12 ➳열둘

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Jimin llegó con la vista nublada gracias a las lágrimas retenidas hacia el baño. Entró y fue hasta el último cubículo para encerrarse en él. Una vez ya se había asegurado de que estaba bloqueado se arrastró hasta el suelo y hecho un ovillo comenzó a llorar.

Yoongi amaba a otra persona. Otra persona que no era él.

El pelinegro ni siquiera sabía el porqué de su llanto, pero dolía mucho al pensar que esa persona de que la que estás enamorado no te corresponde ni en la más mínima parte y encima de eso, amaba a alguien más. Park sabía del amor no correspondido, y también sabía que sus posibilidades de estar con Yoongi estaban muy lejos de él, demasiado lejos tal vez.

Pero aún así dentro de él aún existía esa esperanza.

La esperanza de que Yoongi le correspondiera algún día tal vez no muy lejano. La esperanza de que Yoongi pudiera llegar a sentir tan dentro de su piel lo mucho que Park le amaba. La esperanza de que su pálido Hyung le dedicara dulces palabras al oído mientras lo abrazaba y le decía lo mucho que lo amaba. Y todas esas esperanzas desaparecían como lágrimas en la lluvia.

Muy dentro de sí mismo, Jimin comprendía el hecho de que Yoongi amara a otra persona, lo comprendía a la perfección. Min Yoongi era un chico bello, normal, con demasiados valores buenos, que podía fácilmente tener a una bonita animadora a su lado. Sin embargo él...

...¿qué demonios tenía él?

Él era sólo Park Jimin, el aburrido y mudo Park Jimin. El chico del cuál todos se compadecen por su extrema fobia social. El chico del cuál todos murmuran a sus espaldas por ser anormalmente tímido. El chico el cuál todos se cuestionan porqué está en una escuela para normales siendo él tan anormal. Todo por culpa de su maldita enfermedad. La maldita enfermedad que nunca deseó tener.

Sorbió la mucosidad de su nariz y limpió las lágrimas de su rostro con rudeza, sintiéndose cada vez más roto. Cada vez más muerto...

—¿Jiminnie...?— Preguntó Seokjin, adentrándose al baño para chicos del Instituto. Los sollozos y jadeos casi sin aliento de Jimin, le indicaron que este estaba en el último cubículo.

Con el alma hecha pedazos se acercó a la puerta y trató de abrirla, pero sólo sintió el peso de Park evitando que este entrara.

—¿Jimin? Anda, ábreme, por favor.— El mayor intentó abrir la puerta de nuevo sin conseguir nada. —Jimin, te lo ruego...

Bastaron unos segundos y Park se deslizó por la puerta hasta llegar al suelo y permitir que las lágrimas se escaparan de nuevo junto con sus pequeños jadeos casi murmurados. Seokjin, del otro lado, se arrodilló frente a la puerta y pegó su frente a esta sintiendo todo el dolor del pequeño Jimin llegar a su ser. Los lastimeros jadeos y pequeñísimos chillidos de dolor de Jimin hacían a Kim querer huir, porque él se rompía al escuchar al pequeño pelinegro llorar y Jimin no querría un amigo que le recuerde su depresiva vida.

Jimin no lo soportó un segundo más y decidido sacó de su mochila su cuaderno, ese cuaderno en el que escribía a sus amigos. Arrancó la primera hoja que vio y escribió con un rotulador negro la frase para luego pasar la hoja por debajo de la puerta del cubículo.

El mayor se asombró al ver la temblorosa manita de Jimin extender por debajo de la puerta una hoja con algunas lágrimas y una gran frase en negro escrita. Al tomar la hoja y leerla, los ojos de Seokjin se tornaron acuosos y cubrió sus labios con su mano libre. No podía estar pasando de nuevo...

Seokjin Hyung, diles que se callen...

Jimin comenzó a gemir de dolor tan lastimeramente que los ojos del mayor se cristalizaron... Jimin estaba volviendo a lo mismo.

—¡Jimin! ¡Jimin no por favor...! ¡No nos hagas esto!— Gritó Seokjin desesperado golpeando la puerta, las primeras lágrimas comenzando a salir. Ese ángel no podía estarse rompiendo así.

Jimin del otro lado gemía de dolor mientras negaba con la cabeza y se cubría sus oídos con sus manitos. No quería oírlos...

No de nuevo...

No tan fuerte...

No lo pensó mucho y agarró el estuche donde guardaba todos sus lápices y rotuladores para sacar su más fiel amiga... su más fiel y filosa amiga.

Esa que quitaba sus penas con unos cuantos cortes.

Necesitaba callarlos... No soportaba un segundo más oyéndolos... Y necesitaba sentir su dolor irse...

Lo necesitaba demasiado...

La pegó a sus muñecas y deslizó de forma vertical, el líquido carmesí brotando de la pálida piel de sus muñecas al instante y su mente despejándose en segundos. La gratificante sensación de sentir la sangre fluir en su piel lo relajaba y le hacía olvidarse de ellos... de esas voces que odiaba escuchar. Volvió a deslizar el objeto filoso y las gotas de sangre cayeron al suelo marchándolo. Jimin pensó en detenerse, pero no era suficiente... todavía podía escucharlos...

Y él sólo deseaba callarlos... tal vez para siempre. 

—¡Jimin...! ¡Jimin! ¡JI- — Gritó el mayor y Jimin había dejado de escucharlo, sumergido en su propio mundo, ese mundo oscuro, donde sólo eran él contra ellos.


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¿Qué tal? El angst no es mucho lo mío y puede que a veces ponga más drama que angst y bueno... me confundo un poco...

Esto último que puse... bien, no me gusta hablarlo pero por favor, no lo hagan, NO LO HAGAN BAJO NINGÚN CONCEPTO. ESA NO ES LA MANERA.

No pueden pensar así y esto no está incitando a nadie a realizar lo descrito. Por favor, tomen las decisiones correctas y no acaben con el regalo de vivir. Todos tenemos problemas y una vida sin ellos no sería vida.

PD: Este capítulo está dedicado a: @sukulentas_bagtang

Gracias por tanto apoyo y palabras hermosas, me alegra mucho que te gustara el contenido que publico ^^

Why you don't Smile?  » Yoonmin «Donde viven las historias. Descúbrelo ahora