Soledad

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Soledad: Un estado de aislamiento o reclusión

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Soledad: Un estado de aislamiento o reclusión. A veces temporal, a veces eterno.



La campana sonó. Le dió gracias al cielo por ser la primera en salir de ese infierno apodado “escuela”, ya no podía soportar un minuto más ahí dentro.

Una vez más, estando fuera de la institución, observó a su novio rodeado de chicas que lo miraban como tontas; no, no le causaba rabia, ni mucho menos celos, no podía describir con exactitud el sentimiento que aquello le originaba y ya no se molestó en pedirle a Dios que alguna de ellas conquistara el corazón de Luka para quitárselo de encima, perdió las esperanzas de todo aquello, hasta de encontrar un buen chico que la ame como en realidad es, que la acepte al mas mínimo detalle, que encuentre belleza en sus imperfecciones.

Ya no más, no desperdiciaría tiempo pensando en esas ridiculeces y en chicos que sólo existen en la televisión; mejor lo aprovecharía en ella misma, hacer algo que le haga bien, a su gusto, borrarse de la mente cada problema por un instante y su abuela sería la mejor solución.
Caminó hacia la banca de un parque dispuesta a charlar con su persona favorita por vía telefónica. Le encantaba escuchar su dulce voz a través de su celular, eso sería suficiente para desahogarse a sabiendas de que ella siempre la escuchaba y se preocupaba sinceramente de su nieta, no importa qué cosa fuera, su abuelita siempre estaba ahí.

Hola abue.

¡Bonjour, mi niña! ¿Cómo estás?

Pues, bien. ¿Y tú?

¿Estás segura? No te escuchas muy bien. —sabía que algo andaba mal con su nieta, pudo confirmarlo con tan sólo el tono de su voz.
—Es ese chico otra vez ¿verdad?

Marinette suspiró. —Si. Como siempre. —acertó. Ella no tendría tal ánimo a no ser por la toxicidad de su novio, Gina podía comprender la situación en cada ángulo.

—Ay mi niña, ¿intentaste hablar con tus padres?

¡Lo he intentado un millón de veces! Pero siguen sin creerme. Tienen los ojos vendados por la falsa imágen y actitud que tienen de Luka, ellos piensan que no lo valoro.

Si, lo sé, mi amor. Yo también he intentado decirles. —contestó con aflicción.

¿Crees que no me quieren?

No, no digas eso, pequeña. ¡Ellos te aman! Pero no son capaces de creer la maldad que existe en ese monstruo. —también empeoró cuando escuchó sollozar a su nieta. Odiaba saber que no andaba de ánimos, escucharla llorar o enterarse de su tristeza; siempre anheló tenerla cerca y devolverle esos momentos de cuando era una pequeña niña feliz sin conocimiento alguno de la maldad y desamor. —¡Recuerda que puedes venir a París y vivir conmigo! Acá jamás sufrirás y te aseguro que hay un montón de chicos mucho más guapos. —incinuó, con picardía. La muchacha dejó salir la primera carcajada del día, lo cual las animó a ambas de manera distinta.

Dangerously [Peligrosamente]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora