Capítulo 4.

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Se había cumplido ya casi un día de caminata, gracias a que su camino ahora era corriendo se encontraban ya muy cerca de la cima de la montaña. Después de los zorros no apareció otra de las cosas que según el hombre ella debía observar con mucha atención. Para fortuna de Sakura su chacra aún se mantenía activo, por lo cual no era tan difícil subir la gran montaña.

De pronto, no hubo necesidad de que el hombre le dijera que se detuviera. Sakura lo hizo.

Estaba atenta.

—¿No son esos los conejos de hace unas horas? Dios...

El hombre sonrió al ver que ella había estado atenta como le dijo. Al fin le estaba haciendo caso y ya no era necesaria su intervención. Observó hacia donde ella veía, aunque ya sabía de qué se trataba.

La coneja blanca, estaba muerta, una serpiente se había apoderado de su cuello, tenía la marca de la mordida, estaba demacrada y sin vida. El conejo no se despegaba de ella. Parecía no aceptar que estaba muerta.

"Ella está bien, solo debo llevarla al hospital."

—Probablemente se sienta culpable, ella nunca lo abandonó y él no pudo protegerla.

"¡Ella está bien!, ¡Dijo que iba a esperarme!".

—Y ni siquiera tuve que decírtelo, estás en lo correcto Sakura. Pero mira.

Otra coneja apareció en escena, era de un color negro también, pero con cierto reflejo azulado, un tono más claro.

—También ellos son similares...

Ella lo acompañó en su momento de culpa, pero el ambiente se sentía diferente, no hubo necesidad de ser adivina para darse cuenta de que esos conejos estaban destinados.

—Desde un principio debieron ser una pareja, sin embargo la sensación de adeudo lo mantenía con la difunta.

"Se lo debo..."

—Bueno, ahora puede ser feliz, fue un lindo detalle que se quedara con la otra por agradecimiento pero tiene derecho a restablecerse con quien quiere.

—¿Lo apoyas Sakura?.

—Pues sí.

—Espero que no olvides eso.

No dijo nada. Era extraño todo lo que estaba viendo, y para nada tenía idea de en qué le podría servir.

—Es increíble el hecho de que los encontremos en este lugar si ellos estaban más atrás.

—De nuevo te sorprendes por cosas pequeñas.

—Pues disculpa, yo no veo todo el tiempo cosas así.

Simplemente rio. La chica se había vuelto confianzuda, y era muy entretenido escucharla.

—¿Entonces no me vas a decir tu nombre nunca? No salgas con que es irrelevante porque nada de lo que he visto me parece racional.

—Pero te servirá, y mi nombre no.-- le sonrió cerrando sus ojos.

—Me recuerdas a mi sensei.

Él se detuvo.

—¿A Kakashi?

—¿Cómo sabes su nombre?

—Conozco a todos los que te rodean. Recuerda que te estuve observando.

—Cierto, secuestrador.-- hizo énfasis en la palabra —En fin, sí, me recuerdas a Kakashi. Le pregunto algo y me responde otra cosa,-- soltó un bufido al recordar esa característica. —es muy sabio cuando no se la pasa hablando de sus libros pervertidos, y tienes el cabello gris. De hecho casi siento como si estuviera con él. Aunque...

—Hay algo diferente. No soy Kakashi, y la otra diferencia no la sabes. Probablemente sea que yo no leo cosas pervertidas.

—Me da miedo que te estés metiendo en mi mente.

—No puedo hacer eso.

—Pues ya nada me sorprende.

—Eres una chica bastante peculiar. También me sorprendes en algunas cosas, pero no te lo digo.

Comenzaron a reír, como si fueran amigos de toda la vida. Ella ya no se sentía incómoda, ni siquiera por estar vestida solo con flores. Y estaba dispuesta a descubrir el nombre de su actual acompañante. Tenía la esperanza de que en algún momento se lo dijera. Siguieron corriendo, cada vez más rápido.

Estaban muy cerca, Sakura pensaba en las palabras exactas que le diría a todos sobre su ausencia de un día. Seguramente Kakashi la encerraría en un armario que él mismo vigilaría. Ino le reclamaría por haber tardado tanto. Y esperaba, por primera vez en la vida, que Sasuke se demorara un poco en llegar.

Pero al final, por fin llegaron a la cima. Ahora debían encontrar la piedra preciosa. Todo parecía pan comido hasta que...

—No puede ser...-- jaló desesperada sus cabellos.

Toda la cima, estaba llena de piedras preciosas rosadas. Con esfuerzo habían pocos y pequeños espacios para pisar.

—Sólo la mía, la original, podrá regresarte a la aldea.

—¡¿Cómo voy a saber cuál es?! ¡Nunca me dijiste nada de esto!

—Era un obsequio especial, y brillante. ¿No? Tu corazón te dirá cuál es.-- se burló.

—Es tu piedra, tú la reconoces.-- su nariz se coloró por el enfado.

—Tú la tomaste, me la debes regresar.

—Pero tú me la pusiste de carnada.

—Tú, siendo una Kunoichi reconocida, tomaste la carnada, incluso cuando era raro que no alcanzaras la piedra.

Diablos.

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Parece que se acerca el final.

Parece, pero no, la historia será más larga, todo esto solo es el comienzo para un camino de reflexión.

Espero que les haya gustado<3.

La piedra preciosa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora