Aunque habían pasado dos semanas desde aquella noche de desgracia, la carcomedora sensación de humillación continuaba latente en las entrañas de Riki. Sin lugar para expresarse, la incurable furia causaba estragos en su interior.Toda la vergüenza permanecía con él.
Era de esperarse que a partir de ese día Riki no hubiera pisado las calles de Midas de nuevo. Estaba lejos de lograr mantener cualquier conversación sobre "incursionar", pues apenas si podía arrastrar la primera sílaba fuera de su boca. En cambio, se mordía la lengua hoscamente. Día a día la línea entre sus dos cejas juntas solo se hacía más y más profunda.
Si tan solo pudiera haber reprimido los abominables eventos, pudiera haber vivido como un hombre feliz. Pero cada vez que cerraba los ojos, ahí en su cabeza estaba la fría y hermosa imagen del hombre, como tallada en sus sentidos.
"¿Cuándo pierdes tu objetivo... acostumbras recoger a alguien y hacer dinero de esta forma?"
Su singularmente gélida voz que comunicaba una arrogancia imbuida de intimidación, se le quedó grabada a Riki como un incesante chirrido en sus oídos.
¡Mierda!
Y sin embargo perduraba la dolorosa miseria de no ser capaz de hacer nada aparte de quejarse. En realidad no estaba molesto porque Iason lo hubiera humillado, aunque ridiculizar la vida sexual de un hombre fuera una descarada violación a las costumbres del sentido común en los barrios bajos.
Aun encontrándose en un motel a las afueras de la ciudad, Iason no había perdido ni un solo tramo de su dignidad y majestuosidad. Al contrario, para un Blondie de Tanagura que lo tenía todo y más de sobra, Riki no sería nunca nada más allá de una prostituta cuya práctica era coquetear con hombres y venderse a cambio de unas pocas monedas.
Comprenderlo era mortificante.
No cabían dudas al respecto. En primer lugar había sido él quien forzó a Iason por las malas y lo persuadió hasta obtener lo que deseaba. Su terquedad y orgullo eran a ojos del Blondie el mero reflejo de su carácter egoísta y malcriado.
La sola idea hizo que le ardiera la garganta.
"No te confundas, mestizo. Tú eres el precio que tan torpemente me forzaste a aceptar a cambio de mi silencio. Haz cuanto pido, entonces, gime para mí y quedaremos a mano. Nada más."
El frío y calculador comentario, que no podía tomarse como nada distinto del lenguaje abusivo que era. El veneno purulento apuñalando su materia gris a veces se desbordaba y afectaba su orgullo.
Apretaba los dientes. Sus sienes palpitaban. No había experimentado tales sentimientos de disgusto desde que había dejado Guardián. Y sin embargo, sabía de corazón que no existía remedio eficaz contra la fiebre latiendo dentro de su cuerpo.
Entre los límites restringidos del mundo de un niño, siempre podría taparse los oídos y cerrar los ojos a aquello que le resultara doloroso. En Guardián, aquel había constituido el único "derecho" permitido a un niño inmaduro.
Pero ahora las cosas eran diferentes.
Independientemente de la madurez o inmadurez de un hombre, todo el lloriqueo y quejarse del universo no cambiaría nada. En los barrios bajos, donde predominaba la ley de la selva, las palabras y las acciones de un hombre siempre se volvían en su contra.
Riki también conocía esa realidad, la realidad de que no podía simplemente hacer que lo que había sucedido se esfumara. Le pesaba en grande.
Estaba en una posición horrible. El día no tenía suficientes horas para transferir todos los recuerdos a alguna especie de laguna mental fuera de su rutina diaria. Pero no tenía otro camino más que el de persuadirse a sí mismo. Y eso lo hacía insoportablemente miserable.
ESTÁS LEYENDO
Ai No Kusabi - Vol. 1
Teen Fiction間の楔 Amor de alta alcurnia En el futuro, en una estrella distante vive una nueva sociedad. Gobernados por un sistema informático llamado Júpiter, los hombres se dividen en clases según su color de cabello. Los Blondies, genéticamente alterados por J...