ONE SHOTS DE MARVEL.
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PEDIDOS ABIERTOS
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Acomodé todos los papeles y salí de la oficina. Strange siempre llegaba a la casa entre las 16:15 y las 16:40. Y todo tenía que estar listo. Escuché como la entrada se abría y supuse que había llegado. Bajé las escaleras con los archivos que él me había pedido en la mañana lo más rápido posible, haciendo que mis tacones chocaran con la madera en cada paso que daba.
– ¿Señorita Blake, es usted?–preguntó esa voz gruesa, que conocía de memoria.
–Si, Doctor– dije al llegar al final de las escaleras– Tengo listos los archivos que me pidió esta mañana–él se encontraba en la puerta sonriéndome de una forma un tanto peculiar y esperando que le entregara los papeles.
–Gracias Nancy, ¿He dicho lo bonita que te queda esa falda?–preguntó cómo si nada mirándome sin pudor alguno, para luego volver a sus papales.
Obviamente me puse lo más parecido a un tomate– G-Gracias–respondí nerviosa.
– Disculpe mi atrevimiento pero es inevitable no poder observarla con ese atuendo– mierda, pensé.
Esa tarde tenía que asistir a una fiesta donde varios agentes de SHIELD estarían, por eso decidí cambiar el uniforme de todos los días por algo más "formal". Y al parecer había llamado la atención de Strange.
Stephen me gusta desde hace algunos meses, pero que puedo decir, es solo mi jefe y sabía que no resultaría. Hasta hoy. ¿Acaso él estaba coqueteando conmigo?
–Señor, debo irme, por la fiesta de SHIELD–Dije ignorando su comentario anterior.
–Claro, pero por favor antes acepte salir conmigo alguna vez– no podía creer lo que mis oídos escuchaban. Mi amor platónico por durante cinco meses me estaba invitando a salir.
Me quede helada, mi corazón casi se me salía del pecho y no podía controlar mis piernas. Seguramente me desmayaba, pero la voz de Stephen me despertó del trance postsorpresa que tuve.
–No acepto un no como respuesta–dijo mirándome fijamente.
Respiré profundo y tomé coraje.
–¿Quien le dijo que diría que no?–mi respuesta lo sorprendió, y una pequeña risa salió de su boca.
–Genial, mañana a las 19:30 en el restaurante de la esquina–sonreí.
–Hecho–aún seguía en shock.
Que tu platónico te invite a salir no es cosa de todos los días.
