"Pudiste contra todo, pudiste contra los tiempos difíciles y el dolor. Pudiste contra todas esas veces en las que todo lo que querías era rendirte... así que déjame decirte que estoy orgullosa de ti Alexandria"
"Portada echa por _stellacadenti"
Está...
Miré el techo de mi habitación, encerrada por saber solo la verdad, viviendo en el espacio y en una pequeña habitación.
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Hace noventa y siete años atrás, la Tierra fue destruida por una guerra nuclear. Solo cuatrocientas personas lograron salvarse en doce naves que fueron enviadas al espacio.
En el presente, las doce naves están conectadas como una sola, llamada El Arca, que ha visto incrementar su población a casi cuatro mil personas, lo que ha derivado en la escasez de alimentos.
Las autoridades del Arca han tomado medidas como el control de natalidad y la pena de muerte para garantizar su supervivencia.
Mi padre había muerto por saber la verdad, había sido flotado mientras que yo me quedaba encerrada como un delincuente, solo por ser menor de edad.
Me levanté y tome mi gis para seguir pintando, era lo único bueno que tenía qué hacer, tampoco es que pudiera hacer mucho en un lugar tan pequeño.
Minutos después la puerta se abrió, frunci el ceño levantándome para ver a dos guardias.
-¿Qué hacen? Aún no es mi tiempo-. Dije ya que los guardias nunca entran ni siquiera para darte de comer.
Solo arrojan una charola por un pequeño espacio debajo de la puerta.
Los malditos guardias ni si quiera dijeron nada, me tomaron a la fuerza a pesar de que yo trataba de soltarme, rasguñandolos un poco.
-¡¿Qué está pasando?! Tengo derecho a saberlo-. Dije pataleando, mientras más guardias se acercaban.
-¡Detenganse!-. Se escucho la voz detrás de nosotros.
Los guardias me soltaron y yo gire hacia atrás, solo para ver a mi madre, la cual detenía a los guardias para después abrazarme.
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-¿Qué está pasando?-. Le dije sin comprender, ella aún me seguía reteniendo en su abrazo.
-Sabes lo que está pasando Clarke, el consejo decidió usarlos a ustedes, el tiempo se agota para nosotros-. Dijo mi madre y yo frunci el ceño.
