Tris no llevaba mucho de haberse despertado. Las cortinas color lavanda no dejaban traspasar la luz del sol, y la colcha de su cama era muy cómoda. Lo era tanto que, a veces se preguntaba como la gente de ese castillo podía levantarse sin tener la necesidad de quedarse recostados para siempre.
―«Lo que yo daría por tener una cama así». ―Pensó para sí misma cogiendo una almohada para abrazarla con todo su cuerpo.
―Debería levantarse, señorita.
Soltó un grito al ver al techo de su cama. Un niño flotaba sobre ella con ambas manos colocadas bajo su barbilla. Parecía inerte y curioso. Sospechaba que el niño debió estar observándola dormir durante horas.
―T-Tú... ―Se recargó en el respaldo de la cama usando su almohada como protección―. O-Otra vez estás...
―Pensé en visitarla, después de todo, estaba desocupada. ―Tris hizo una mueca. Estaba claro que no entendía lo que estaba diciendo―. Casi siempre la veo con ese enigmático doctor
―¿E-Éric? ―Una nerviosa sonrisa se formó―. Bueno, él es mi instructor de piano. Así que supongo que él y yo...
―No se preocupe, creo que entiendo su apego hacia él. ―Tris abrió los ojos tanto como pudo ante la aclaración. Se mentalizó a sí misma no parecer tan obvia con respecto a su atracción hacia el científico―. Me da cierto asco, pero lo entiendo. Mi madre me contó hace tiempo que el amor se puede presentar incluso a mi corta edad.
―¿Tu madre? ―Tris no lograba entender del todo.
―Dorothy. ―aclaró con una sonrisa más amena―. Ella siempre me habla, aunque no me ve. Cree que estoy muerto.
―¿Y no lo estás? ―El niño negó rápido―. ¿Qué te pasó?
―No lo sé. ―Se encogió de hombros. Tris notó que se transparentaba demasiado. Podía ver el techo a través de él―. Yo era muy pequeño cuando todo sucedió. Tenía solo seis años.
―¿Al menos recuerdas algo? ―El niño permaneció flotando sin ver a ningún punto en particular―. Quizás un lugar o algo importante que pudieses destacar.
El niño permaneció en silencio dándose a la tarea de pensar. Cuando soltó un suspiro, Tris aceptó la idea de que el chico no tenía la más mínima idea de nada. Lo intuyó al verlo observar la nada con cansancio y decepción.
―Si tan solo pudiera recordar haber visto algo, estaría agradecido. ―Chester, el pequeño niño, miró a la joven un tanto incómodo―. Solo recuerdo ruido. Entre ellos algunos gritos de mi madre y todo el tiempo oía agua escurriendo de alguna parte. Como si estuviese en un río o canal, pero nada más allá de eso.
Tris asintió. Dejó la almohada a un lado en la espera de que dijese algo importante más allá de eso. Pero debía haber sido toda la información. Chester hacía lo posible por esforzarse en recordar algo. Además, cabía la posibilidad de que él fuese alguien muerto. Los fantasmas solían estar atrapados en el mundo terrenal cuando se negaban a aceptar su muerte o porque no lograron cumplir algo en vida.
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Conociendo a la bestia: El Príncipe Maldito #1 [Editando]
FantasiHabía una vez un príncipe que vivía en un castillo a la mitad del bosque con el emblema de la familia real de los Solthier. Dalia, una doncella procedente del país francés e hija de un humilde mercader, se vio obligada a conocer a este apuesto prínc...