Capítulo 31/?
Me detuve frente al complejo de apartamentos del chico reed y apagué mi auto. Me miré en el espejo retrovisor para confirmar que lucía caliente y salí, tomé las lengüetas y cerré la puerta, dándole una palmadita en el capó de mi chica antes de dirigirme hacia el apartamento.
Una nerd estaba esperando el elevador, me miraba con su boca abierta. Arqueé una ceja y caminé a su lado para tomar las escaleras. No necesitaba que ella estuviera babeándome antes de tener mi oportunidad de cogerme al chico Reed. No quería que nada más se interpusiera ante nosotros, y la baba de una nerd con acné le daría la idea incorrecta.
Llegué al cuarto piso y el apartamento 432 estaba a mi derecha. Caminé y golpeé la puerta roja, poniendo mi mejor sonrisa para cuando me viera de nuevo. El parecía del tipo que miraba por el agujero, aunque sabía que vendría. Esperé un minuto y nadie me abrió, así que toqué el timbre. Tal vez se estaba preparando en el baño. Mierda, el podría estar en la ducha. Y con esa imagen, mi verga se puso dura de nuevo. Tal vez debería tomarlo allí y luego en la cama. Chico Reed mojado sería demasiado caliente. Mojado en más de una manera, naturalmente.
Seguía sin respuesta. El no parecía del tipo que se arreglaba demasiado, ¿pero qué mierda iba a saber? Había pasado menos de una hora con el y todo lo que hicimos fue discutir y coger. Fue tan increíble. Le daría otros cinco minutos y tocaría de nuevo. Eso sería tiempo suficiente.
Me recosté contra la pared y cerré mis ojos, su rostro llenó mi mente. El era muy bonito, incluso cuando era una perra como lo había sido por su lengüeta. Esos ojos miel y esos labios carnosos me hacían querer morderlo. Esperaba que siguiera enojado conmigo sobre no dejar sus preciadas lengüetas con el pervertido en la tienda de música.
Pasaron los cinco minutos y toqué el timbre de nuevo. Las persianas estaban cerradas así que no podía ver nada dentro del apartamento, pero no escuchaba nada tampoco. ¿Qué mierda? ¿Estaba aquí o no? ¿Era este su apartamento? El estaba jodiéndome de nuevo, lo sabía. El no podía hacer nada simple, ni siquiera la entrega de sus propias lengüetas. Bueno, que se vaya a la mierda, no lo necesitaba.
¿Quién se pensaba que era? ¿Quién se pensaba que yo era? Yo era el maldito Emilio Osorio, no un perdedor como el de la tienda de música quien complacientemente se sentaría a sus pies y esperaría por el. Yo podía tener a cualquier chica o chico en esta universidad y ciertamente no necesitaba su mierda.
Tomé una de las lengüetas, mirándola por un momento y luego la quebré y la dejé en su alfombra. $30 se fueron por el retrete, pero no me importaba. Llevaría las otras dos de vuelta a la tienda y se las enterraría en la nariz a Adrian y luego él la llamaría llorando. Luego encontraría a la primera chica caliente y la cogería para sacarme a Chico Reed de mi cabeza.
Me giré para dirigirme hacia el elevador y salieron dos chicas riéndose. Ninguna de ellas era chico Reed obviamente, pero ambos eran putamente calientes, especialmente el pelinegro rubio alta. El se rio ante algo que dijo la pequeña de cabello castaño, y giró su cabeza. Su sonrisa se congeló cuando me vio y entrecerró sus ojos. ¿De qué mierda iba todo esto? No conocía a ese chico. Lo hubiera recordado si lo hubiera cogido. O al menos eso creía.
El le dijo algo a la pequeña y se dirigieron hacia mí.
—Eres Emilio Osorio—dijo el pelinegro, mirándome fríamente. El tenía ojos raros, de un color casi violáceo. Era caliente. Y era tiempo de que me hubiera reconocido.
ESTÁS LEYENDO
Sideline Collision
RandomUn presumido mariscal de campo choca con un mordaz nerd de la banda musical. ¿Qué pasa cuando colisionan dentro y fuera del campo?