Capítulo 8.

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Ya había aparentado fuerza, ya había llorado hasta dormir, y ni así lograba quitarse ese intenso dolor de encima.
Estaba en la banca a la que solía ir la pelirosa, a pensar en Sasuke. La misma banca en la que un día la acompañó, y le dio las gracias por salvar a su hermano, ese había sido el inicio de un fuerte lazo de amistad entre ellas.

Al principio no le agradaba, la conocía como una niñita rosada bastante llorona. Después sus acciones hicieron que la rubia se mordiera la lengua. Esa "llorona", había salvado a Kankuro y a Gaara, había defendido su papel como pupila de la quinta, y se había ganado su amistad y admiración.

Y ahora ya no estaba, de hecho recién había salido de su entierro. Miraba los guantes de combate que solía usar.

—Tremendos golpes que dabas, rompías todo, y aún así tus manos siempre fueron suaves y pequeñas.

Y se largó a llorar de nuevo. De pronto sintió que alguien se sentó a su lado y tomó su mano.

—Nunca te voy a dejar sola.

—¿Aunque sea problemática?

—Eres el único problema que me gusta.

Sakura no se había equivocado cuando le dijo que Shikamaru sería su chico ideal.

—Ni siquiera pude contarle... de nuestros planes de boda.

Shikamaru la abrazó.

—Estoy seguro que ella no quería abandonarte.

—No sé si yo...

—Tranquila. No hay prisa. Nos casamos en un año, dos, cinco, los que necesites.

—Gracias vago.

Permanecieron disfrutando de su compañía.

(...)

—¿Verdad que luce preciosa, Gaara?-- preguntó una castaña.

—...Se ve bien.

—Eres el hermano más tierno del mundo.-- Temari rodó los ojos.

Sin embargo, al ver la sonrisa tan particular de su hermano, se relajó y sonrió también, era una buena señal.

—Pensé que Gaara era el más torcido, pero eres tú la que se casa frente a una tumba.-- bromeó Kankuro.

Temari sonrió con nostalgia.

Había decidido que, de cualquier manera, Sakura debía estar presente en su boda, había sido su primer amiga, y la única sin contar a su cuñada,  Shikamaru accedió con facilidad, incluso se veía feliz con la idea, él mismo se encargó de conseguir el permiso para que la ceremonia fuera realizada en ese lugar.

La rubia sonrió viendo su reflejo, usaba un bello y fino kimono blanco, con bordados color aqua, su peinado tan a la altura de la princesa que era. Se veía hermosa.

—Estás lista.-- sonrió Matsuri.

—Falta algo.

Tomó cuidadosamente un ramo de flores de cerezo.

—Ahora sí.

La cara de Shikamaru cuando la vio avanzar hacia él, no tenía precio, incluso había olvidado cómo se debía respirar.

—Ya te tragaste 4 moscas.-- se burló ella, pero era su manera de disimular su nerviosismo.

La piedra preciosa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora