Capítulo 10.

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El huevo perdido (tercera parte)

Zira estaba maravillado con su nuevo "hijo", el huevito rosa que encontrara abandonado en un campo de flores. Crowley, que como todo pokémon venenoso pasaba ante los demás por frío y distante, demostró que ese prejuicio estaba lejos de ser verdad: la serpiente no cabía en sí de gozo por la presencia del huevo, al cual daba calor con su propio cuerpo todas las noches y cuidaba con tanto celo como el propio Aziraphale. Adam estaba tan orgulloso de ellos que se lo contó a sus amigos, y todos acudieron a comprobar si lo que decía era cierto: que un tipo hada y un tipo veneno estaban criando un huevo juntos.

-Adam, es extraordinario- comentó Pepper al ver a Crowley llevando sobre su lomo a Aziraphale, que a su vez cargaba al pequeño.- ¡Nunca había oído que dos tipos opuestos pudieran quererse tanto al punto de tener un hijo!

-Técnicamente hablando, no es su hijo...

-¡Sssssss!- siseó Crowley furioso al amigo de su entrenador, Brian, al oírlo decir aquello. Adam echó a reír y le aconsejó a su amigo que no repitiera esas cosas, porque sus pokémon eran muy sensibles al respecto.

-Aunque no lo hayan puesto ellos, es su hijo ahora. Aziraphale lo carga a todas partes, le canta nanas en su idioma, lo limpia y se asegura de caminar con él para estimular su crecimiento. Crowley lo cuida por las noches, duerme con él para mantenerlo caliente, hasta junta bayas él solito para hacer el curry de ambos, como si estuviera practicando para darle de comer a su familia.

-Vaya... realmente notable- silbó Brian.- ¿Y cuanto le falta al huevo para abrirse?

-No lo sé. ¡Oye, Zira! ¿Cuánto le falta al niño?

Aziraphale apoyó la cabeza contra el huevo y escuchó, y al cabo de un rato pudo sentir un gorgoteo. Sonrió con ganas y agitó una patita vigorosamente hacia Adam. El chico se volvió hacia sus amigos y respondió alegre:

-Poco. Con suerte esta misma semana lo tendremos entre nosotros.

Trainer AdamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora