Alex
No es lo que parece.
Hay sufrimientos tronadores y no son sus filos los que cortan,es la mano de quien sostiene el mango.
Estaba acostado en el sillón cuando el rubio entra con palomitas de maíz, me corrió mis pies de la punta del mismo y se sentó. Lo saqué de mala gana y, en consecuencia, me alcanzó la comida. Lo miré,extrañado.
No es buena señal, siempre quiere mantener mi estómago lleno ante las malas noticias.
—Me voy en unos días. Samanta me ha llamado. —su boca dispara balas que no puedo esquivar.
Al escuchar su nombre desvío la mirada. ¿Como un conjunto de palabras puede remover tanto por dentro? Acomodo los papeles esparcidos por el piso y los guardo.
—Si quieres puedo decirle... —lo interrumpí con la mano alzada. Mantenerme alejado es la mejor decisión que he tenido. Si pregunto, una respuesta no sería suficiente para detenerme. Había dejado claro que no volvería.
—Yo me hago cargo de tu función en el bar de Nana. —sentencié sabiendo por qué me lo decía. Tendría que abrir más tarde la librería. Tendría que colgar un cartel que avisara el horario momentáneo en la puerta. Siendo el encargado, y ante las buenas ganancias que estamos obteniendo, podía permitirme abrir más tarde.
—Alex..
El tono en el que pronunció mi nombre es cauteloso. —Estoy bien ,Adán. Las cosas malas pasan.
—Pero no hace falta que te martirices por ellas.
Puse mi atención en el cuenco de la comida y me metí un bocado de palomitas para rellenar mi garganta de evasivas.
Él no lo entiende, que un error puede volver un latir en blanco y negro, evitando que puedas ver más que eso.
—Lo tengo controlado. —aminoré, tratando de tragar no sólo el maíz, sino la enredadera de sentimientos que desnudaba el nombre de mi madre.
—Es bueno saberlo. La enfermera me dijo que no lo vas a ver hace un mes.
—Tengo que trabajar. —mi voz rebotó ,apáticamente, el contrario de lo que quería pretender. Me estoy comportando como un idiota y solo hago que la tensión que acumulo crezc. . Asistió la cabeza sin mirarme. —Y tú tienes que tomar más horas conmigo, pasas mucho tiempo con tu amiga desde que llegó, ya me tienes abandonado —repuse sonriéndole de medio lado.
Nana siempre decía que mi sonrisa estaba mal ajustada. Mi lado izquierdo de la boca se subía más que la derecha y eso a Adán lo ablandaba.
— A ti te veo todos los días, hasta creo que usurpas mis sueños.
—Legalmente. —confirmé
—¿Podrías hacerme un favor? Se que no es momento...—mis pupilas delatan que no frene su diccionario.—Es un día el que no voy a estar y Maia es nueva con todo esto de armado de cosas y quería que la ayudaras para que se sienta cómoda.
Medité sus palabras, aunque aceptaría complacido. Si él velaba por el bienestar de esa chica, yo lo haría también. —¿Ella no quiere estar aquí?
—Cuando estás en un lugar desconocido, a pesar de la familiaridad, sigue siendo nuevo. Quiero que se sienta como en casa. —aclaró encogiéndose de hombros alargando la mano para untar su mano en el azúcar derretido.
Coloqué mi mano en mi frente en un saludo militar. — Misión a cumplir. —prometí
Rodó los ojos y la nitidez de la luz de la lámpara de la sala deslumbró un brazalete de metal en su mano derecha. Las letras se inscriben con delicadeza.
—¿Dónde lo has encontrado? —Me tensé. Sin entender,sigue el camino de mis ojos, que creo que empezaron a quemarse en una llama delictiva.
Tragó con dificultad, se lo sacó y me lo tendió acalorado. Para aclarar, Adán no se avergüenza de nada, por lo que se le ha escapado.
—Lo he encontrado en el baño, te lo habrás quitado para ducharte, supongo. Me la puse para no olvidarme de dártela.
La agarro y la cubro sobre mi piel. Vuelvo más comida para que mi boca se entretenga para no querer escupir el dióxido que absorbió mis pulmones al tocar las siglas del amuleto que ella llevaba consigo siempre.
—Sonríe un poco, el deseo de ella, y el de nosotros siempre fue que consiguieras seguir adelante por completo.
Saqué mis dientes como si mordiera sus palabras y las dejara indefensas en mis labios.
Las palomitas golpearon mi nariz,y le tiré a el también. Estuvimos jodiendo entre los dos un rato.
Pospuse mi pantomima de aparentar ir a dormir cuando no me salía. Nana apagó la lámpara de su habitación hace rato y Adán se internó en ponerse gel antes de acostarse.
La pulsera de plata descansa en mi mano, la aprieto con fuerza, deja marcas en mi palma. Hojeo mi cuaderno de notas y leo lo último que mi alma pudo exorcizar antes que se torciera por completo:
Mi cuerpo divulgó su camino hacia el metro a esperarlo. Demasiado eco en un espacio reducido bajo tierra. Una anciana leyendo el periódico local. Un niño llorando, llamando la atención de su madre, con la vista felina en los dulces del kiosko que vendían en la estación.Las voces anunciaron una demora de una protesta .No hubo demasiado problemas,porque el niño dejó de llorar,satisfecho.La anciana quedó en trance con la melodía de un artista callejero y yo me asomé al pasillo, no te veía seguirme. Ya no tenías con qué voz llamarme, y la mía perdió su tono.
Acomodé mi ropa,como si estar presentable ante la caída me haría más respetable.
Pienso que es mi tiempo de dejarte ir. Despedirme de lo alto que se escucha tu risa en estos relojes que parecen no conocer el suficiente, dejando una sensación que me rodea, pero no me toca.
No te marches.
No me dejes.
No desaparezcas.
Hay una habitación vacía que duerme demasiado, al cual acaricias con tus bostezos, del otro lado del pasillo, un chico tirado en el suelo con un bolígrafo trazando tintas en su piel llena de remordimientos.
Fue cortar un cordón umbilical, chocar con un mundo invisible, y verse fuera de su refugio. Esta vez no hubo llanto. En su estación no hubo una voz que cantara otra pérdida porque se le ha desgastado la melodía.
He quedado solo de nuevo.
Adán iba a visitar a mi madre y yo, daría vueltas hasta que su rostro le devolviera el color.
Sacudí mi cabeza.
Lo importante es que conocería a esa chica.Maia creo que se llamaba.Espero causarle una buena impresión.
No aguantaria más pena en mis dias mas de las que tenia .
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Las estaciones susurran tu nombre.
RomanceCoincidieron en un lugar y espacio. Sin ansias y esperas. Se encontraron vagando;perdidos; en un andar casi lento. Ella con su timidez escondía los fragmentos que intentaba unir en su intento de entenderse. Él con su optimismo y sonrisas retratad...