Después de un fin de semana, de un merecido descanso de la universidad y de las prácticas en el hotel, Joaquín se encontraba de regreso.
—Iras con Anais.–le indicó Mario en cuanto lo vio entrar a la oficina.—Miriam no puedo venir hoy y esta vez no puedo llevarte conmigo.–tomó una tabla y se la extendió al joven.—Esas son las habitaciones que deben de checar, por favor revísenlas muy bien.
Joaquín tomó la tabla con la hoja que le indicaba las habitaciones y salió al corredor para dirigirse al elevador de empleados. Un joven que no había visto antes se encontraba esperando a que el elevador se abriera, Joaquín le sonrió en modo de saludo.
—¿Practicante?–habló el chico de cabello oscuro. El más joven asintió.
—¿Nuevo?–el chico, quien llevaba uniforme
de botones, negó.—Regrese de mis vacaciones. Soy Rayan, mucho gusto.–le extendió su mano.
—Joaquín.–correspondió a la acción.
Las puertas del elevador se abrieron y una Anais bastante apresurada salió de este.
—Mi niño.–dijo con sorpresa al toparse al más joven.—Ven, te estaba esperando, hay que llevar unas cosas que faltan al quinto piso y revisar las habitaciones que Mario dijo.– tomó a Joaquín de la mano y lo jaló hasta lavandería. Joaquín apenas pudo despedirse del chico con una sonrisa.
Después de tomar las cosas que hacían falta, el castaño y la mujer de cabellos color oro regresaron al elevador, cuando esté los llevo al piso indicado, comenzaron la revisión. Estuvieron checando cada habitación con lujo de detalle, que no hubiera nada fuera de lugar, Cuando por fin terminaron en los pisos inferiores, se dirigieron al quinto piso para dejar las cosas que eran necesarias.
—Hola de nuevo.–Rayan saludó a Joaquín.
—¡Regresaste de tus vacaciones!–la rubia saludó muy alegre al muchacho.
—Si, no notaste mi presencia allá abajo por lo apurada que ibas.
—Discúlpame Ray, mira, te voy a dar esto para que me perdones.–Anais sacó un chocolate y se lo dió.—Bien Rayan, nosotros te dejamos porque tenemos que dejar estas toallas y regresar a pasar todo a la computadora.
—Tal vez pase a verlos un momento, eso de ser el "mayordomo" del quito piso es aburrido, los riquillos no me necesitan mucho que digamos.–Anais solo asintió y se despidió del joven, para después dejar las cosas en la habitación que las necesitaba.
Cuando por fin terminaron las labores en las habitaciones, se dirigieron al sótano para poder pasar la información que faltaba a la computadora.
—Toma.–la mujer le dió dos chocolates a Joaquín.—Fuiste muy buen compañero.
Joaquín tomó los dulces y sonrió, por dentro deseaba poder ver a Emilio y regalarle uno de sus chocolates. Cuando llegaron, se encontraron a Mario en el pasillo, la sonrisa que Joaquín tenía en su rostro desapareció cuando vió que el mayor no iba acompañado del chico de cabello rizado, deseaba poder alcanzarlo y preguntarle por Emilio, pero no era algo muy prudente, ¿A él que le interesaba saber de Emilio? Seguro Mario lo miraría raro.
Entraron a la oficina y se dedicaron a pasar toda la información de las habitaciones que estaba desocupadas y las que estaba ocupadas, las que no quisieron limpieza, etc. Cuando terminaron se prepararon un café y pusieron algo de música, tocaron la puerta y antes de emitir una respuesta, esta fue abierta y la cabeza de Rayan se asomó.
—Ya llegue.–sonrió y sin esperar a que le dieran permiso entró.—¿Qué nos darán hoy en el comedor?–el chico de cabello negro sentó aun lado de Joaquín.
—Creo que hoy darán cosas temáticas Mexicanas, ya estamos en el mes de septiembre.–dijo la rubia.—Hablando de comer, es hora de irme ya, ha terminado mi jornada de trabajo.–tomó las tazas para ir a lavarlas.
—¿No comerás conmigo hoy?–la detuvo Joaquín. La rubia negó.—Deja las tazas, yo las lavaré.
—Muchas gracias mi niño.–la mujer le sonrió para después depositarle un beso en la coronilla, dejando al castaño a solas con Rayan.
Joaquin tomó las cosas que Anais había dejado y salió de la oficina dirigiéndose al lavadero y limpiar las tazas, de tras de él lo seguía Rayan.
—Al parecer yo seré tu compañía en la hora de la comida.
—Mi amiga lo será.–se limitó a responder el castaño.—Claro que puedes sentarte con nosotros si así lo quieres.–dijo eso restándole importancia y siguió enjabonando.
Cuando terminó lo que estaba haciendo miró la hora y entró de nuevo a la oficina, tomando su mochila. Cerró esta con seguro y se dirigió al comedor, en donde por suerte, la chica de lentes y cabello teñido ya lo estaba esperando.
—Ya te serví.–la chica dijo en cuanto vió a su amigo entrar. Joaquín susurró un gracias.
Por otro lado, el pelinegro se dirigió por una charola para servirse y después dirigirse a otra mesa lejos de la de Joaquín y su amiga.
—¿Quien es ese chico y por qué mira tanto para acá?
—Un botones.–se limitó a responder el chico y se dedicó a comer.
—Es incómodo que miré tanto para acá. Le iré a preguntar si tiene algún problema.–la oxigenada tenía las intenciones de levantarse pero si amigo la detuvo.
—Tranquila Grace, mejor comamos.
—Cambiando de tema, Mario siempre va a la oficina y el rizado lo acompaña ¿Por qué esta vez no estaba con él?
—¿Por qué tendría que saberlo?–sin siquiera tener la intención de parecer enojado, el chico hizo parecer eso.
—Oye, tranquilo, era solo una pregunta, lo decía porque es tu compañero.
—No creas que me la vivo pegado a él, o que se todo lo que hace, ni siquiera note su ausencia.–mintió.
—Uy, mamoncito.
—Bueno, simplemente no me preguntes por cosas que no se y no me interesan.
Entonces, Joaquín duró una semana, una semana sin saber del chico de rizos y por más que quiso esfumar su preocupación por Emilio, no podía, fingir que no le interesaba lo hacía bien, pero sacar al rizado de su cabeza, eso le costaba.
Holi
Se que este capítulo no tiene Emiliaco pero es necesaria la ausencia de Emilio para cosas futuras, espero que les haya gustado el capítulo.Pregunta:
¿Qué opinan de Rayan? ¿Creen que se quiera ligar a Joaquín?
Y pues de nuevo para decirles que tengo otra historia, ya termina, se llama Hotel California, por si gustan ir a leerla.
Bien, eso es todo, nos leemos luego. 💕
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O' Hotel (Emiliaco)
Fanfiction-Dime que quieres Emilio ¿Qué quieres para poder tenerte feliz?-preguntó el hombre ya enfadado. -Algo que el dinero no puede comprar. -No existe nada que el dinero no pueda comprar, ya dime que es lo que quieres. Necesito a mi hijo de nuevo, te quie...