Capitulo Doce: Cambios del Destino

157 15 0
                                    





El punto de vista de Candy




Tan pronto como escondí la carta debajo de la almohada de Tom, supe que no me lo iba a perdonar. Esa inocencia que descansaba bajo una expresión severa revelaba lealtad y un vínculo entre nosotros. Una promesa de no dejar al otro en lo desconocido, lo que implica que no hay secretos entre nosotros, por grandes o pequeños que sean. Romper esa promesa era un riesgo que estaba dispuesta a correr independientemente de las consecuencias.

Y si destruye nuestra amistad, confiaré en que hice lo correcto porque cualquier cosa que pudiera distraernos del tormento era ideal. El constante maltrato que sufro fuera de los territorios sagrados acecha cada segundo de mi vida como un recordatorio. Hubo noches en las que pude ahogar los gritos que generaban pesadillas. Pero eso suena muy reconfortante cuando no lo es. Honestamente, hubo noches en las que permanecí vulnerable sin nada más que una cara mojada y una manta para esconderme.

Cada enfrentamiento prevalece como el anterior y los que vendrán. Nunca estuve a salvo o fuera del alcance de la gente, sino en su radar, lo que me convierte en el objetivo ideal. El único rasgo capaz era ser discreta y reprimir el miedo. Pero a veces, incluso eso era inútil. El contacto visual significaba problemas, culpa por algo que no hiciste o algo tan intrascendente como mirar a alguien a los ojos. Con eso en mente, es imposible permanecer en silencio.

Y si tu acto de valentía fue tu mejor defensa, al final terminaste en los brazos de tu enemigo.

Cualquier abuso, a la larga, te permite saber lo frágil que eres, que tus maltradores pueden tomar tu voluntad en un acto de furia. En cierto modo, maduré más allá que cualquier persona de mi edad; ninguno tenía control sobre su comportamiento, mostrándome cuán destructivos eran capaces. Se sentían con derecho a su ira en lugar de controlarla. Por eso planeé este viaje, una aventura desconocida donde ningún juicio puede sobrepasarnos, dándonos el derecho para reflexionar y sanar. Un destino lejano donde nadie puede arrastrarnos a sus locos actos cada vez que el viento sopla en sentido contrario.

"Anne, despierta. Anne!" Sacudí un poco su hombro para despertarla. Cuando finalmente se da la vuelta, le indiqué que no digiera nada y susurrara si quería decir algo. No quería que nadie escuchara y arruinara nuestra oportunidad de divertirnos.

"¿Qué pasa, Candy? ¿Por qué me despiertas tan temprano?" Susurra mientras se sienta.

"Levántate. Hoy curaremos tu corazón." Le informé con una sonrisa. La forma en que me miró me hizo creer que había olvidado la promesa que le hice ayer.

"¿En realidad?" Si no fuera así, no estaría perdiendo el tiempo.

"Sí, Anne, vamos, vístete. No queremos que alguien se despierte y nos arruine todo." La ayudo a salirse de la cama y la llevo al baño.

"¿Pero qué me pongo?" No fue la pregunta lo que me tomó por sorpresa, no. Fue el recordatorio de que incluso en momentos como este, nuestras circunstancias económicas devolvieran las cosas a la realidad.

Para nosotros, todo es limitado, desde los alimentos que comemos hasta las cosas que utilizamos. No teníamos nada que llamamos nuestro, una de las razones por las que el gobierno desarrolló la idea de enviar a cualquier huérfano sin un lugar de pertenencia a quienes necesitaban un hijo para el trabajo. A veces me pregunto qué estaría haciendo con mi vida si mis padres no me hubieran abandonado. ¿Hubiera sido feliz o me hubiera subido al tren como todos los demás?

Vientos De Esperanza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora