron inalterados mientras los demás aplaudían y Ander me gritaba "reina" y "guapa" junto con Rebeka.
Terminó la maldita clase de educación física y fuimos a los vestuarios a ducharnos y cambiarnos, por lo que Rebe, Nadia y yo tuvimos algo de tiempo para hablar.
El agua de las duchas chocaba contra el suelo, y me saqué el bañador para luego secarme con la toalla que me había llevado desde casa. A mi lado, Nadia se miraba en el espejo para recogerse bien el pelo, y Rebeka cogía el eyeliner para hacerse la raya del ojo.
De repente, me miró a través del espejo.
—Has tardado cuando te han mandado a por los flotadores —dijo, seria, y me encogí de hombros—. ¿Qué ha pasado?
—Me he resbalado con un charco y hemos tenido que buscar hielo para bajar la inflamación...
Nadia bufó.
—¿Qué inflamación?
—No, es que ya se ha bajado. Os acabo de decir que hemos ido a por hielo.
Rebe giró y se cruzó de brazos, antes de mirar a todos lados por si alguien nos estaba escuchando, y procedió a negar varias veces, decepcionada. Yo me incorporé y me coloqué la camisa del uniforme antes de dedicarle una mirada de confusión.
Las gotas dejaron de rebotar contra el suelo, y el humo del agua caliente comenzó a disiparse a medida que Rebeka avanzaba hacia donde yo estaba sentada. Se sentó a mi lado y me miró a los ojos.
—Que lo del Samu no es excusa para... Ya sabes —ladeó la cabeza.
—¡No es por Samuel!
Nadia abrió los ojos.
—¿Samuel y tú habéis roto? —preguntó, extrañada, y su expresión cambió a ser una de alerta—. Perdón... No lo tendría que haber preguntado así. Es que me ha parecido muy raro.
Suspiré.
—Cortó él conmigo porque, según él, el hecho de que me sentara con Ander el día de las entrevistas significa que estoy del lado de Polo —dije, y chisté—. Menuda gilipollez. Seguro que son celos...