Capítulo IX: Dolor

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A veces siento como si Dios, el universo o la existencia me odiara. Probablemente los tres me aborrezcan por igual. Y es que desde que nací fue rechazada por todos, ya que no fui planeada por mis progenitores.

Mis padres, mis abuelos, mis hermanos mayores me abominan, y en cierto modo es recíproco, yo también odio a cada miembro de mi familia, los odio a todos... Ahora que ya soy una persona adulta y logré hacer mi vida mi progenitor murió. Ese ser asqueroso que intentó abusar de mí cuando tenía quince años falleció de un cáncer, el viejo sufrió y creo que es uno de los momentos más alegres de mi vida.

Mi madre no creyó cuando le conté. Me echó de la casa y me dijo que no volviera nunca más y eso hice, claro está que años después mi hermana quedaría embarazada de mi padre, y mi mamá. Mi querida mamá se puso del lado de mi padre y echó también a mi hermana de la casa, terminó quitándose la vida meses después. Creo que mi hermana es la única persona a la cual le he tenido cariño.

Pero volvamos a mi madre, hace unos días vino llorando a contarme que la señora a la que arrendaba la iba a echar de la casa si no pagaba los meses de arriendo que debía ¿karma?, ¿no? Bueno no le presté atención, le dije que estaba muerta desde el día en que me echó de la casa.

- Pero hija, no podía hacer nada – me dijo al borde de las lágrimas.

- ¿Nada?, me odias desde que nací tú, el hijo de puta de mi progenitor y mis hermanos me han odiado siempre, y no solo eso, la cami se mató por tu culpa...

- Perdóname hija.

- Lo siento tengo mucho odio, que Dios te perdoné, porque como te dije estás muerta para mí.

Se alejó llorando, gritando al cielo que había hecho para que merecer esto. Mis hermanos están igual o peor que mi madre, Hernán el primogénito, luego de la muerte de Camila abandonó sus estudios de ingeniería comercial en la UC, de los cuales mis padres siempre se vanagloriaban, y se adentró en las drogas y el alcohol, lo último que supe de él es que estaba viviendo bajo un puente en el rio Mapocho, y que lo hirieron en una pelea territorial. No sé si está vivo, en hospital o muerto, poco me importa, siempre fue el favorito de mi mamá, y en esta vida por lo que veo todo se devuelve.

Mi hermana Carolina, quedó embarazada cuando estaba en la universidad, se fue a vivir con su pareja, el padre de su hijo, todo fue color de rosas en un principio para ella, pero luego cuando mi sobrino estaba por nacer él la dejó y se fue con otra mujer más adinerada. Carolina tuvo a su hija sola, a los años volvió a quedar embarazada de otro tipo el cual también la abandonó y por lo que se ahora vive en una población del sector norte de Santiago con un narcotraficante a la espera de su tercer hijo, claro está que a los otros dos el SENAME se los quitó.

Ana mi última hermana fue la que peor me trató siempre me golpeaba con una varilla en las piernas y me padre me golpeaba cuando lloraba por los golpes que ella me daba.

- Cállate mierda, no llores.

- Pero papá, Ana me pegó con esa varilla.

- Te dije que no quiero oírte.

- Pero... – decía yo entre sollozos

- Me aburriste.

Y ahí era cuando me golpeaba de puños y a veces de patadas. Ir donde mi madre era un caso perdido, me miraba con desprecio y me decía que no quería problemas con mi padre y que debía defenderme.

Haciendo caso, en el colegio me inscribí en un curso de boxeo, en las tardes después de clases practicaba todos los días y pasado unos meses aprendí a defenderme bien, esperé que mi hermana viniera a pegarme cuando de pronto logré quitarle de sus manos la varilla y pegarle primero un gancho al mentón con la izquierda y luego con la derecha un certero y duro golpe en todo el rostro entre la nariz y el labio. Cayó al suelo con don dientes menos y la nariz sangrando, fue a acusarme con mis padres quienes además de golpearme me castigaron, ella no me pegó más, pero dejó de hablarme, a mí me dio igual, incluso el castigo no me importó en las más mínimo, me había vengado y lo disfrutaba, recordaba cada golpe que di al cerrar los ojos y me reía sola.

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