Capítulo 12
Era por esto que nunca antes compartía la cama con alguien. Pudo haber sido divertido despertar junto a un Chico Reed casi desnudo si no estuviera colgado a medias de mi jodida cama. Me subí y vi que, aunque probablemente el era de la mitad de mi tamaño, fácilmente estaba ocupando tres cuartos de la cama al estar acostado en un ángulo de 45 grados, tenía la cabeza en mi almohada y su pierna sobre las mías. Su ojos estaban parcialmente cubiertos por su cabello rizado y tenía la nariz arrugada como si estuviera oliendo algo mal. En realidad era algo lindo, excepto porque acaparaba la cama, por supuesto.
Me di la vuelta y puse los pies en el piso, ahogando una maldición cuando vi lo jodidamente cerca que había estado de golpear el piso mientras dormía. Chico Reed, como si sintiera que tenía incluso más espacio, soltó un suspirito y se movió hacia el lugar que yo acababa de dejar. Íbamos a tener que trabajar en sus problemas a la hora de dormir si íbamos a volver a pasar la noche juntos, lo cual sí íbamos a hacer si yo tenía algo que decir en ello.
Dos veces anoche, luego otra vez a las cuatro de la mañana cuando me desperté con sus labios moviéndose sobre mi pecho. Déjame decirte que mi chico tenía mucha jodida resistencia. No podría ser más feliz por eso. Mi reloj decía que eran las nueve y sabía que mis padres llegarían pronto a casa, si es que no estaban aquí ya. Aunque quería despertarlo y tomarlo de nuevo, lo dejé dormir mientras me bañaba. Me limpié y me puse un par limpio de boxers, unos jeans y una camiseta. Chico Reed no se había movido de la posición que abandoné, así que lo dejé y bajé las escaleras para ver el daño. Esperaba que mi hermana hubiera limpiado, o hubiera obligado a alguno de los de primer año a hacerlo.
Llegué al final de las escaleras y me dirigí a la sala, ya que ahí era donde habían estado la mayoría de los invitados de la fiesta. El cojín que aventé detrás del sofá estaba de regreso a donde pertenecía, afortunadamente la mancha era el único daño que podía ver. Había tres bolsas de basura acomodadas junto a la puerta principal, llenadas hasta el tope de vasos de plástico y botellas. Qué bueno, esos cabrones habían limpiado. La barra parecía que necesitaba una limpiada, pero el licor estaba guardado así que todo estaba bien ahí. No quedó rondando ningún cuerpo, parecía que todos se habían ido. Maravilloso.
Entré a la cocina y casi salto fuera de mi piel cuando vi a mi madre sentada en la mesa, bebiendo una taza de café y escaneando el periódico. Sus ojos se encontraron con los míos y alzó una ceja. ¿Qué demonios significaba eso?
-Hola mamá.
-Buenos días, querido. ¿Te la pasaste bien anoche?
Carajo sí, me la pase bien. Tres veces, muchas gracias. No es que fuera a decirle eso.
-Uh, sí, fue genial.
-Estoy segura de que sí.
Había algo en su tono que me puso nervioso.
-Perdón por el cojín del sofá.
Me miró y luego miró de nuevo el periódico.
-¿Por eso estás pidiendo disculpas?
Mierda, ¿a dónde se dirigía? Bajó la sección que estaba leyendo y agarró otra, abriéndola por completo. Ahí, justo en la primera página, estaba una foto de mi celebración de victoria con el equipo. Más pequeña y a la derecha había una foto de Chico Reed y yo besándonos fuera de los vestidores. Maldición, ¿también el periódico estaba cubriendo esa mierda? No es que esperara que ella no lo viera, pero, ¿tenía que tener una copia?
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Sideline Collision
RandomUn presumido mariscal de campo choca con un mordaz nerd de la banda musical. ¿Qué pasa cuando colisionan dentro y fuera del campo?