Capítulo 6.

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-Uhh... ¿Qué hago aquí? ¿Dónde estoy?- se preguntó Zira atemorizado al abrir los ojos y verse en medio de un bosque, donde entraba poca luz y no había ni rastros del campamento.- ¡Adam! ¡Adam, socorro!- gritó echando a correr y tropezando con una raíz. Aquel ambiente no se parecía a nada que él hubiera visto, los pokémon nativos lo miraban con desconfianza y él recordó que no sabía luchar sin las órdenes de un humano. Entonces empezó a lagrimear y siguió avanzando, con dificultad, pues sus patitas cortas y su cuerpo esponjoso no eran muy aptos para una huida rápida.

"Tengo miedo, ¡no sé como regresar al campamento!" pensó temblando al ver volar sobre él una bandada de Corviknights, cuervos de aspecto siniestro. Trató de pensar en un ataque que pudiera hacer en caso de emergencia, pero no se le ocurrió nada. Mientras trataba de orientarse, un gran Corviknight aterrizó ante él y lo miró con dureza.

-¿Qué hace un pokémon como tú en nuestro bosque?- inquirió de mal modo.

-¡Yo no sé... solo quiero volver con mi entrenador!- aseguró exudando temor y haciendo graznar a los demás cuervos que habían bajado hasta los árboles para observarlo.

-¡Aquí no queremos hadas mimadas, niño! ¡Vete de inmediato o verás...!

-¿O VERÁS QUÉ?- intervino Crowley apareciendo de repente y parándose entre Zira y el jefe cuervo. Se lo veía furioso y siseando al máximo, y Aziraphale lo miró como si un ángel de Arceus hubiera aparecido para salvarlo.

-¡No estaba hablando contigo Seviper! Además, ¿por qué te paras a proteger a un Slurpuff? Creí que los tipo veneno no eran amigos de los tipo hada.

-Yo soy amigo de quien se me da la gana- afirmó Crowley usando su cola para cercar a Zira y así protegerlo.- Así que dejame decirte algo, si le llegas a tocar un rizo a este Slurpuff, ¡te envenenaré a ti y a toda tu familia!

Los Corviknight se pusieron muy nerviosos y empezaron a graznar con ira, pero no hicieron intento de atacarlos. Crowley se giró entonces para mirar a Zira y le dijo, con firmeza:

-Súbete a mi lomo, Puffy Zira. Volvamos al campamento.

Zira asintió en silencio y no habló hasta salir del bosque, cuando Crowley lo ayudó gentilmente a bajar de su lomo y lo olfateó con su lengua para ver si estaba herido, o sufría de algún dolor. Allí no pudo contenerse y volvió a llorar, y Crowley se preocupó.

-Puffy Zira, ¡no llores! ¿Qué pasó? ¿Estás herido, te lastimó alguno de esos pokémon salvajes?

-No... no pasó nada, gracias a ti... -Zira lo miró a los ojos y le sonrió con dulzura a la par que tristeza, y Crowley se puso rojo y recordó lo sucedido antes de huir al bosque a rezarle a Arceus. Pero en esa ocasión, no tenía forma de huir, así que se agachó para que su cabeza quedara al nivel de la de Zira y le dijo:

-Yo no permitiría que te pase algo malo, Aziraphale. Nunca.

-¿Por qué...?

-Porque... me gustas.

-¿Yo te gusto? ¿Aunque sea un tipo hada débil, cuyo mayor talento es comer dulces?

A Crowley no se le daba bien hablar con claridad sobre sus sentimientos, pero asintió con firmeza y Zira pareció conmovido. Entonces, se estiró para alcanzar su cabeza y le dio un besito tierno que le removió cada fibra sensible de su cuerpo. Zira parecía muerto de vergüenza pero mucho más animado, y aseguró, con timidez, que a él también le gustaba.

-Pensé que sonaría muy raro si te lo decía, así que me lo guardé para mí. Pero creo que eres el mejor pokémon del mundo, Crowley... valiente, fuerte, compasivo...

-¡Zira, pequeño, yo ...!

Zira rió y le dio otro besito, y el calor fue suficiente para marearlo. Pero no tanto como para no sisear de alegría mientras Anathema y Newton volaban sobre ellos, chocando las manos ante el éxito de su misión.

-Terapia de choque, Newt. ¡Te dije que funcionaría!- susurró la traviesa bruja antes de desaparecer con una risita para no importunar a la nueva pareja. Newton la siguió y pensó lo mismo que ella: su pequeña travesura había rendido frutos. Por lo tanto, había valido la pena.

Trainer AdamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora