Sed de Venganza

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— Rosalya, ¿De verdad quieres saber de dónde salió ese dinero?— preguntó mirando a Leigh fijamente a los ojos, el teléfono de la casa comenzó a sonar — ¿Acaso tú amado Leigh no te muestra sus estados de cuenta?—

— ¿Q-qué?— miró al moreno — él no haría eso, ¡Mientes!—

— Dile que me deje pasar a ver a Lysandro si no quieres que hable— le dijo a Leigh

— ¿Qué es lo que quieres de nosotros?— empuñó las manos al sentirse amenazado

— Solo quiero hablar con tu hermano—

— Ya te dije que no te quiere ver— insistió ella, en ese momento se activó la contestadora

— Leigh, soy yo Lysandro, olvide dejarte la dirección de mi nueva casa, es en calle Loto 435 en Los olivos, por si algún día quieres venir a verme, que tengas buen día—

— ¡Mentiste!, Sabía que él jamás se negaría a recibirme— bajo las escaleras y salió de prisa de la casa

— ¿Para que quería ver esa mujer a mi hermano?— preguntó Leigh

— ¿Por que mencionó tus estados de cuentas?—

— Está loca, se inventa cualquier cosa para intentar fastidiarnos ¿No me digas que le creíste?—

— Hablaremos de eso después, ahora tengo que hacerme cargo de esa piojosa— le quitó las llaves del auto y salió

— ¡Rosa ¿Qué vas a hacer?!— Sucrette fue detrás de ella

— ¡Esa mosquita muerta no se va a salir con la suya!— subió al auto — ¡Sube!—

—¡¿Qué?!—

—¡Qué te subas!—

— Primero tranquilizante, estás más alterada que yo—

— Sucrette, se trata de tu felicidad, sabes que por ti haría todo —

— No puedo obligar a Lysandro a estar conmigo, si después de esto el decide volver con ella.....—

— ¡Ni lo digas!, Ya te dije que ese bebé no es de Lysandro, solo lo va a usar nuevamente y en el peor de los casos terminarán casándose ¿Es lo que quieres?—

— N-no, pero...—

— Pero nada, ¡Sube!—

Sucrette subió enseguida y se puso el cinturón de seguridad, Rosalya aceleró el coche saliendo a toda prisa en dirección a la casa de Lysandro, pero él no estaba ahí, había salido a comprar algunas cosas para decorar un poco el lugar, cuando pasó por la tienda de discos no pudo contenerse y entró para recordar viejos tiempos, ahí fue una de sus citas con Sucrette, también  ahí la última vez que convivió con su mejor amigo antes de irse a la granja.
Lysandro fue hasta el fondo de la tienda, ahí seguía aquel viejo tocadiscos, sonrió un poco y pidió permiso para poner algo de música, sus dedos se deslizaban buscando un disco que le gustará, cuando al fin encontró uno de música clásica, se dedicó a ponerlo con cuidado en el tocadiscos, la melodía apenas comenzó a sonar cuando sintió una palmada en la espalda.

— Si no me equivoco, eres mi raro y viejo amigo Lysandro—  el volteó y miró a un tipo con lentes oscuros y gorra, cuando se quitó las gafas no tuvo duda alguna

— ¡Castiel!— lo abrazó gustoso — Creí que ya no estabas en la ciudad, supe que lograste alcanzar el éxito, me da mucho gusto—

— Y yo creí que ya no existias, cerraste todas tus redes sociales y cambiaste de número sin decirme nada —

Mas Que Un PapelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora