2

236 21 5
                                    

Capítulo 2

—¿Emilio, cariño, me escuchaste? —Sacudí mi cabeza e intenté concentrarme en el rostro sonriente de mi madre. Siempre nos juntábamos para el almuerzo al otro día del juego antes de que volvieran a Jacksonville por la semana. Se me hacía difícil concentrarme esta mañana, el pedazo de papel en mi bolsillo se sentía como si me estuviera haciendo un agujero en la pierna. ¿Por qué mierda me había dejado el número de teléfono de la tienda de música?

—Lo siento mamá, ¿qué decías? —Ella me preguntó algo sobre mis clases y yo le respondí con el típico "me va bien" que ella esperaba. Mi hermana me sonrió desde el otro lado de la mesa.

—Creo que Emilio no estaba haciendo sus tareas anoche, mamá. ¿Te emborrachaste? ¿Cog…?

—¡Romina Ivana Marcos, si terminas esa oración, te arrastraré hasta el baño y lavaré tu boca con jabón! —Me reí ante el rostro sorprendido de mi hermana mientras mi madre lo regañaba.

—Te iba a preguntar si había conseguido el perfume, para nuestra adorada madre. —Romi gruñó cuando la mano de mamá hizo contacto con su nuca.

—Sabía muy bien lo que le estabas por preguntar. La noche de tu hermano no es cosa tuya. —Ella lo miró antes de sonreírme—. ¿Has conocido a algun chico bueno, cariño?

¿Chicos buenos? Conocía a muchos chicos buenos. Algunos eran buenos en el sexo oral, otros eran buenos para montar mi verga, otros eran buenos con sus manos, pero tenía el presentimiento de que mi madre no aprobaría esa respuesta. El rostro de el Chico Reed entró en mi mente y alejé mis pensamientos de nuevo.

—Nadie en especial, mamá. En verdad regresé a casa luego del juego y me quedé en mi habitación. —No tenía ganas de ir a The Moon. Había jugado juegos de video e intentado descifrar qué le pasaba al Chico Reed. Nadie se alejaba así de mí, nadie. Y me había dejado el puto número de la puta tienda de música. ¿En verdad se pensaba que le iba a comprar esa estúpida lengüeta

—Bueno, algún día lo harás cariño. Juan, ¿cómo está tu omelette? —Jugué con mi comida e intenté tener algo de apetito.

Romina se inclinó hacia la mesa ahora que mamá no le estaba prestando atención.

—¿En serio regresaste a casa luego de un juego como ese? No eres mi hermano, chico. Yo era una leyenda en esa escuela. Los chicos todavía siguen pensando en mí—mi madre le pegó de nuevo en la nuca y élla hizo un gemido de dolor.

—Lo siento, ma, pero es cierto.

—Esta es tu influencia, sabes. —Le dijo a mi papá, quien sonreía.

—Me llevó a ti, ¿verdad? —Ella se derritió y los dos comenzaron a recordar cómo se habían conocido en este campus. Mátenme ahora.

—Tengo que irme. Tengo una prueba de cálculo mañana. —Me levanté de la mesa y abracé a mi madre, y luego le di la mano a mi papá—. ¿Nos vemos el viernes? —El título ACC se jugaba el viernes en Jacksonville así que iría a casa de nuevo.

—Okey, hijo. Trabaja en tu tiro de cinco pasos esta semana. —Rodé mis ojos ante el consejo de papá, le revolvi el pelo a Romi y ella me fulmino con la mirada,y me fui del restaurante. Por suerte había conducido yo solo. Entré en mi Mercedes plateado y sonreí mientras ella se encendía. Ella era la única chica en mi vida y así estaba bien.

No tenía prueba hoy en realidad, así que conduje por la ciudad escuchando en último CD de Eminem y saludando y sonriéndole ocasionalmente a cualquier chica o chico caliente que se cruzara. Una me saludó pero pasé por su lado cuando la luz se puso en verde. Llegué a Evergreen y me detuve en el pequeño centro comercial. Allí, la segunda tienda de la izquierda era la tienda de música Rey.

Sideline CollisionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora