Joel se despertó después de mediodía y al no escuchar ruidos pensó que estaba solo. Se levantó, se puso un pantalón de chándal atado a la cadera, descalzo y con el torso desnudo se dirigió a la cocina por un café. Allí se encontró con Brendan que estaba sentado en la barra del desayunador con los codos apoyados sobre el mármol y la cabeza sostenida con ambas manos. Al ponerse frente a él notó los anteojos oscuros y una gran jaqueca producida por la resaca.
—Buenos días ¿Qué tan mal estás? —preguntó en un susurro.
—Considerando que apenas puedo abrir los ojos y que la cabeza se me parte en dos, podría estar peor.
—Recuéstate en el sillón, te llevaré algo para la resaca.
Y eso hizo. Joel sonrió al verlo en ese estado. No tiene mucha experiencia en juergas, pensó.
Buscó el analgésico, se acercó donde Brendan estaba descansando con un vaso con un brebaje raro dentro y unas pastillas en la mano.
—Toma esto y las pastillas y descansa el resto del día, para la noche estarás bien —dijo Joel.
—Gracias.
—Iré a cambiarme y a trabajar, volveré a la noche.
El departamento estaba completamente a oscuras había dormido todo el día y como Joel le había anunciado, se sentía mejor. La cabeza ya no le dolía y podía abrir los ojos sin molestias. Tenía la mente despejada. Lo que le trajo recuerdos confusos de la noche anterior ¿había estado con una mujer en su cama? La respuesta no le gustaba, no había ninguna mujer en el dormitorio ni rastros que hubiese estado una. Además, en el club solo había hombres y recordaba perfectamente haber vuelto con su amigo y nadie más.
En su cabeza todo era muy confuso y no se animaba a sacar conclusiones. Pensó en Joel. Su amigo, su compañero... los recuerdos difusos de la noche anterior volvieron a su mente. ¿Había acaso usado la imagen de Joel para excitarse? ¿Joel? ¿Su amigo de tanto tiempo? ¿Es que acaso le atraía? Podría mentirle a todo el mundo y salir airoso, pero no mentirse a sí mismo.
Sí, estaba en condiciones de aceptar que algo lo atraía hacia Joel, pero no sabía qué era. Él no era gay, de eso estaba seguro. Jamás sintió nada estando cerca de ningún hombre. Siempre tuvo debilidad por las mujeres morochas y de ojos claros, no le gustaban las rubias y desde luego no le gustaban los hombres. Cuando conoció a Joel le cayó muy bien, le gustó su porte alto, atlético, rubio y de ojos azules. Todo lo contrario, a él que era moreno y con ojos verdes. Enseguida conectaron, se hicieron muy amigos y nunca dejaron de estar en contacto. Debía ser honesto y aceptar que, la cercanía de Joel lo tranquilizaba.
Gracias al apoyo incondicional de su amigo había logrado soportar todos esos años de matrimonio.
—Esto debe ser, mi agradecimiento. Lo que siento por Joel es eso: agradecimiento.
Una música suave y unos ruidos lo sobresaltaron. Creyó que estaba solo, pero al parecer Joel había regresado, se dirigió hacia el ruido y llegó hasta la puerta al fondo del pasillo. Era una habitación en desuso que tenía su amigo y que planeaba convertirla en su estudio de trabajo. Abrió despacio y se encontró al arquitecto con el torso desnudo y unos pantalones que le caían muy por debajo de las caderas.
De espalda a la puerta, Joel trabajaba muy concentrado en una de las paredes del estudio, estaba diseñando algo que desde su posición él no alcanzaba a ver. Se acercó y colocó la mano sobre el hombro de su amigo. Como caminaba descalzo éste no lo escuchó acercarse y dio un salto que prácticamente lo dejó apoyado sobre el pecho de Brendan.
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Piensa en mí... pensaré en ti © *COMPLETA*
De TodoBrendan Hoffman es un importante abogado corporativo. Casado, pero harto de las peleas con su mujer, decidió separarse y mudarse al departamento al lado de su amigo Joel, o al menos ese era su plan. Joel Moore es arquitecto y lleva una vida tranquil...