Capítulo 12: El Destino

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- Señorita ____, necesitamos el manuscrito para hoy. - Dijo mi representante mientras tocaba la puerta de mi apartamento. -

- ¿Porqué no mejor le dices al presidente que se vaya a la mierda? No pienso seguir trabajando para alguien quien crea que soy su marioneta. - Dije molesta mientras me preparaba una tasa de café. -

- Porfavor ___, abra la puerta... - Dijo mi representante deprimido. -

- Misaki, deberías de ir buscando a otro escritor que te necesite. - Dije mientras me recargaba a la pared para tomar mi café. -

- Yo sólo la necesito a usted señorita ___.

- ¡Lo único que necesitas es el maldito manuscrito! - Dije molesta mientras abría la puerta de la entrada molesta y para mi sorpresa a fuera estaba mi representante y el director mirándome con diversión en sus ojos. -

- Milagro que nos abre la puerta señorita ___. - Dijo el director acercándose para poder entrar al apartamento. -

- En mi casa no entran basuras. - Dije mientras impedía la entrada del presidente. -

- Que extraño porque me dijeron que aceptaste la entrada de la perra de Erika. - Dijo el presidente para después mostrar una gran sonrisa. -

- No le vuelvas a faltar el respeto a mi amiga. - Dije mientras le tiraba el café encima al presidente. -

- ¡Presidente! - Dijo preocupado mi representante. -

- Váyanse a la mierda. - Dije para después cerrar la puerta principal de mi apartamento. -

Ser una escritora conocida puede traer ciertos beneficios los cuales son la fama y el dinero pero, lo malo de los escritores reconocidos es que realmente no tienen mucho tiempo para gastar su dinero. El escritor vive para la empresa que lo contrata y de allí la libertad automáticamente muere, cuando decidí entrar a trabajar en la compañia que por cierto, es reconocida a nivel mundial; sólo pensaba como los demás escritores novatos, que todo sería lo más maravilloso del mundo pero a lo largo del tiempo me e percatado que las personas mienten cuando dicen:

"Si trabajas en lo que amas, jamás le llamarás a eso un trabajo. "

Aparte de la mentira de que Albert Einstein era malo en la escuela, también esa frase era una mentira que muchas personas nos inculcaron y hasta hemos llegado a seguir ese consejo que personalmente a mí no me sirvió y estoy segura que a muchas personas más les pasa lo mismo.

Cuando te dedicas a lo que amas, sólo pueden pasar dos cosas las cual la primera es que puedes ser capaz de odiar a lo que te dedicas y la otra es que lo que amas se pueda convertir en rutina que es lo que me pasó a mí. Muchos piensan que ser escritora puede ser lo mejor del mundo, que es un trabajo de lo más sencillo y fácil pero la verdad es que no es así; cada semana debo de entregar un nuevo capítulo de dicho libro lo cual eso significa que no puedo dormir y difícilmente tengo el tiempo de comer o de salir a hacer alguna actividad.

Cuando llegué a estar en mi ambiente laboral, conocí a diversos escritores que al principio no comprendía porque muchos fumaban demasiado, ahora lo comprendía todo y es que algunos escritores tienden a fumar para que se pueda evitar la fatiga y el aburrimiento, además de mejorar la coordinación de diversas tareas rutinarias y aumentar la actividad en tareas que implican rapidez, vigilancia y concentración.

Al final, te percatas que el fumar no es tan malo y es lo mejor para un escritor que duerme una hora al día.

- Necesito un descanso, si sigo así me acabaré la caja de cigarros. - Dije mientras me dirigía a mi habitación y dormía otro rato. -

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A la mañana siguiente había entregado el manuscrito, claramente me había llevado un regaño por parte de mi representante y tuve que llamar al presidente para pedirle una disculpa por el café que le había tirado, aunque la única disculpa que debería de hacer es al pobre café que cayó encima de una basura como él.

- Hola buen día ___. - Dijo Erika quien se encontraba a fuera de la empresa esperando por mí. -

- Hola Erika. - Dije para depués soltar un bostezo. -

- Dejame adivinar ¿no cumpliste con la fecha límite del manuscrito? - Dijo Erika mientras nos dirigiamos al estacionamiento en busca de mí auto. -

- Tú sabes que es difícil para mí entregar los manuscritos en tiempo y forma. - Dije mientras sacaba de mí bolso una caja de cigarros y al abrirla estaba vacía lo cual me hizo molestar. -

- Te dije que tienes que cumplir con tus fechas, además debes dejar de fumar; es malo que lo hagas siendo tan jóven y que peor lo hagas de manera tan compulsiva. - Dijo Erika molesta. -

- Créeme, estoy progresado. - Dije para depués soltar un suspiro. -

- El año pasado te acababas 3 cajetillas de cigarro al día, este año ahora es una cajetilla al día; me alegra saber que vayas progresando pero no puedes simplemente mostrar cambios cada año o cuando quieras. - Dijo Erika mientras se subía en mí auto para ser específicos en el asiento del copiloto. -

- Lo sé pero todo esto me tiene estresada. - Dije mientras encendía el auto. -

- Hay otras maneras de despejarte del estrés, puedes venir conmigo al gimnasio y hacer ejercicio. - Propuso Erika mientras se colocaba el cinturón. -

- Me quita bastante tiempo. - Dije mientras nos íbamos camino a un restaurante. -

- Hablado del tiempo, ¿haz sabido algo de Haru o de alguno de sus hermanos? - Dijo Erika mirándome seriamente. -

- No desde que partí de casa. - Dije mientras miraba por mi ventana y observaba los edificios y esperaba que el semáforo cambiara a verde para poder seguir avanzando. -

- ¿Sabes ____? Creo que quizás deberíamos de volver; todos ustedes dejaron los temas sin resolver.

- Es mejor que se queden así.

El camino siguió en silencio hasta que por fin llegamos al restaurante; Erika y yo nos bajamos y llegamos a la entrada.

Al llegar, había una gran fila de espera para poder tomar asiento lo cual significaba que nos tomaría bastante tiempo esperar y comer.

- ¿Nos vamos? - Dijo Erika viendo como me estresada ver a tanta gente. -

- Vámonos. - Dije mientras me volteado para dirigirme a la salida. -

En ese momento termino chocando con alguien.

- Lo siento. - Dije para querer continuar con mi camino.-

En ese momento siento que alguien me toma de la mano, y es aquel chico que al verlo claramente supe de quien se trataba.

- Aki... - Dije mirándolo sorprendida. -

- ___. - Dijo mirándome seriamente. -

Los Kaidou (Haru & tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora