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Los rayos de sol podían ser en ocasiones tan difíciles de soportar; más si el día estaba en su máximo esplendor...

Sin embargo, esto formaba parte de un aldeano de Konoha.

Había pasado cerca de tres días manteniendo el ritmo de un ninja en entrenamiento. Lanzando los kunai y shuriken con mucha fuerza en aquel blanco en medio del campo abierto como los días en la Academia.

Pero esto no resultaba como aquellos tiempos.

Cada intento se hacía más complejo que el anterior, y esto me dificultaba saber si estaba preparada o no para los Exámenes Chunin.

Lastimosamente me estaba haciendo la idea de que podía lograrlo; y no veo provecho de esto.

— Si no le doy al menos... una vez, me rindo... — espeté disgustada al ver que mis esfuerzos no daban frutos.

El cansancio llegó a invadirme luego de que lancé el kunai restante del bolsillo; el cual llegó a atravesar el último tramo del lienzo.

Fallé.

Reposé mis manos sobre las rodillas conteniendo una bocanada de aire tras otra para poder estabilizarme del esfuerzo que mantuve por horas y horas.

Diablos...
No creí que me quedaría tan atrás en esto.

Estoy en un pésimo nivel.

Sin dejar de lado que todos los armamentos están tendidos en el césped. Solo para darme cuenta que había hecho suficiente como para seguir intentando como una testaruda sin remedio.

Una terca que solo se hace trizas.

— Ugh. Malditos sean esos que tienen dones de nacimiento. No deben ni entrenar tanto porque lo tienen todo fácil desde pequeños — me lancé sobre el prado a ver el cielo y despejar mi enojo por la injusticia que rondaba en el mundo ninja.

El viento corría dejando que mis pulmones se llenaran con ligereza y calma a la vez.
Con la esperanza de que todo vaya acorde a lo planeado.

El salir ilesa y victoriosa de esos exámenes para así ascender.

Pero, ¿A quién engaño?...

Si estoy así desde ahora, puede que pierda o muera en esos exámenes. No sería capaz de poder atacar a alguien solo con un shuriken...
O kunai...
O los dos.

Ya que sería un blanco perfecto para el contraataque.

— Que horror... — susurré para sentarme y ver todo el desastre que hice mientras suspiro.

Y la verdad que no iba a mentir lo de hace un momento. ¡Muchos tuvieron suerte de nacer en un Clan privilegiado!.

Desde ese Clan Uchiha, hasta los Hyuga; que por cierto... Aún mantienen fijo de seguir el linaje que los avala por generaciones.

Aunque como escuché una vez...
Todo don tiene sus límites... ¿Será que no todo puede ser perfecto?.

Me levanté del suelo pensando en la misma pregunta, todo para ir a recoger con mucha paciencia cada arma que lancé.
Al menos podría cubrir mi tiempo con ello, después de todo... Necesitaba entrenar de alguna manera.

Claro, necesitaba una guía. Y esa guía... No estaba presente por ningún lado ni de casualidad.

— ¡Vamos, no se detengan! — empecé a escuchar una exclamación a lo lejos.

Era una tropa de estudiantes con un maestro al frente como ejemplar. Todos en trote como una gran estampida de niños con sueños de ser shinobi.

— ¡Sigan corriendo! — gritó el de adelante.

BE MINE © || Rock Lee x Lectora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora