01 x 07: Desafío (Parte 2)

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Campamento

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Campamento. Noche.

  Bautista y Tomás, este último bastante ebrio, siguen conversando de la vida y de las mujeres, cuando ven que William aparece con tres linternas.


_ ¿Vas a buscar leña? – pregunta Tomás, mirándolo insinuante - ¿Quieres que te acompañe?

_ No, gracias... Voy con los chicos – dice William, tratando de seguir su camino, pero de vuelta es detenido por un llamado de Tomás.

_ ¿Quieres hacer un salud con nosotros? – invita, alzando su copa – Si para eso vinimos al campo... Para pasarla bien.

_ Cuando vuelva – se excusa William, con desprecio.

  El rubio los observa a ambos, captando algo extraño, pero prefiere beber otro sorbo de su vaso de ron.


Más alejados, se encuentran Celeste y Vedran, quienes se han mantenido en silencio todo el rato. Ella lo sigue observando, aún sin asimilar la información que ha recibido y él, sigue incómodo sin encontrar palabras para hablar.

_ Ok – se escucha a William, quien de inmediato entrega las linternas y quiebra el silencio.

_ ¿Hacia dónde tenemos que buscar? – pregunta Celeste, viendo oscuridad por todos lados.

_ Nos podemos separar – indica William.

_ No es bueno que nos separemos – dice Vedran, preocupado – Lo mejor es que vayamos los tres y que no gritemos su nombre. Alana puede que esté pendiente de eso y haga algo.

_ ¿Y qué es Alana... un robot, un militar? – pregunta Celeste, sin comprender, aún con un dejo de incredulidad - ¿Es como terminator?

_ Celeste – llama Vedran, quien intenta tomarla por los hombros pero ella lo esquiva con algo de miedo.

_ Sólo quiero que encontremos a Camila lo antes posible... Nada más – se limita a decir, con distancia.

_ La vamos a encontrar – asegura Vedran, con la mirada triste.

William los observa, sintiendo la lejanía que se ha producido por parte de Celeste.

_ Vamos bordeando el lago – propone Vedran – Tenemos que partir por algún lado.

_ Ok – acepta William, llevando a Celeste del brazo.


Bosque. Noche.

Alana camina por el bosque, iluminando su camino con una linterna. Se voltea hacia atrás, asegurándose de que nadie la haya seguido, para luego mirar al frente y encontrarse con que Camila sigue caminando por el rumbo que ella le indicó. 
Camila, por su parte, ha divisado aquella cabaña abandonada y tal como si el efecto de una droga se hubiese terminado, comienza a pestañear más de la cuenta para volver en sí. Extrañándose por el lugar en el que se encuentra, palpa sus jeans... sintiéndose más aliviada.

Es así, como casi juntas, llegan al lugar acordado, que solía ser el refugio de Augusto. La rubia entra a la casa de inmediato, mientras que Alana espera afuera y mira el cielo estrellado. Su mirada, al igual que un radar, comienza a buscar alguna respuesta, logrando detenerse en lo que parecía ser una estrella.

_ Ya era hora – dice Alana, sonriendo, dispuesta a entrar.

_ ¡Ni te atrevas! – grita Camila, sosteniendo una pistola en sus manos, nerviosa.

Alana se extraña, retrocediendo un par de pasos.

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