xxiii. CAPÍTULO OCHO, PARTE TRES.

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CHAMELEON.
Capítulo ocho, parte tres.

Mientras Guzmán está dentro con mi tía, hablando, de nuevo, y yo intento superar el hecho de haber roto definitivamente con Polo, que se ha marchado sin decir palabra, Omar, el novio de Ander, entra en la clase y me mira extrañado

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Mientras Guzmán está dentro con mi tía, hablando, de nuevo, y yo intento superar el hecho de haber roto definitivamente con Polo, que se ha marchado sin decir palabra, Omar, el novio de Ander, entra en la clase y me mira extrañado. Yo limpio mis lágrimas restantes con rapidez y él acude a mí, corriendo.

Me abraza antes de peguntarme si estoy bien, y respondo con un asentimiento leve que creo que no nota, porque vuelve a preguntarme.

—Estoy bien, Omar... es solo que esto es demasiado —le digo, y asiente, antes de sentarse a mi lado.

—¿Y si han sido los de Rebeka...? ¿Y si... le han hecho algo? —me pregunta. Me da mucha pena que esté así por Samuel, que ahora mismo debe estar viendo la tele mientras come patatas que Guzmán le ha llevado antes—. Estoy pensando en confesar, Emilia... esto es demasiado...

—No confieses —le digo, seriamente—. No confieses, porque no. No puedes ponerte en peligro de esa manera.

—¿Y qué vamos a hacer, esperar a que todo pase como si nada? ¿Disfrutar de las vacaciones sabiendo que Samu puede haber muerto?

Suspiro.

—No... simplemente, no lo hagas, ¿vale? Por favor.

Él asiente.

Guzmán sale de hablar con mi tía y acude a la clase. Omar no lo mira a la cara.

—Hola, Omar —saluda él.

Omar se marcha de la clase y Guzmán me mira, confundido.

—Está así por lo de Nadia —le digo, y él asiente.

—Entiendo —suspira.

Después de un largo e incómodo silencio, me mira de nuevo.

—Esta noche es la fiesta de Navidad. ¿Quieres venirte? Hay que aprovechar el tiempo —me sonríe— antes de que todo se vaya a la mierda de una vez por todas.

Me levanto de la mesa y lo abrazo, acariciándole la espalda.

—No nos pueden ver hablar —le susurro—. Sobre todo él.

—Tienes razón.

Nos separamos y salimos de la clase sin que nadie se dé cuenta.

Cuando mi tía llega a casa yo ya he comido y estoy sentada en el sofá viendo la tele. Como ya estamos prácticamente de vacaciones, a falta de que entreguen las notas, no tengo deberes algunos, y me aburro a niveles masivos.

Mi tía deja sus cosas en la mesa de la entrada y se quita la coleta, para recogerse un moño. Entra a su habitación y al salir la veo con ropa de estar por casa. Al parecer, hoy no va a haber batida por la noche.

𝐂𝐇𝐀𝐌𝐄𝐋𝐄𝐎𝐍 | ÉLITEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora