Vientos De Esperanza

Capítulo Treinta y uno: Secretos Desatados

"¿Alistar? ¿Ese es tu nombre?"

"Sí, lo es. ¿Pasa algo?"

"No, es solo que nunca antes había oído hablar de un nombre tan distinto."

"En serio, de donde soy, mi nombre se usa comúnmente en las líneas de herencia. Como a todos los varones nacidos en mi familia se les asignan nombres con la letra A. Afortunadamente, el mío es neutral, no como los nombres de mis hermanos mayores, que son el primero o el segundo de un alma ya existente." El joven ríe mientras explicaba su situación. Por lo que parece, es un charlatán, o no estaría diciendo hechos sobre su vida cuando nadie le preguntó.

Pero aún así parecía comprensivo, especialmente cuando se vuelve a poner los anteojos. Era cálido y encantador, además de que su sonrisa era genuina; a diferencia de otros, su forma de ser me recordó mucho a un alma en particular con el ceño fruncido.—El que usaba constantemente.

"No quiero ser grosero, pero ¿podrías decirme tu nombre?" Alistar me mira con curiosidad.

"¿Por qué?"

Lo miro de forma extraña. ¿Por qué querría saber mi nombre? Somos simplemente extraños con la probabilidad de no volver a encontrarnos nunca más. Entonces, ¿por qué?

"Es un poco extraño seguir refiriéndome a ti como la hermosa joven en mi cabeza." Su razón me hace desconfiar cuando el chico coloca una mano en la parte posterior de su cuello junto con mejillas sonrojadas. Tuve suerte de que la librería no estuviera lo suficientemente llena como para que me sorprendieran en una situación indigna. Aunque pareciera despreocupado y con sentido común, ¿era simplemente ingenuo o tonto?

Sabía que debería alejarme y dejarlo con la duda.

Pero su expresión pensativa era adorable.

Obligándome a querer pellizcar sus mejillas, pero me contuve ya que es grosero e inusual hacer algo tan inesperado y tan público. Dada mi situación, solo estaré alimentando la situación.

'No te preocupes. No es grosero después de que me dijiste el tuyo. Encantada de conocerte, soy Candice.' le ofrecí la mano, lo qual agarró instantáneamente.

Al acercarse a mí, su cabello brillaba como el mar por la noche; un azul oscuro reflejado en rayos brillantes. Mientras se movía, también lo hacían esas bandas prometedoras, como ecos de las auroras boreales.

"¿Vas a comprarlo?"

"¿Qué?"

"Jane Eyre," señala.

"¿Lo conoces?" Levanté el libro en cuestión.

"¿Por qué no lo sabría? Es una hermosa secuencia con un final trágico."

"Bueno, eso responde a mi curiosidad? " Murmuré mientras devolvía el libro.

"Oh, perdóname, no quise estropeártelo. Olvida que dije algo, adelante."

"No, está bien. Simplemente lo estaba hojeandolo. De cualquier manera, tengo que irme."

"Bueno, déjame acompañarte. Es lo mínimo que puedo hacer después de lo que hice." Me señala el camino. Acepté sin dudarlo, dado el tiempo que pasé aquí; John debería estar aquí en cualquier momento.

'No es que quiera entrometerme en tu vida, pero ¿hay algo que te molesta?' Lo escucho murmurar al salir de la librería. Y si su voz se quiebra al preguntar, no lo mencioné.

"No tanto como tú", dije mientras miraba el vehículo dañado frente a nosotros. '¿Tienes problemas con tu coche?'

"Oh. Uh sí. ¿Es tan obvio?" Una vez más, su timidez brilla más que nada.