Vientos De Esperanza

Capituló Treinta y dos: Reconociendo la realidad

Caminar sin conciencia era como caminar con los ojos vendados; nada parece significativo mientras se da un paso adelante. Cada aliento pasa de ser tranquila a irregular a un jadeo jadeante. Entonces, cuando respiro profundamente, el aire de repente se vuelve espeso y difícil de inhalar.

Sorda a cualquier acto de consuelo, desestimó todo sin pensarlo, ofreciéndome más de lo que rogaba. Pero para entonces, todo fue en vano.

Todo es mi culpa.

Las acciones de Nikolas fueron fruto de mi vergüenza algo que podría haber evitado. Pero, si hubiera obedecido y escuchado desde el principio, las cosas podrían haber sido diferentes.

Por lo tanto, la chica tonta siempre tiene la culpa.

Toda fe y arrepentimiento juegan en mi mente, reteniéndome en la impresión de la desgracia mientras camino por el pasillo tenuemente iluminado. Sin embargo, considero cuánto tiempo había pasado desde que llegué antes de llegar a la habitación.

"¿Dónde has estado? ¿No sabes lo preocupados que hemos estado?" Ben y Víctor se acercan corriendo mientras cierro la puerta detrás de mí. Hasta ahora, no me había dado cuenta de lo mucho que significaba su presencia y sus voces para mí. Ellos eran mi hogar, el ancla que me mantenía firme y me impedía desviarme del camino de la salvación.

Con ellos, finalmente pude dejar salir el aire al que me había estado aferrando hasta ahora y respirar el calor familiar.

"Estoy bien. Solo llegué un poco más tarde de lo habitual, eso es todo." Susurré mientras me quitaba los zapatos y dejaba que el dolor de mi ser se curara. Había estado de pie todo el día sin una remota sensación de descanso, y me estaban matando.

"¡Oh, Dios mío, Candy! ¿En serio? Esos bastardos te llevaron de viaje y te dejaron en él. ¿Qué tiene de bueno eso?" La ira de Víctor racionaliza lo que ya había pensado. Pero incluso entonces, su comportamiento me recordó que estaba en casa. Que incluso después de las dificultades de la vida, el amor me esperaba donde llamaba hogar.

"¡Cállate, Víctor!" Ben lo golpea en un intento de callarlo.

"¿Por qué? Aver dime, ¿por qué debería callarme cuando los tres sabemos que es la verdad?" Su razón, si soy franca, rectificó la noción de cuándo se ha quedado callado alguna vez. Víctor siempre ha dicho lo que piensa independientemente de la situación.
Nada lo había detenido antes, así que no veo un cambio esta vez.

"Porque estoy seguro de que Candy no necesita tus sermones después de todo lo que pasó." Ben le frunce el ceño a Víctor como siempre lo hace cuando dice tonterías.

"¿Cómo es que estás tan seguro de lo que ella necesita?" Víctor argumenta.

"Porque sé que necesita descansar y reconocer que estamos aquí para ella." Ben aclaró antes de volverse hacia mí, y cuando nuestras miradas se encontraron, no podría estar más agradecida. Había madurado más allá de su edad. Me pregunto cuándo dejó de pensar con la cabeza y pensar con los ojos y la mente.

Sin pensarlo mucho, fui a abrazarlo para contener mi crisis. No podía creer que todavía me aferrara a estos gestos. Desde que tengo memoria, un toque había significado dolor. Los abrazos habían sido un concepto desconocido hasta que la hermana Lane me explicó que tal acción humana podía involucrar muchas cosas como amor y gratitud.

Cuando le supliqué a la hermana ¿cómo? Me sostuvo en sus brazos como demostración. Al principio, me sentí cautelosa y traté de alejarme. Pero la hermana siguió abrazándome hasta que me calmé.

Pronto el miedo se desvaneció y el abrazo se volvió tolerante; una sensación de protección y calidez.

El sentimiento hizo que mi piel se sintiera extraña y cálida. No lo entendí y no diría que me gusta la sensación de ser débil y el hecho de que me golpeara como una necesidad. Tampoco diría que me gusta la idea de querer otro. Pero fue como si el hambre me hubiera despertado.