Lazos rotos

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Alya abrazaba a su mejor amiga con fuerza. Marinette realmente se había esforzado por conseguir el amor de Adrien, compitiendo incluso con Chloe Bourgeois... y ahora pasaban las horas sin pista alguna de que Adrien fuera a responderle los mensajes a su novia.

—Tranquila, Marinette. Quizás está ocupado y ya está— decía la morena, limpiándose las lágrimas a la pequeña y delicada Dupain-Cheng

—Es que no es normal, Alya— insistía —Él no es así. Ha estado raro estas últimas semanas...—

Y fue ahí donde Alya tuvo que cerrar los ojos con fuerza, intentando no soltarle la sopa sobre aquella llamada telefónica de hace tiempo. No había hecho nada por descubrir si la voz desconocida había dicho la verdad, pero al parecer, tenía que descubrirlo rápido. Era imposible que Alya no pensara en que Adrien la engañaba con alguna modelo, cosa que le generaba ira total.

—Marinette... quizás deberíamos investigar juntas dónde está— sugirió, desviando la mirada a uno de sus lados. Quizás así no se vería involucrada donde esperaba no meter la pata.

Marinette, con el rostro triste y los ojos llenos de lagrimas, decidió llamar a su hogar. Quizás había dejado el celular en su habitación y él estaba en otro lado de la gigantesca residencia Agreste, o eso quiso suponer. El teléfono sonó un minuto, y ella, a punto de despegar el teléfono de su oreja, escuchó la voz de la asistente de su padre: Nathalie, quien contestaba.

—¿Hola?— preguntaba Marinette, buscando así que la mujer pudiera reconocerla

—Ah, hola, Marinette. ¿Buscabas algo?— La voz seca y fría de Nathalie era ruda, lo suficiente para poner nerviosa a la dulce adolescente

—Ah... Pasa que Adrien no me contesta. ¿Está ocupado? ¿Podrías decirle que me conteste, por favor?—

Después de eso, un tremendo silencio en el que solo se escuchaba la respiración de la mayor.

—Adrien no está en casa, Marinette. Nos dijo que saldría contigo a cenar—

La franco-china colgó el teléfono de golpe, suspirando, mirando a Alya con necesidad de respuestas, a las cuales su mejor amiga tristemente no podía responderle nada. El silencio las obligó a mirarse a los ojos, y siendo así, Alya pudo ver el alma de su mejor amiga. Un alma pura, buena, que no merecía que su novio le estuviera ocultando cosas y mucho menos que la usara como excusa para lo que fuera que estuviera haciendo. Y fue por eso que decidió tomar el toro por los cuernos y creer de una vez por todas lo que aquella llamada le había dicho en su momento.

Iba a descubrir qué pasaba, por qué estaba tan raro, y mejor aún... si era verdad que la engañaba.

—Marinette... te tengo que decir algo— susurró Alya avergonzada, bajando la cara. Y entonces, le confesó todo sobre aquella noche extraña en la que alguien le había dicho que Adrien era un patán.


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Los brazos de Luka eran su mayor refugio, eran el lugar perfecto donde Adrien podía cerrar los ojos y sentir que todo estaba bien. Su aroma era delicioso, y las caricias que le daba el mayor solo lo enloquecían más.

Adrien mentiría si dijera que el experimento era solo eso. En un principio era su idea; quizás un par de encuentros con Couffaine y después se alejaría sin dejar rastro en la vida del mayor, pero no pasó. Encontró en Luka un alma tan tranquila y a la vez tan vivaz que sentía que él era su hogar.

Estaban sentados, estando Adrien recargardo en el cuerpo de Luka, admirando la hermosa vista. Sí, estaban en el mismo mirador en el que hace unos días se habían besado con sentimiento. Se iban a ese divino lugar todos los días después de la escuela para comer juntos hasta que cayera la noche y Luka pudiera encontrar un lugar de paso para tomar al pequeño rubio como suyo.

[+18] Yo (no) te amo ;  {Lukadrien}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora