[•13] primera parte.

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–¡Hey Alemania!– gritó feliz el ruso, sus mejillas se calentaban dejando un color carmesí marcado, los nervios lo consumía pero hizo lo posible para que no se notará.

–¿Eh?– Un pequeño Alemán, se encontraba en su cuarto aburrido jugando pero cuando escucho su nombre se levantó dejando de jugar con su tren de juguete, se asomó a la ventana y por un momento su vista se nublo de la emoción que tenía, sonrió inconscientemente, abrió la ventana para poder escucharlo bien.– ¿Sí? Recargó sus brazos y cabeza sobre el marco del vidrio apesar que le dolía y que le dejara marca. Con tan solo mirar a Rusia no le importaba.

–Por favor, sal de tu casa, quiero pasear contigo.– su voz tímidamente suplicaba para que el alemán accediera, Dios ¿Ni siquiera un buenos días primero?–d-digo digo, claro que sí tu quieres.– con todas sus fuerzas hacia que no tartamudea pero era algo imposible pues ese chico alemán lo volvía loco.

– si quiero, pero... mi padre odia que salga de la casa, y no sé cuándo volverá ¿Y si se entera?– alarmado el alemán le dió explicación.

–No importa, mis hermanos me apoyan, Ucrania, bielo y Kazajistán supervisa la salida de tu padre y el mío, así que nos avisarán con diez minutos antes de que regresen, vamos Ale me tarde tanto en hacer esto y tuve que hacerles varios favores para que me ayudaran.– ayudaba su voz era tan linda cosa que Alemania escuchaba una canción con cada palabra.– Les conté de ti y les caíste bien, harán bien su trabajo, ¿Ya estás convencido?– se acercó más a la ventana para poder ver bien al alemán.

–Por supuesto.– dijo tan embobado ya que se perdió en los ojos del ruso por un rato.

El alemán tenía llaves de repuesto de su casa, cosa que no ignoro y corrió bajando las escaleras evitando ser visto por las mucamas y mayordomos pero el personal no le daba importancia al niño, así que era cosa fácil y cuando estaba abriendo la puerta soltó un pequeño chillido de felicidad cuando la puerta salió rodeó su casa y cuando vió al pequeño Rusia corrió rápido para abrazar al ruso.

–Hola– dijo tímidamente al despegarse del pecho del más alto.–¿Como est-. Ni siquiera pudo terminar su oración ya que el ruso volvió  abrazarlo.

–Cielos, debemos apurarnos si queremos aprovechar este día.– se separó rápido y tomo la mano del alemán guiandolo a la vecindad.

El alemán embobado no sabía que decir simplemente se limitó a ver seguirlo y morir por dentro de felicidad.

Mientras caminaban Rusia hablaba con Alemania para distraerse del silencio que ellos había.

–Y por alguna razón acabamos los cuatro en un auto en movimiento y Kazajistán llorando mientras conducía, Ucrania sacando su cabeza por la ventana, bielo cantando canciones mientras cerraba los ojos y yo de copiloto.– a nadie le contaba esto pero con su acompañante le encantaba que lo escuchará y claro no se hicieron esperar las risas de los dos chicos.

Carcajadas era producidas de la boca del alemán pero ocultaba su sonrisa con sus manos, claro Rusia lo notó.– ¡Hey! Tranquilo, esa sonrisa es demasiado perfecta para que la ocultes.– Rusia agarro las manos del menor y discretamente sobaba con sus dedos sus palmas, mientras Alemania miraba nerviosamente al ruso.

Risitas nerviosas se escuchaban del menor.– Eso, me encanta ver esos hermosos dientes que tienes.– el mayor habló sujetando los hombros para después abrazarlo.– Bueno eres de los pocos que los verá.– respondio aceptando el abrazo.

–¡Ah! ¿oye quieres una agua de coco?– dijo gritando casi directo al oído del menor (oh lo que tengan para oír, xd) austandolo pero obviamente no podía aceptando y como no si los ojos del mayor brillaban.

Los dos caminaron hasta el puesto rodante que vendía todo lo relacionado con el coco.

¡Te va a encanta, te lo aseguro!– se acercaron al puesto.– yo quiero una crema de coco.– miro al alemán.– eh... ¡Por favor! ¿Y tú qué quieres?–hablo casi gritando asustando al menor pero obteniendo una pequeña risa por parte del vendedor.– yo... Eh... Una agua de coco, por favor.– no sabía que decir así que solo pidió lo primero que vío.

Pagaron y los dos chicos se fueron a un estacionamiento abandonado claro Rusia lo trajo ahí, se subieron a un auto que se veía decente y claro dejo que Alemania estuviera de piloto y el copiloto.

–¿Y bien, cómo está tu agua?–

–ah si.– el alemán tomó del popote para poder probarla pero no le gusto pero no iba a decírcelos así que con su mejor expresión, asintió reteniendo un poco de la bebida.

Carcajas salieron de Rusia.– ¿Quieres un poco del mío?– a lo que Alemania asintió, estaba a punto de quitarle el popote pero Rusia restregó el popote en la boca de Alemania y claro que el lo acepto y no protestó.

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¿Por qué lo recordaría? [Rusia x Alemania]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora