Capítulo 7

3.3K 221 77
                                    

A lo largo del tiempo y el espacio, sin importar la edad, el sexo o la raza, el encuentro de dos personas siempre ha demostrado ser una apuesta dramática y emocionante. Ya fuese a propósito o por accidente, o porque la señora suerte se sintiera caprichosa.

En el momento en el que uno encontraba al otro, los dioses podían sonreír cálidamente o darles la espalda con frialdad y alejarse.

Hacerlos ricos.

O miserables.

Unos o sietes, es un juego completamente nuevo con cada tiro de los dados, victoria o desastre determinados por el giro de uno solo de ellos.

Pero hay más de un camino hacia lo que vendrá y una miríada de opciones para tomar a cada paso. ¿Qué decisión, cuál dirección será la correcta? No existen reglas escritas que develen el juego. No hay teoría que valga demasiado. Solo un firme sentido de la voluntad y una falta de consciencia propia. Toma lo que es tuyo, y desde ese momento en adelante, sin importar lo que esperes o a lo que temas, ten por seguro que el blanco que tienes en la mira cambiará constantemente.

Nadie puede predecir lo que pasará con dos individuos que acaban de conocerse, pero existe la posibilidad de todas las emociones del corazón humano "alegría, enfado, sufrimiento, humor" y cada tramo de intimidad, de recibir y brindar entrelazadas a las mismas. Juntos pueden dibujar líneas paralelas que nunca se tocan, o enredados laberintos que serpentean por todo el lugar.

Juventud y adultez. Hay tantas formas de describir los límites que separan aquellas dos palabras como personas hay en el mundo. Nadie puede ser un niño para siempre. Por eso, con los ojos fijos en el punto final de eso que llamamos "vida", negociamos los giros y vueltas del tiempo, encontrándonos y separándonos una y otra vez.

...Incluso si hacerlo marca el inicio de una causa y efecto predestinados, de la masacre que se produce, y todo lo que aquellas palabras puedan implicar.


Una noche cinco años atrás.

Riki conoció a Iason.

Riki había emergido del salvaje mundo de los barrios bajos, deformado y distorsionado por la casi extinción del sexo femenino. Creció sintiéndose impotente, incapaz de mantener a raya la sofocante sensación de estancamiento que quemaba su alma. El peso de esa cruda realidad se enroscaba alrededor de su ser, dejándolo desorientado y ciego, incapaz de abrir la puerta de la verdad.

"Un mestizo de los barrios bajos no tiene nada que perder," había llegado a presumir. Y fue entonces cuando sucedió.


Una noche igual a cualquier otra, Midas envuelta en el calor de su obscenidad habitual. Como una voluptuosa emperatriz reinando sobre su imperio de oscuridad, permanecía como la brillante, deslumbrante dictadora de la noche. Su voz seductora y coqueta trinaba desde cada rincón, vibrando sobre las almas atrapadas, devorando el silencio natural de las horas de medianoche.

Entre sus atracciones se encontraba la llamativa y bien iluminada puerta de arco. Conduciendo directo desde el plenamente operativo puerto espacial (construido con las especificaciones de la industria turística), localizado en Sasan (Área 8) al extremo este de Midas.

Las ninfas desnudas que decoraban el friso habían sido sacadas de los míticos motivos encontrados en las historias de la Veela. Presentada a través de las tradiciones de la Salinas Nébula y remontándose a las leyendas de Midas, la seductora Veela era considerada la apoteosis de Eros y Karma.

Tan realistas y hermosas eran que parecían ser más que meras esculturas en relieve, y tan físicamente atractivas como para hechizar a un hombre en su camino y hacerlo levantar la mano para tocarlas. Poseían la pureza divina de las vírgenes que no conocían pecado, y al mismo tiempo representaban depravadas rameras cuyos dulces venenos conducirían el corazón de un hombre directo al infierno.

Ai No Kusabi - Vol. 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora