Estaban en su apartamento de la ciudad, ya habían pasado dos meses desde que habían atacado a Brendan y estaba casi totalmente recuperado. Aunque todavía necesitaba del apoyo de un bastón, su cara ya no tenía moretones, las suturas que le practicaron para cerrar la puñalada que recibió estaba cicatrizada. Sus costillas estaban ya soldadas y se sentía muy bien, tanto que comenzaría a trabajar.
Luego de su discurso frente a los socios y empleados de la empresa dónde trabajaba, Brendan había dejado en claro que no volvería. Después de unos días de su ataque al revisar su celular se encontró con infinidad de llamadas perdidas y mensajes en el contestador. Tanto socios como directivos y empleados en general rogaban porque los disculpase y que volviese a ocupar su puesto. También cuando Joel se reincorporó a trabajar le habían manifestado su interés por concertar una reunión con el abogado para pedir las disculpas correspondientes.
En unos días volvería a su trabajo, ya se había reunido con mucha gente y todos estaban apenados. Brendan los entendió y por supuesto prometió volver en cuanto se sintiese bien. Lo que le preocupaba era que Joel no se le había vuelto a acercar íntimamente y él lo necesitaba.
Esa mañana se había levantado temprano para practicar sus ejercicios, se había dado una ducha y como su compañero seguía durmiendo en su cama y su habitación decidió visitarlo.
Entró en el cuarto de Joel, tiró al suelo la toalla que llevaba en su cintura y se metió en la cama junto a él. Acercó su cuerpo hasta pegarlo al del rubio, sus caricias sobre la piel de éste comenzaron a despertarlo. Brendan besaba su cuello, la línea de la mandíbula hasta el lóbulo de la oreja. Cuando Joel despertó del todo quiso evitar el acercamiento del moreno.
—¿Por qué me rechazas? —preguntó con suavidad Brendan.
—No te rechazo, solo quiero que te recuperes bien.
—Mmmm, ya estoy muy recuperado, mira.
Tomando la mano de Joel la llevó hasta su miembro demostrándole así que estaba bien, dispuesto y muy caliente. Con una sonrisa el rubio lo acercó a sus labios y lo besó hasta quedar sin aliento. Lo hizo con pasión, para borrar el miedo por el que había pasado al pensar que lo perdería. Con sus manos recorrió la caliente piel demorándose en las cicatrices que había obtenido del salvaje ataque. Con su lengua recorrió su boca buscando y tentando a la lengua del moreno hasta atraparla y succionarla casi con desesperación. El fuego había vuelto entre ellos y amenazaba con quemarlos de placer, la necesidad comenzó a crecer por las venas de ambos.
Las caricias fueron más audaces, más atrevidas sin dejar de besarse y de entregarse el amor que cada uno había prometido al otro. Brendan friccionaba la caliente vara del rubio que se retorcía de placer. Mientras frotaba su propia verga contra el muslo de Joel. Éste acariciaba cada porción de piel hasta encontrarse con la apretada roseta y comenzar a estimularlo. Sintiéndose en las nubes con el movimiento de sus caderas, el moreno aceptaba la intrusión del dedo de su amigo dentro de él. Sin hacerse esperar el rubio metió uno de sus dedos dentro, tan profundo como le fue posible brindándole mayor placer.
En un movimiento delicado y cambiando de postura Joel colocó las piernas del moreno alrededor de su cintura. Las caricias eran brasas quemando la piel y el tiempo separados físicamente hacían urgente y apremiante el deseo. Sin poder controlarse más, posicionó su miembro en la dilatada entrada para inmediatamente penetrarlo. Estaba por demás excitado y feliz de volver a penetrar al amor de su vida. Pensó que no volvería a hacerlo, que no volvería a tener su cuerpo, sus caricias, su amor.
Ese pensamiento aceleró sus estocadas a la vez que friccionaba el duro y caliente pene de Brendan que se retorcía y gritaba de placer. No alcanzaban las manos para prodigarse caricias, ni tampoco las palabras para demostrar lo que estaban sintiendo en ese momento: era amor, amor del puro y del bueno, amor verdadero...
Habían acabado, estaban sudorosos, exhaustos y sin embargo seguían besándose, acariciándose, entregándose. De golpe Brendan se levantó de la cama y sin siquiera recordar que se apoyaba sobre su bastón se dirigió al baño. Después de varios minutos allí, demandó la presencia de Joel.
—Ven, amor —gritó desde el baño.
Cuando Joel entró, Brendan lo esperaba en la tina muy sonriente estirando una de sus manos para que se acercase y la tomase y con la otra ofrecía descaradamente su pene para que éste lo tomase en su boca. Sin hacerse esperar se metió junto a él esparciendo el agua hacia afuera y tomó lo que le ofrecían. Chupando sin darle tregua mientras lo sostenía por las caderas para que no se moviese introducía en su boca toda la verga de Brendan hasta la base. Volvía hasta el glande donde se detenía a jugar con su lengua y volvía a introducirse todo el falo hasta su garganta.
Sin poderse aguantar más, Brendan explotó en la boca de su amor que tragaba con lujuria y avidez, negándose a desperdiciar nada. Con restos de semen todavía en su boca le introdujo su lengua dentro de la boca del moreno compartiendo el sabor almizclado y dulce del amor. Saboreando su propio néctar, Brendan le devolvió el beso mientras lo cambiaba de posición, esta vez a él sentado en la tina pudiendo tomar así su lugar arrodillado entre las piernas.
Joel obedeció gustoso y se entregó a la dulce boca y a la instigadora lengua de su amante que arremetió entre sus piernas hasta llegar al apretado orificio, tentó con su lengua hasta que dilató y entró sin demora, sin dar tregua a su excitado amante. Cambió su lengua por sus dedos y fue en busca de su placer privado. Introdujo la enorme erección hasta el fondo de su garganta y mientras arremetía en estocadas adentro y afuera, hacía lo mismo con sus dedeos dentro del cuerpo de su amante. Joel se sentía enloquecer, no aguantaría mucho más, el placer era inmenso y la boca del moreno tempestuosa y caliente arrasaba con su cordura. Sin poder contenerse más derramó su semilla dentro junto con su inmenso amor.
Como pudieron salieron de la tina, se secaron y cayeron sobre la cama muertos de cansancio y de placer, con la convicción de que la felicidad había llegado a ellos, esta vez para quedarse. Joel los arropó a ambos para conservar el calor y el placer de la compañía desnuda de Brendan bajo los cobertores. Abrazados conversaron sobre el futuro que los esperaba y como continuarían sus vidas a partir de ese momento. Tenían todo lo que pudiesen desear amor, trabajo, amigos y una vida plena por delante, que ambos estaban dispuestos a vivir en pos del otro.
Y tenían al Orión... su club, que sería el lugar de reunión con amigos y también donde ayudarían a tanta gente que necesitaba de su apoyo. Brendan por fin había encontrado su lugar en la vida, tantas noches sin dormir pensando dónde se había equivocado, no era feliz y tampoco podía hacer feliz a Patricia. Y ahí entre sus brazos tenía la respuesta, su felicidad había estado siempre en Joel Moore, su amigo.
Después de haber pasado todo el día amándose, cenaron algo rápido y se fueron a dormir, al día siguiente debían trabajar y por la noche atender al club comenzaban su nueva vida juntos como una pareja que eran.
Empezaban el primer día del resto de sus vidas, tarde... ambos se habían quedado dormidos. En las apuradas mientras uno se vestía el otro preparaba café. Tomaron parados su tardío y escaso desayuno y casi corriendo salieron del apartamento para tomar el ascensor. Ya en la calle luego de despedirse cada uno salió a recoger su vehículo. La primera parada a supervisar de Joel era el Orión.
Allí lo recibió el encargado y mientras se dirigía a su oficina a firmar papeles con una nueva taza de café recordó que había olvidado algo muy importante. Sentado tras el escritorio sacó su celular y escribió un mensaje, esperó unos minutos que llegara la respuesta que recibió con una sonrisa. Estaba enamorado.
Brendan llegó a la empresa dónde todos lo recibieron con afecto y preocupados por su salud. En cambio, los directivos como era ya costumbre, lo recibieron con una montaña de papeles y expedientes para revisar. Con la ayuda de un empleado trasladaron el papeleo a su oficina. Sacó el celular de su bolsillo que estaba sonando y leyó el mensaje:
PIENSA EN MÍ...
Respondió inmediatamente, con todo el amor que sentía y escapaba por sus poros:
PENSARÉ EN TI.
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Piensa en mí... pensaré en ti © *COMPLETA*
RandomBrendan Hoffman es un importante abogado corporativo. Casado, pero harto de las peleas con su mujer, decidió separarse y mudarse al departamento al lado de su amigo Joel, o al menos ese era su plan. Joel Moore es arquitecto y lleva una vida tranquil...