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Se volteó nuevamente, buscando la posición perfecta para poder conciliar el sueño, aunque hace más de dos horas que estaba tratando de dormirse.

Las cosas... No estaban bien.

JungKook estos días estaba realmente alterado, como si fuese una bomba, la cual pronto explotaría.

Ya hace unos días de la pelea con su madre, con la cual ya ni siquiera se saludaba cuando se cruzaban por la calle. Aunque el mayor lo negara, JiMin sabía perfectamente que su novio no estaba bien, lo escuchaba llorar por las noches, también escuchaba como se levantaba de la cama, tomaba las llaves y se iba, para volver una hora después con olor a cigarrillo y un poco a alcohol.

No era solamente por lo de su madre, si no también que le habían rechazado unas canciones que había presentado, diciéndole que "no eran realmente buenas, y que ninguna agencia le iba a aceptar". Además, le habían despedido del trabajo, sí, había conseguido un trabajo en una tienda de ropa.

La madre de JiMin estaba igualmente de preocupada como su hijo, quería a JungKook como su propio hijo, y le dolía ver como se encontraba. Una mañana, se sentó con él, solos, y le dijo varías cosas, como que: "siempre iba a ser bienvenido en esta casa" y "ya verás cómo las cosas van a mejorar, hijo".

A pesar de todo, JungKook tenía un pilar, y ese pilar era JiMin. ¿Peleaban? Sí, no muchas veces, pero lo hacían, aunque siempre terminaban a los besos y acurrucados en el sofá, o en la cama haciendo el amor.

— ¿No puedes dormir? — Una voz somnolienta le hizo volver a la realidad. Se volteó, quedando así cara a cara.

—No. — Dijo bajito.

JungKook se le acercó, le envolvió con sus brazos, haciendo que su cabeza quedara escondida en su pecho. Tan cálido...

— ¿Estas bien? — Preguntó de repente JiMin, mientras el mayor le repartía besos por todo el rostro.

—Sí, ¿tú?

JiMin se separó, extrañando a su pareja, y se sentó en la cama, cruzando las piernas en posición de indio y mirándole fijamente.

—Quiero que dejes tus salidas nocturnas. — Habló firme, demostrando seriedad en sus palabras.

JungKook se sentó igualmente, imitando su posición y quedando así nuevamente frente a frente, envueltos en la oscuridad de la noche, aunque iluminados por la luz de la luna que entraba por la ventana.

El azabache bajó la mirada avergonzado, no quería que su pequeño novio le viera así. Había dejado hace un tiempo el cigarrillo, pero una noche decidió mandar a la mierda todo y volver a retomar sus viejos hábitos. Sin embargo, sabía perfectamente que no estaba bien, además de que tenía un pequeño miedo: beber más de la cuenta y cagarla, como acostarse con alguien o quizás decirle cosas a JiMin.

—Está bien... — Dijo, tomando la mano del rubio, acariciándola con su pulgar. Era tan suave, delicada y gordita que a JungKook, por alguna razón, se le dieron ganas de morderlas. Así lo hizo, acercó sus dedos a su boca y mordió suavemente el índice, para luego meterlos en su cavidad y lamerlos. Sonrió al ver como su pareja se sonrojaba con fuerza, pero se notaba claramente que lo disfrutaba.

—Y-yo... Jun-JungKook... — Tartamudeó. ¿Se estaba excitando? Sí, pero aún no terminaba de hablar, por lo que alejó su mano, recibiendo un gruñido por parte del azabache. — Aun n-no terminé. — Aclaró

El mayor se acercó al rubio, tomó sus muslos y los masajeó, haciendo suspirar de placer a su pareja. Lo sentó en su regazo, y sin poder resistirse más, devoró su cuello, mientras sus inquietas manos se dirigían a su trasero, masajeándolo y amasándolo a su antojo.

¡JungKookie! 사랑 "Kookmin"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora