Capitulo 18 - Resignación

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Era lunes por la mañana y estaba sentado tomando el desayuno con mi madre, como todos los días, bueno todos los que no estaba con Hyukjae. Ayer este se había encargado de tranquilizarme y darme un montón de mimos. Respecto a la revista dijo que la gente es estúpida y que tarde o temprano se aburrirían. Obviamente el no es el mejor dando ánimos.

—¿Estas seguro que quieres ir? Puedes tomarte unos días por enfermedad y pides las notas de clase. Que tanto puedes perder, es literatura. Tú mismo has dicho que repiten lo mismo como veinte veces. -Dijo mamá mientras tomaba un bocado de su desayuno. Negué mientras tragaba.

—Para que no olvides lo que te enseñan, pero no te preocupes estoy bien mamá, puedo lidiar con las personas si molestan. -Le sonreí intentando convencerla. Realmente podía hacerlo pero debía admitir que la inquietud y el nerviosismo se colaban en mi.

—Lo se cariño pero quizá podríamos dejar que se les olvide un poco. -Dice con una suave sonrisa en los labios a la vez que tomaba la dichosa revista y la ojeaba. Le respondo sonriendo ampliamente.

—No tienes de que preocuparte ¿De acuerdo? Quizá ni siquiera conozcan la nota o compren revistas de ese tipo. Como tú . -Mi madre arquea una ceja incrédula y yo solo me encojo de hombros. Se vale soñar ¿No?

—Hay que ver el lado bueno de todo esto. -La miró incrédulo. ¿Lado bueno?

—¿Que lado bueno? -Dije cruzándome de brazos y haciendo un puchero inconscientemente.

—A pesar de estar perdido en el alcohol saliste precioso en las fotos. Mira. -Colocó la revista abierta en dicha página justo frente a mis narices. Debía admitir que no me veía nada mal, además desde ese ángulo mi... Sacudí la cabeza, eso no importaba, no mucho.

—¡Mamá!

—Ya, ya. Esta bien. Solo digo que no seas tan dramático. Todo estará bien. -Me reconfortó tomando unas de mis mejillas, apretándola y moviéndola suavemente.

—Cambiando de tema. -Me observa curiosa. —Hyuk me ofreció quedarme en su casa una semana y quería saber si tú... -Su suave risa interrumpió mis palabras.

—Claro que puedes, es lógico que quieras estar más tiempo con tu novio. Pero no quiero que te olvides de que tienes madre. -Dice haciendo una exagerada mueca de tristeza. Reí lo más discretamente que pude.

—Por supuesto que no mamá, puedo venir. Además sólo será una semana. No me mudaré con él.

—Solo llámame, algún día te mudarás así que este será como el ensayo para irme acostumbrando a vivir sin mi bebé.

—Claro que lo haré, esta misma tarde me iré a su casa. -Aplaude emocionada.

—Estas creciendo tan rápido, tu primer escándalo público, tu primera vez viviendo con tu pareja. -Se limpia una falsa lagrima de la mejilla.

Me levantó aun divertido por su "emoción". Le doy un beso en la mejilla y me despido de ella. Tomó mis cosas y me voy a la universidad, me sentía realmente bien, hasta que estuve ahí.

Todo empezó cuando llegue a clases, había algo de nerviosismo revolviendo mis entrañas pero trate de suprimirlo al igual que esa sensación de inquietud.

Parecía un día normal de noviembre, hasta que el contacto con las personas comenzó, al igual que el pánico en mi interior. Primero las miradas curiosas y para nada discretas cuando cruzaba por los pasillos, los susurros que se escuchaban cuando pasaba por las escaleras, las voces bajas de mis compañeros que murmuraban mi nombre en el salón de clases y una que otra sonrisa amable en la cafetería, estas últimas eran prácticamente contadas.

La cereza del pastel fue en la práctica del fútbol, me encontraba nervioso a la defensiva y cierto grado de pánico creciendo en mi interior. La gente me miraba descaradamente, ni siquiera tenían la decencia de disimular y el solo pensar que todos mis días podrían ser así me daba pavor.

Estábamos jugando un partido amistoso de fútbol hasta que hubo cambios de posiciones, uno de mis compañeros pasó a mi lado y me empujó con el hombro.

—Él anciano con el que te revuelcas te tuvo "trabajando" tanto que no puedes patear un balón. Ramera.- Su voz estaba tan jodidamente llena de veneno. Me quede quieto, parado, inmóvil. Mi cerebro estaba procesando sus palabras una por una.

Sentí que mis ojos comenzaron a picar, mis mejillas arder y la furia crecer en mi interior. Unas horribles ganas de gritar y golpearlo se apoderaron de mi.

Pero el silbato sonó y salí de mí trance, el segundo tiempo había comenzado y yo estaba parado sin moverme a media cancha. Lo busque con la mirada hasta encontrarlo en la portería. Iba en mi equipo. Ya vería sino podía patear un balón.

Comencé a correr hacia la pelota, se la quité al jugador que la tenía, el cual me llamo "idiota" ya que íbamos en el mismo equipo y luego "estúpido" porque me encontraba corriendo a toda velocidad hacia nuestra portería. Ninguno de esos insultos me hizo cosquillas a comparación de lo que dijo el idiota. Antes de que el susodicho reaccionara patee el balón tan fuerte como pude y jamás en mi vida estuve tan feliz por fallar un gol en mi propia portería. Le di en la cara "accidentalmente" al portero. Me volteo a ver furioso mientras le sangraba la nariz y yo solo le sonreí inocentemente.

El entrenador sólo me reprendió por no poner atención y no enterarme en qué equipo estaba. Asentí a todo lo que me dijo de manera respetuosa para después dirigirme a las duchas.

Creían que podían hablar de mi como si nada, si tanto les interesaba al menos no lo harían gratis. Por eso las revistas de escándalos eran tan populares, a la gente le encantaba meterse en la vida ajena. A ellos que les importaba si me acostaba con alguien mayor que yo y si fuera por su dinero que más les daba, claro que no era mi caso pero en fin.

Suspire con cansancio, necesitaba una buena sesión de besos con Hyukjae, lo vi ayer y ya lo necesitaba con desesperación. En especial tenerlo entre mis piernas, adoraba cuando estaba dentro de mi.

Iría a verlo al terminar las clases, pero primero tenía que hacer algo, pase los dedos entre mi cabello oscuro, quizá un cambio de look me vendría bien y después iría con mi Daddy para que lo vea. Sonreí tan entusiasmado por la idea que ni siquiera la mirada de odio del desdichado con la nariz rota me la quito de la cara. Tal vez debía de regresar a mis clases de boxeo. Por si acaso.

Le sonreí tan ampliamente y le dediqué un guiño antes de correr a los vestuarios mientras él iba a la enfermería. Al parecer mis días tranquilos de clases se acababan de terminar.

Sugar Baby [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora