Honest Feelings.

Capítulo Once.

「El hilo de la araña」

Lugar desconocido.
Yokohama, Japón.
7 de marzo del año 20XX.
Horario: Alrededor de las 5.

[ 11 años atrás ]

El sonido de un plato roto se escuchó en toda la cocina, el piso de madera se llenó de porcelana rota donde solo el reflejo de un niño abarrotado y asustadizo se escondía en un rincón. Su expresión demacrada en un desasosiego desbordante observó como de costumbre a su madre temblorosa, sus piernas y brazos estaban tratando de mantener la fuerza que tenía antes sin embargo; su madre cayó y por ende una tos la acompañó, lo siguiente que vio le dio repulsión puesto que la mujer de largos cabellos que escondían sus ojos; había escupido sangre. Murmuros bajos decía para si misma, hablando con aquellos demonios que que la atormentaban en su día a día. "Psicosis" fue de lo que se diagnosticó. "Neumonía" sufría. Su marido quién no se preocupaba por ella, que siempre la humillaba por ser de la manera la cuál era y a su hijo quien golpeaba... No era fácil ser una madre con enfermedad.

El anillo plateado miró y lágrimas de desesperación soltó. Salud y enfermedad, hasta que la muerte los separe... Aquellas banales mentiras y votos de amor falsos se podía describir como matrimonio, ese falso amor tan indescriptible. Observó a su hijo, aquél culpable del desamor que tenía su marido con ellos, su hija probablemente éste durmiendo; otra culpable del cambio drástico del amor de su vida. Aunque nunca fue rudo con su hijo le tenía cierto rencor y se sentía enormemente satisfecha cuando veía a su amado levantarle la mano al niño cuando le faltaba el respeto.

Su boca abrió y vocablos débiles logró pronunciar a oídos de su hijo de ocho años.

━ Ryunosuke... Ven aquí. ━ le ordenó. Él se levantó y temeroso de ella se acercó a la mujer con cautela. Las pálidas y delgadas manos tomaron de los hombros del niño y se acercó. ━ Sé buen niño y traele a mamá la soga que está en el garage...

El pelinegro asintió y de inmediato el niño corrió antes de que la mujer le gritara que estaba siendo muy lento. Sus pies se dirigieron hasta la puerta blanca que dirigía hasta el garage, sus orbes observaron la fina cuerda marrón y sus manos tomaron aquel objeto. Nuevamente corrió hacia la estancia del comedor donde se encontraba su madre, apoyada de la mesa de madera. La fémina tomó de la cuerda y comenzó a hacer un nudo que para los ojos de él, le parecía extraño que su madre estuviera haciendo eso... Pero la observó u estudió sus movimientos con las manos. Cuando terminó, el resultado fue una que la soga estaba atada y tenía un agujero en el medio. Se levantó y con una silla se elevó así misma hasta el techo, el extraño largo de la cuerda la ató otra vez y se aseguró de que estuviera firmemente atada. Luego bajó de la silla y luego se hizo presente frente a su hijo mayor. Las voces en su interior estaban creando un dilema que abarcaba dos cosas;

Suicidarse o matar al niño.

No podía hacer tal cosa como cometer un asesinato. No podría vivir con la culpa.

Su mano se posó en los cabellos del niño y los acarició con una pizca de remordimiento pero lo observó con ojos odiosos, su mano lentamente movió desde su cabeza hasta su mejilla, la acarició suavemente. Ryunosuke vio los voraces cabellos negros de su madre, observó como ella suavemente sonreía mostrando gran parte de su dentadura. Nuevas voces la fémina escuchó en su cabeza, a través de esos ojos que odiaban a la criatura que dio a luz; ciertas sombras rodeaban al niño. Sombras las cuales había visto desde que había dado a luz a su segunda hija, aquella quien dormía arriba... La única que salvó su matrimonio pero lo arruinó junto a su hijo mayor. Oh, su hijo mayor debía de estar confundido.

Pero pronto aquella confusión se convertiría en culpa. Lo que se merecía. La culpa le llenaría su cuerpo de marcas, cada centímetro de su cuerpo estaría cubierto de culpa por haber venido al mundo.