Capítulo 25. "Preso en penitencia"

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Tris tenía un plan, o al menos eso era lo que pensaba cuando Dalia, William y ella hablaron unas horas atrás en el gran salón

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Tris tenía un plan, o al menos eso era lo que pensaba cuando Dalia, William y ella hablaron unas horas atrás en el gran salón.

―¿Segura que esto funcionará? ―Chester no dejaba de hacer preguntas. Tris olvidaba que tener a un fantasma siguiéndola como cómplice le generaba dificultades para poder llevar a cabo su parte del plan con discreción.

―¿Puedes callarte ya? ―rechistó con lámpara en mano y deteniendo el paso. Los largos pasillos en los que rondaban carecían de ventanas. Sus únicas compañías eran las pequeñas estatuillas de arcilla, escudos vacíos, y pinturas renacentistas tan antiguas como el castillo mismo; estas últimas estaban opacadas por falta del cuidado de expertos o por una restauración, sin agregar el desgaste del color por la luz directa del sol y el polvo que se volvió parte de la pintura en todos esos años―. Se supone que estoy escabulléndome en los pasillos en secreto. No deben de darse cuenta de que estoy deambulando para espiar.

Regresó su vista al frente, donde la oscuridad se hacía más densa a falta de luz. Con cada paso, sentía que las pinturas o las estatuillas le observaban. Estas últimas constaban en cabezas solamente. El aspecto de la mayoría era tenso: mantenían los párpados bien abiertos, como si hubiesen sido testigos de todas las catástrofes o secretos ocultos en el castillo. La simple idea de ello le causaba a Tris escalofríos.

―¿Quiénes? ―El fantasma no parecía notar el comportamiento tenso de la campesina, y si lo hizo, no debió entregarle importancia―. ¿Quiénes no deben de darse cuenta?

―James, Éric, Dorothy ―mencionó sus nombres con lentitud como si fuese obvio―. Todos ellos.

―¿Por qué Sir. Sergio no forma parte de la lista? ―Tris dejó caer los hombros al frente antes de detenerse de nuevo. Se giró en un segundo, y con la lámpara intentó iluminar el rostro del fantasma. Aquello era imposible. La luz solo le atravesó, haciéndole casi invisible al alcance del ojo humano.

―Dalia y Sergio llegaron al castillo casi al mismo tiempo ―dijo. Tris dio vuelta a la izquierda. No era una chica con excelente memoria como su hermano, pero creía saber a donde iba―. Él no es un sospechoso. Su coartada lo desacredita.

―¿Por qué estás tan segura? ―No parecía desconfiar de su palabra, al fantasma le fue imposible ocultar su curiosidad.

―Tengo una corazonada. ―Chester asintió lento. Prestó atención a los alrededores oscuros al tener que bajar un peldaño de escalones pequeños. En dicho pasillo había ventanales diminutos que no proporcionaban luz lunar por culpa de las nubes en el cielo. Aquella noche sería la más fría del invierno.

La sensación térmica era mucho más helada en ese pasillo. Se sentía como si un espectro maligno vagase en aquel corredizo desde los cimientos del edificio. A consecuencia del repentino frío, Tris perdió la orientación. Según su torpe memoria, estaba rodeando el área Sur y Oeste para evitar a toda costa interrumpir el área Este, donde la mayoría de los habitantes del castillo descansaban.

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⏰ Última actualización: Feb 09, 2020 ⏰

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Conociendo a la bestia: El Príncipe Maldito #1 [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora