Capítulo Veintiuno.

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「La tranquilidad vuelve pero, ¿acaso las vidas vuelven a ser normales?」

Apartamento de Chuuya Nakahara.
Yokohama, Japón.
Horario: 3:33 pm.
26 de noviembre del año 20XX.

Las personas están clasificadas por edades o géneros. Rangos sociales u olores. Todos en éste mundo tienen un lugar en donde quedarse. Como por ejemplos los alfas; aquellos cuyos rangos están a la altura digna de un líder del mundo. Conocidos por su sentido del olfato agudo, grandes colmillos, ojos lobeznos, olor fuerte, cuerpo asemejándose a un dios griego, atractivo, inteligencia, entre otras cosas que van más allá de la perfección.

Alfas adinerados y conocidos en el mundo. Su lugar: el público.

O por ejemplo los betas. Humanos corrientes. Doctores, maestros, personajes de bajo rango en negocios, inteligencia promedio, atractivo normal, ojos usuales. Clasificados como personajes de un libro no tan relevante o personajes fáciles para el autor de matar.

Mayormente padres de familia o a veces personas solteras que buscan un amor imposible. Su lugar en el mundo: el trabajo.

Pero a pesar de que todas éstas clasificaciones sociales distinguen en aquel gran conjunto de seres humanos. ¿Cuál era aquel nivel tan bajo y degradado por todos? ¿La clase social cuyo nombre tan conocido pero ni el atrevimiento de pronunciar su nombre, era la más baja? Ah si, cierto.

Omegas.

Concubinas, esposas, amas de casa en el caso de las mujeres. ¿Y en el caso de los hombres? No cambiaba mucho la verdad solo que entre hombres alfas todos los llamaban "juguetes sexuales". Pesar de que el amor que éstos individuos les daban, el amor era nada más una fantasía. Un capricho. Un amor no-correspondido de un alfa a un omega, resultaba en la muerte de éste. 

Pero... ¿Y en el caso de un rechazo de omega a alfa?

Exhaustación siempre sentía. Está vez el escenario era una pelea... Una pelea contra sí mismo, contra su respiración, contra su enfermedad. Él tosió sangre, de su garganta salió aquel viscoso líquido conocido. Por poco se ahogó y sintió fallecer en ese momento. No se iba a rendir... Él nunca lo haría. Nunca lo hacía. Ni aunque estuviera peleando con una banda de delincuentes armados, ni aunque el mismo Tachihara Michizou; alías el niño malcriado y adinerado, y ni aunque estuviera pasando lo mismo que pasó su mentor. Rendirse no era una opción. Sus ojos cerró fuertemente. Frustrado estaba del mismo suceso de cada mañana.

Haberse operado para prevenir algo peor en su garganta, traía sus consecuencias.

¿Quién lo diría? El rey de Subarachi, el protector, el líder... Estaba sufriendo. ¡Apiádate de él! ¡Que aunque la exasperación surcaba en sus orbes, ese pobre alfa seguía soportando la llama ardiente de mil espadas, cortando las pieles internas de su cuello! Sus tendones comenzaron a desgarrarse lentamente. Saliva no nadaba, pasaba o circulaba. Preocupante su situación. Su majestad hizo otro intento en poder retirar la molestia de su tragadero, se tambaleó en el lavamanos del baño y siguió expectorando, aguardando a que la aflicción en su garganta diera un punto final. Más nada parecía surtir efecto... ¡Morirá de asfixia! Su cara hasta roja cuales hebras se tornó, un color rojo que posiblemente se vuelva púrpura, y de púrpura la palidez mortal iría a pintar toda su faz. La temperatura iría a disminuir, su respiración cesar, sus ojos no parpadear y antes de darse cuenta; en el suelo se vería yaciendo inerte. Su alma ascendería al cielo donde sus padres tomados de ambas hábiles, estarían esperando por él con un dulce "Bienvenido a casa"... Y allí es donde iría a despertar... ¡Fallecido!

Honest Feelings.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora