Capitulo Dos: Refleccionar

510 34 1
                                    






22 de diciembre de 1934



Sin saberlo, caminaba por las calles de una ciudad en un estado de soledad mientras me concentraba en los suaves pasos que hacían eco del encarcelamiento detrás de una mirada. Después de vagar por caminos sin fin, distingo a lo lejos la silueta de una mujer, con los hombros hacia atrás y una mirada que evalúa repetidamente su apariencia. Era como si se sintiera superior e insegura a la vez, tal vez el lado volátil de una sociedad superficial: una batalla constante de desconfianza con la debilidad de aceptación. Al ver a la extraña rubia darse la vuelta, me di cuenta de que su tez estaba algo oculta. Al igual que, su brazo extendido significa refugio antes de desaparecer en la entrada de una casa llena de posibilidades.

Sin razonar, la sigo; hasta párame frente a la propiedad, donde reconocí lo que reinaba detrás de mí. Los barrios que una vez amasaron vida se desintegraban con todo lo que habitaba en ellos bajo los escombros, descansando para siempre.

Perturbada por los trágicos sucesos, me di la vuelta y me encontré cara a cara con el mismísimo infierno.

El quejido de las llamas se esparce por el exterior de la casa, que me ordenan agarrar la cerradura de apertura. Al empujarla con mi mano, la puerta se abrió con un chirrido de centímetro a centímetro. La cantidad de polvo acumulado adentro era como nieve sucia, sin rastro significativo. Las cartas y postales dirigidas a nadie se apilaban desde el buzón de la puerta a la base de las toscas escaleras de madera. Viejas tazas rotas de té descansaban sobre una mesa de café junto al pan podrido. Cenizas y telarañas cubrían los espejos, volviendo el aire más denso, junto con un olor a humedad. Los destellos de luz que entraban por las aberturas de madera que encerraban las ventanas le daban al hogar un toque de humanidad. En absoluto silencio, desde los pasillos, el techo, hasta las pésimas paredes, llegó una sensación abrumadora.

—Abandonando el fuego de afuera como un reformatorio.

Después de recorrer el maravilloso lugar en busca de la misteriosa dama, presté atención al sufrimiento del cautivo en el piso de arriba y lo perseguí hasta que lo enfrenté. Al acercarme, pude ver su forma agachada en la esquina del ático, rodeada por el desastre de su pérdida. Lágrimas mojaron su alma mientras su llanto suplicaba ayuda, aunque sabía que nadie vendría. Su soledad permitió que sus demonios internos la estrangularan, ahogándola en el dolor del abandono, recordándole cómo se sentía, haciéndola añorar el amor y la paz que una vez sintió.

Cuando me arrodillé a su lado para consolarla, la mujer se volvió hacia mí, agarrándome de los brazos y gritando que todo había sido culpa mía. Mirándola de cerca, me di cuenta que no era una chica común; Aquellos ojos que me miraban con odio eran míos.


Gritó!


~•~~•~~•~~•~~•~~•~


Oírme gritar me despierta de repente, con cada sentimiento en alto recuerdo. Rayos de luz golpean mi vista, y ciertamente sabía que dormí más de lo habitual. Los ruidos del exterior procedían de un día ajetreado con tráfico pesado.

'Pero al fin desperté,' Susurré sobre mí almohada mientras enterraba mi cuerpo en las cálidas y suaves sábanas. Sabiendo que estaba a salvo, me quité los restos del sueño y miré el horizonte; su vívida luz se extendía a través de un cielo rosado. Supuse que el paisaje era algo que la mayoría de los adultos consideraban hermoso. Aún así, era extraño, incluso doloroso, encontrar algo significativo en algo que mirabas todos los días, ¿qué tenía de especial?

Vientos De Esperanza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora