20 de abril de 1937Hoy, el transcurso del día fue como cualquier otro cinco veces a la semana, ocho horas al día, donde permanecía en una habitación llena de aprendizaje pero aislada de la presencia de la comunicación, entendiendo ahora por qué Tom describió este lugar como tóxico. Los mismos grupos y las mismas conversaciones giraban entre ellos y nunca alterarían la mente de cada generación. Incluyendo sus preguntas absurdas; ¿Con quién estás saliendo? ¿Qué tan rica es tu familia? ¿Quiénes son tus padres, dónde trabajan o para quién trabajan? ¿Tienes una casa de verano, qué tan grande es?
El ambiente era muy estúpido, pero pude manejarlo; ignorar todo hasta que terminé la escuela me mantenía en marcha. En el momento en que suena la última campana, exhalo de alivio. Caminar a casa siempre era la mejor parte del día porque podía perderme en el paraíso sin ser criticada por algo como no mirar a la gente a los ojos cuando te ofenden.
Cómo deseo seguir siendo esa chica repugnante que nadie le dió la hora del día. La cantidad de veces que los chicos que solían burlarse de mí se me acercan y me invitan a salir; es incómodo e irritante. Incluso si rechazó sus avances, no dejan de insistir. A diferencia de ellos, la población femenina nunca me trató de manera diferente. Para ellas, siempre seré un cero a la izquierda. Las intenciones de uno nunca difieren realmente de lo que fueron en un momento. Así que nada había cambiado para sentirse segura; Aprendí de mi error por las malas. Tales eventos en el pasado marcaron una lección. Nunca confíes en nadie, no importa cuán inocentes y amigables puedan parecer al principio; es solo una trampa. Incluso si lo dudes internamente, la vida tiene una forma de mostrarte la verdadera naturaleza de las personas, sin importar a quién le duela.
"¡Candice!"
El laberinto me hizo detenerme y dar la vuelta: era extraño escuchar mi nombre en público y no mi apodo. En la distancia, Ben y Víctor corrían hacia mí, tratando de alcanzarme; ver la emoción en sus rostros me hizo sonreír por dentro. En momentos como este, la felicidad que brota de ellos me reconforta como si fuera la mía. Mientras escudriñaba sus movimientos, no pude evitar darme cuenta de cómo no tenían vergüenza en empujar a alguien mientras corrían. Es un mal hábito, pero sé que tienen una razón para actuar de esa manera.
"Gracias por esperarnos," murmura Ben mientras se agacha a mi lado, tratando de recuperar el aliento.
"Vamos, Ben, ¿ya estás cansado?" Víctor bromeó.
"No estoy acostumbrado a correr como si me persiguieran," Responde entre jadeos.
"No deberías presionarlo demasiado, Víctor; sabes que no es tan atlético como tú."
"Escuchaste Víctor, no me presiones," se burla Ben de la situación.
"Al menos te estoy ayudando a quemar toda la grasa que comes. "
"¿Qué dijiste?"
"Lo que oiste."
Cuando comenzaron a perder el tiempo peleando, no pude evitar mover la cabeza y apostar quién sería el perdedor. Incluso si eran más jóvenes que yo, estaban en buena forma y eran más altos. Ambos tenían ojos marrones y cabello castaño; su piel, que una vez arrojó una luz pálida como la mía, ahora era bronceada. Sus rostros eran simétricos y angulosos; eran atractivos incluso si me lo contradecían. Cuando finalmente se separaron el uno del otro, ambos me miraron antes, mirar hacia otro lado con un tinte rosado en sus mejillas.
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Vientos De Esperanza
FanfictionDespués de vivir años sin precaución del mundo exterior. Candice "Candy" White tendrá que aprender qué las intenciones de las sociedades realmente están más allá de las valles de su tierra sagrada. Cuando llega el momento de finalmente formar parte...