El celular comenzó a sonar, una llamada estaba entrando, con los ojos cerrados y la cabeza aún posada sobre la almohada, Emilio estiró el brazo hacia la mesita de noche que se encontraba al lado derecho de su cama, tiró todo lo que se encontraba arriba de esta hasta que llegó al aparato que le interesaba, lo acercó a él y miró la pantalla, el nombre de "papá" se iluminó en esta, rápidamente atendió.
—Espero que ya estes despierto, bañado y desayunado, Mario te espera a las 7:00am en su oficina.–el rizado miró la hora en el reloj que se encontraba decorando la mesita del lado izquierdo de su cama. Este indicaba las 6:45am.
—Si padre, justo estaba saliendo de ducharme.–mintió.
—Emilio, necesito que le pongas de tu parte a esto ¿Okey?
—Claro que lo haré padre, ahora si me permites, pediré el desayuno, hablamos luego.–al no recibir respuesta del otro lado de la línea, el joven colgó, se levantó de la cama y ahora si, se dirigió al baño para darse una ducha exprés.
Después de ducharse, tomó una barrita en el compartimento exterior de su maleta, ese sería su desayuno. Terminó de prepararse y salió casi corriendo de su habitación, 7:10am marcaba el reloj que decoraba su muñeca, llegó hasta el elevador de empleados y comenzó a picar el botón demasiadas veces hasta que esté por fin abrió y subió a el, Mario se encontraba en este.
—Estaba por ir a buscarte. Buenos días.–saludó el de cabello canoso.
—Buenos días.–saludó de igual manera el rizado.—Lo lamento, no sonó mi alarma.–se disculpó. No obtuvo respuesta de parte de Mario.
Cuando llegaron al sótano la gente ya se encontraba preparándose para sus labores, las camaristas estaban ordenadamente formadas por fuera de lavandería, cada una esperando ser atendidas por las mujeres de la lavandería.
—Ángela y Luz se encargan de darle las sábanas ya planchadas y dobladas a nuestras camaristas, toallas, almohadas y todo lo necesario.–explicó el mayor.—También pueden venir durante el día si es que algo les hace falta.
—Pero con lo que llevan en las manos no es suficiente para todas las habitaciones y será muy cansado estar subiendo y bajando para eso.–habló Emilio.
—Cada piso cuenta con un cuarto donde las camaristas guardan sus carritos, ese lugar está lleno de cosas que pueden ocupar. En este momento solo se están llevando lo que ellas creen que les hace falta en el cuarto para así no tener que regresar si es que si lo necesitaban. Más tarde le dire a Ángela y Luz que te lleven con ellas.–sonrió Mario y entró a la oficina.
Sera un día cansado para Emilio.
...
—Odio tener que andar en camión, sudo todo mi uniforme.–se quejó la rubia mientras acomodaba sus lentes.
—Ya deberías comprar un auto Graciela.–respondió Joaquín mientras abría la puerta para dirigirse al sótano del hotel.
—Ya tengo mis ahorros, pronto lo tendré.
—Gracias a Dios llegaste.–la peculiar voz de Ángela interrumpió la conversación de los jóvenes.
—¿Qué pasa?–preguntó el castaño,
—Pasa que Osorio Junior está en lavandería mientras Mario se encuentra en una junta y tiene las sábanas todas mal planchadas, las toallas mal dobladas, voy a necesitar tu ayuda angelito.–la mujer lucia algo agobiada.
—Le dire a Miriam que no podré ir con ella a piso y me quedaré a ayudarles.
—Te digo que eres un ángel.–la mayor abrazó a Joaquín.
—Si es necesario Graciela puede quedarse también.–ofreció el más joven.
La chica mató a su amigo con la mirada.
—No es necesario, contigo nos sobra y nos basta. Bien, ya me voy que se esta quejando de unos manteles mal lavados en la cocina.–caminó la mujer dejándolos solos de nuevo.
—Me odia.–habló por fin Graciela.
—Nadie en la cocina le va a ganar.–afirmó Joaquín.—Y no te odia, solo que esta despechada porque nos dejaste y te fuiste a eventos y banquetes.
—Uno, confirmo que nadie le va a ganar en discutir a esa mujer, con solo verla da miedo y no hablemos de su voz.–la teñida hizo una cara de susto.—Y dos, se suponía que ambos íbamos a rotar por las distintas áreas, tú al final decidiste quedarte.–se quejó.
Discutieron sobre el tema lo que quedaba de tramo hasta llegar a lavandería, donde Joaquín se quedaría. Se despidieron y el chico entró al lugar.
—Hola.–saludó con entusiasmo. Luz volteó y su cara se llenó de alivio, por otro lado, Emilio solo lo ignoró.
—Que bueno que estás aquí.–se acercó la castaña hacia el más pequeño.
—Ángela ya me contó todo, les voy a ayudar.–Joaquín le dio un pequeño apretón en la mano y comenzó a tomar las sábanas que se tenían que lavar.
Luz comenzó a separar las sábanas y las toallas sucias en carritos distintos para que fueran lavadas, Joaquín después de meter a las sábanas a lavadora, sacó las que ya están secas para meter toalla a la secadora, dobló las que estaban mal dobladas. Cuando ya no quedaba mucho por hacer Joaquín tomó las sábanas mal dobladas por Emilio y las volvió a meter al carrito de donde se sacaban las sábanas que se tenían que planchar.
—¿Qué estás haciendo?–por fin la voz de Emilio se hizo presente, en estos momentos sonaba un tanto enojado.
—Mi niño, joven Emilio, Ángela me necesita, ahorita regreso.–la mujer salió de aquel cuarto dejando solo a los dos jóvenes.
—Es que lo estás haciendo mal.–le respondió Joaquín.
—¿Tu que me vas a estar diciendo a mi?–Emilio ignoro al más joven y siguió metiendo las sábanas mal acomodadas a aquel aparato que las planchaba. Joaquín espero a que saliera.
—Muévete, así no se hace. Mira.–tomó lo que estaba saliendo de la máquina.—Salen todas dobladas.–la estiró para mostrarle.—Tienes que tomarla de los dos extremos que se parecen, estiras, lo acomodas a lo largo en el mangle* y lo vas a estirando conforme vaya entrando para que no se doble la tela.–explicaba mientras hacía todo el procedimiento.
Emilio solo miró con atención un tanto foribundo, ¿Cómo un mancebo va a decirle cómo hacer las cosas? Emilio se acercó al carrito y tomó una sábana haciendo de mala gana los pasos que el más joven había hecho con anterioridad. Mario apareció por la puerta y rápidamente Emilio dejó lo que estaba haciendo para ir hacia el mayor, no sin antes darle una mirada gélida.
—Emilio, que bueno que sigues aquí, iremos a piso.–sonrió.—Dile a Joaquín que venga con nosotros para que no se quede solo.
¿Qué acaso no se puede deshacer de ese niñito?
Mangle: es un equipo que sirve para planchar y aplicar vapor a las telas de mayor tamaño, como sabanas, manteles, cortinas, etc.
Hola!
Ya regrese con un capítulo nuevo, no tiene mucho Emiliaco pero es necesario para que vayan comenzado a relacionarse nuestros personajes, espero que les haya gustado.Nos leemos luego.💗
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O' Hotel (Emiliaco)
Fanfiction-Dime que quieres Emilio ¿Qué quieres para poder tenerte feliz?-preguntó el hombre ya enfadado. -Algo que el dinero no puede comprar. -No existe nada que el dinero no pueda comprar, ya dime que es lo que quieres. Necesito a mi hijo de nuevo, te quie...