Alex
Estoy a salvo de los libros,
hasta que estos abran sus tapas.
El sueño me bateó como una pelota de beisbol. Adán se levantó temprano para ir a buscar a su mejor amiga que venía a la ciudad y me arrastró con él. El desayuno se basó en comer con ansiedad las medialunas porque mi amigo no podía con su nerviosismo. Le he escuchado años hablar de ella y de sus encuentros. Me contó tanto que podría tatuarme la imagen que de la chica ya de adulta en todo el cuerpo.
Tengo entendido que por la mudanza de sus padres por el negocio del Bar los mantuvo a una distancia que no estuvieron acostumbrados pero que, según él, no hay tijera que pueda cortar su lazo. Tomó su campera con el logo que él diseñó para la empresa en la que estaba haciendo su pasantía, me dio un apretón en el hombro y se fue corriendo constando su teléfono con la boca abierta, aun con los restos de comida.
Asqueroso.
Lo único que supe de Adán antes de cerrar la puerta fue un: ¡Mierda!
La risa de Nana me hizo sonreír.
Otra vez se agarro los dedos con la puerta.
Se me acalambró el cuerpo como hubiera sido yo el que lo recibió.
Tomé la copia de las llaves de la casa de Adán, ya que de tanto entrar y salir todo el tiempo era mejor darme unas propias.Me fui a la librería luego de vaciar la taza de café , que seguro necesitaré también más tarde.
La librería la había construido mi padre. Él era amante de los libros. Fui creciendo con su perspectiva tan analítica de las cosas que, a medida que fui creciendo, fui adoptando una pasión a los libros casi igual o superior que él. El lugar estaba ambientado de una manera peculiar, distintiva. Las paredes, al contrario de las librerías usuales, qué son blancas, estas son color azul marino oscuro. Desde un extremo al otro unas luces colgaban, haciendo que resalte su tonalidad. Los estantes con diferentes formas: El área de los libros de arte, están depositados en un estante color rojo en forma de pincel; Los de literatura clásica en un estante celestino en forma de bailarina. Claro está, que al que siente una pasión hacia los libros, esté seria su lugar en el mundo. Observé todo, queriendo detenerme en cada objeto del lugar, sin perderme ningún detalle. Pensando en lo que mi padre dejó atrás.
El leía en sus tiempos libres, bebía personajes, se anestesiaba de sucesos. Susurraba vocablos.
Un día le pregunte cuál era su libro favorito, y si tenía que optar por pintar y leer con qué se quedaba. Directo, sincero, sin tactos, pero con un tinte de perspicacia, musitó:
Alex, hijo mío, no tengo elegidos, los tengo por estaciones, por momentos. Si quiero un abrazo, leo Neruda, si quiero tragedia cazo a romeo con su Julieta. Si deseo el narcisismo, opto por vestirme de Healcriff. Existen pieles, porque existe algo que cubra los músculos. Leo porque su compañía es silencio en panderetas. El día que me escuches tomar por uno, no estaré en mis cabales. Como confesaba el conejo de Alicia, ha perdido la cabeza. Pff...eso de elegir. Yo no te pregunto si me quieres más a mi o a tu madre...espero que no sepas que contestar, porque con que digas ella no te dejaré comer dulce los viernes durante un mes, no me querrás ver decepcionado ¿No?. No hay elección cuando quieres algo, podes tener más afinidad hacia una que otra. Leo porque me gusta viajar sentado. Pinto porque me gusta expresarme cuando las palabras me sobran. Soy empatizante y también el que lo sufre. Amar es aceptar, pero también expulsar... encuentra tu pincel, ve por esa vena que late de prisa, y a su vez, consigue alguna hamaca para descansar y beberte los colores de la vida.
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Las estaciones susurran tu nombre.
RomantizmCoincidieron en un lugar y espacio. Sin ansias y esperas. Se encontraron vagando;perdidos; en un andar casi lento. Ella con su timidez escondía los fragmentos que intentaba unir en su intento de entenderse. Él con su optimismo y sonrisas retratad...