Capítulo II: Ruidos en el ático

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Hace varias semanas que venía sintiendo ruidos extraños provenientes desde el entretecho de mi casa. Los primeros días pensé que podían ser ratas atrapadas allá arriba, pero jamás imaginé que lo que encontraría ahí sería lo más espantoso que vi en mi vida.

Venia buscando arriendo hace meses. Sin embargo, ningún departamento llamaba mi atención. Hasta que un día de estos mientras transitaba por una villa que se caracteriza por ser de casas antiguas encontré una que se arrendaba. A pesar de no estar en buen estado, el precio en cierto modo lo compensaba. Y afortunadamente pude ahorrarme una buena cantidad de dinero.

Volviendo al tema de los ruidos, cada noche se ponía más insoportable, lo único que lograba calmarme un poco era Agustina. Mi amiga de toda la infancia.

- Amiga, ¿estás?

- ¿Carolina? Dime ¿qué pasa?

- Sé que es tarde, pero nuevamente siento ruidos extraños en el desván.

-Deben ser las ratas, tranquila. Mañana llevaré trampas y nos desharemos de esa molestia.

- Está bien Agustina, gracias.

- De nada amiga, vuelve a dormir.

Luego de eso logré dormir un poco. Pero, desperté aterrada a eso de las 5 de la mañana. Un grito desgarrador me hizo saltar de la cama, al principio pensé que estaba soñando, pero escuché ruidos nuevamente esta vez eran demasiado fuertes, como si estuviesen golpeando con un martillo.

Definitivamente esas cosas no eran ratones, por lo que decidí levantarme y prepararme un café para mantenerme despierta, luego de eso salí. Pasé todo el día fuera de casa, ya no soportaba estar ahí. Aproveché de ir un parque y estar tranquila, luego de eso fui a un centro comercial y compré todo lo necesario para la noche, artículos como un cuchillo, linternas, un bate de béisbol, etc.

- Pero ¿qué haces con todo eso?

- Hay que estar preparada en todo momento – respondí

- Entonces ¿Cuál es tu plan?

- No lo sé – dije – subir y matar a lo que este allá arriba.

- Está bien – dijo Agustina en un tono no muy convencida.

- ¿Tienes algún plan mejor?

- Averiguar porque se producen estos ruidos.

Al final optamos por aguardar a que comenzaran los ruidos para subir y descubrir de una vez por todas lo que estaba ocurriendo. Como si nos estuviese esperando puntualmente a la medianoche comenzaron los ruidos, esta vez no solo eran golpes, sino que esta vez también se podía escuchar una especie de voz masculina que gritaba.

Al subir pudimos notar un olor a putrefacción, también pudimos observar cabezas de gatos machacadas, vimos que las paredes estaban manchadas con sangre y para cerrar el espectáculo visual había palabras escritas en un idioma extraño, y velas negras en el piso creando un circulo perfecto.

Estábamos atónitas viendo la dantesca escena hasta que algo nos hizo salir de nuestro asombro y llevarnos al terror. Una voz, la misma que habíamos oído antes, estaba hablándonos en otro idioma. Lo cual lo hacía aún más espeluznante.

- Malum daemonium tenebris ostende te.

- No te tenemos miedo – dijo mi amiga.

- Te mataremos.

De pronto la voz se materializó, un tipo alto, y extremadamente flaco con una sonrisa macabra comenzaba a rezar.

- Sanguis lunam, caelum nigrum moriatur sacrificium quod pessimae sint, sanguis lunam, caelum nigrum moriatur sacrificium quod pessimae sint sanguis lunam, caelum nigrum moriatur sacrificium quod pessimae sint.

A medida que repetía esas palabras la figura del hombre desaparecía y solo se escuchaba su voz.

- Vámonos – dijo Agustina.

- No – dije de manera tajante.

- Pero ¿acaso estás loca?

- Tenemos que acabar con esto.

- Como vamos a acabar con un demonio.

- Sacrificándolo.

- ¿Así que un sacrificio? Muy bien – dijo riendo.

- ¿Por qué te ríes? – pregunté.

Sin darme cuenta Agustina sacó el cuchillo que le había entregado se dirigió hacia mi con una mirada de odio.

- Maldita perra, vas a morir.

- ¿Qué haces? Baja el cuchillo.

- ¡Cállate! Aníbal me engaña contigo.

- ¡Estás loca! Yo jamás te haría eso.

- La señora que me ve la suerte me lo dijo. Me contó que el amor de mi vida me engañaba con alguien cercano y esa debes ser tú perra maldita

- Debes visitar un psiquiatra estás loc...

No alcance a terminar la frase cuando sentí un pinchazo, bajé la mirada y tenía el estómago ensangrentado, mi amiga me había clavado el cuchillo en el abdomen. Mientras me apuñalaba reía de una manera psicópata mientras exclamaba palabras en el mismo idioma del demonio.

- Dominus sacrificium, diligitis iocus, Dominus sacrificium, diligitis iocus

Yo me desvanecí sentí como ella tomaba el bate y comenzaba a golpear mi cabeza una y otra vez repetía las palabras y golpeaba mi cabeza. Vi como mis sesos saltaron lejos y mancharon la habitación.

- Todo está consumado mi señor, toma posesión de su alama y llévatela al infierno al dolor eterno. Donde se merece estar.

Desperté cerca de las 4 de la mañana con el corazón palpitando a mil, me toque la cabeza y el abdomen para asegurarme que todo estaba bien, todo había sido un mal sueño. Mire hacia el velador y ahí estaba un folleto con la foto de Agustina y una leyenda que decía persona extraviada.

Comencé a sentir ruidos nuevamente, me levanté y subí al entretecho de la casa, ahí estaba la loca de Agustina atada y amordazada dentro del circulo de velas negras intentando zafarse.

La miré y sonreí, pero a la vez sentí pena por ella, me había descubierto junto a Aníbal en la cama hace un par de semanas y no podía dejar que hablara.

Me miró con una expresión de terror.

- Aquí está tu desayuno – le dije arrojándole un trozo de pan añejo.

Algo quería decirme, así que me acerqué a ella y solté las amarras que había en su boca.

- ¡Estás loca!

- Lo sé – dije riendo.

- ¿Qué planeas hacer conmigo?

- Nada, solo te dejaré morir aquí.

- No podrás me están buscando por todos lados, la policía te encon...

Le volví a amordazar. Me aburrí de su estúpido y latero discurso, además quería seguir durmiendo. Antes de bajar le volví a hablar.

- No te ilusiones querida. Ya han pasado varias semanas pronto dejarán de buscarte, hasta mañana.

Le sonreí sarcásticamente y bajé a mi habitación.

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