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Capítulo 9

Mega Maratón 8/10

El viaje en bus hacia Jacksonville fue largo, aburrido y molesto. La práctica no había estado mal. Practicamos bastante y luego miramos un par de videos del equipo rival. Eran conocidos por su defensa y sus equipos especiales, lo cual era suficiente para ganar por lo general, pero no me ganarían a mí. Su mariscal no era tan bueno como yo. Le pidieron que no perdiera el juego, no le pidieron que ganara, y sabía que esta semana eso no sería suficiente.

Entré en mi habitación del hotel y me tiré en la cama. Me había duchado en el estadio. Un par de jugadores del equipo cenaría en The Press Box, pero yo no tenía ganas. Las porristas estarían allí y Aspiradora estaba desesperada por tener tiempo conmigo a solas. Yo no tenía ganas de repetir la actuación y lo último que quería era tener problemas con Chico Reed, especialmente cuando no estaba haciendo nada malo por primera vez.

Apestaba que no pudiera quedarme en casa mientras estábamos aquí, pero el entrenador insistió que nos quedáramos en el hotel la noche antes del juego. Mañana a la noche podríamos hacer lo que quisiéramos, siempre y cuando ganáramos y estuviéramos listos para irnos el domingo por la mañana. Mañana por la noche sería épico. Mis padres no estarían en casa y podríamos estar tranquilos. Tal vez tendría la oportunidad de mostrarle mi habitación a Chico Reed.

El había estado en mi mente desde anoche. La manera en que me defendió frente a Rizos definitivamente me había excitado. Tuve que masturbarme en la ducha cuando volví a mi habitación. Hubiera sido mucho mejor si me hubiera cogido a Chico Reed, pero le dije que lo dejaríamos a su tiempo y eso era lo que haría, aunque apestara.

Tomé mi teléfono y busqué su número. Le dije que lo llamaría y sorprendentemente tenía ganas de hablar con el. Lo extrañaba. ¿Cuán genial era que había programado Chico Reed en mi teléfono? El era diferente, mucho más genial que cualquier persona que había conocido. Llamé y esperé.

—¿Hola?

Sonreí cuando escuché su voz sexy en la línea. Finalmente no me había cagado.

—Hey, Chico Reed.

Lo escuché respirar.

—Hola, Emilio. ¿Cómo está Jacksonville?

Gruñí.

—Demasiado aburrido. Estoy estancado y solo en mi habitación.

El rio.

—Pobre bebé. Yo estoy estancado en mi departamento con una amiga triste porque su novio se fue por el fin de semana y otro que no me habla.

Por supuesto que Rizos seguía siendo una perra.

—¿Estás diciendo que tú no estás triste porque estoy lejos el fin de semana?

—¿Estás diciendo que eres mi novio y debería estarlo?

Joder, me tenía.

—Uhh…

Rio y su risa fue a mi verga.

—Relájate, Emilio. Estoy bromeando. Además, te veré mañana, ¿verdad?

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